VALENCIA. Después de las Elecciones Europeas, PP y PSOE han reaccionado de forma muy diferente ante sus respectivos hundimientos. El PP hizo lo que siempre hace con Rajoy: ignorar los problemas y las informaciones negativas como mero griterío de la prensa, con poco recorrido y escasa importancia. Le salió bien con el caso Bárcenas y quizás piense que le saldrá bien ahora. La teoría de que los votantes volverán en las próximas citas electorales está por ver. Pero, por ahora, y como siempre, Mariano Rajoy ha superado los problemas siguiendo su estrategia favorita: sentarse y esperar, sin hacer ni decir nada, a que los acontecimientos sigan su curso y al final todo se olvide.
En cambio, el horrible resultado del PSOE tuvo consecuencias inmediatas: la renuncia a seguir de Rubalcaba (antes de arriesgarse a que le echasen) y la convocatoria de un Congreso extraordinario para sustituirle. Tres semanas después, el PSOE ha entrado en una espiral acelerada de degradación, un desquiciamiento general provocado por la combinación de dos factores: los enfrentamientos y la división interna a propósito de la elección del nuevo secretario general, por un lado; y el indisimulado temor con el que se vive el fenómeno Podemos, por otro.
Es decir, que ante un mal resultado el PP ignora la realidad, el PSOE hace lo que tiene que hacer (asumir las consecuencias) y unas semanas después... el PSOE está bajo mínimos y el PP se nos aparece como siempre, lozano con su 26% de los votos (uno de cada cuatro votos de uno de cada dos españoles con derecho al voto).
Naturalmente, hay dos diferencias entre ambos: al menos, el PP ganó las elecciones, aunque fuese con ese mísero 26%. Si hubiese ganado el PSOE con ese resultado, posiblemente no estaríamos ante esta situación. Por otro lado, el PP ha salido del envite sin encontrarse demasiada competencia en su espacio electoral, dado el fracaso de Vox y el estancamiento de UPyD. El PSOE, en cambio, tiene un riesgo claro de desangrarse electoralmente en beneficio de Podemos.
Un "Susanazo" de doble dirección
Sin embargo, el problema no ha sido asumir responsabilidades y propiciar una renovación; sino el espectáculo, verdaderamente indescriptible, que hemos vivido estas semanas en el PSOE, del que es muy complicado salvar a ningún dirigente. Primero, Alfredo Pérez Rubalcaba promovió un Congreso cerrado del que tardó unos 30 minutos en desdecirse, ante la presión... de su entorno político. Es decir, Rubalcaba se hizo trampas al solitario, convocando un Congreso que no podía ganar (ni él, ni sus posibles candidatos), para a continuación "ceder" ante las ansias democratizadoras de los suyos, tal vez en la confianza de que su candidato, Eduardo Madina, saldría muy bien parado de ese envite.
Pero entonces entró en juego Susana Díaz. Como líder indiscutible del PSOE andaluz, principal federación socialista, todo el mundo tenía muy asumido que Díaz sería crucial para determinar quién acabaría liderando el PSOE, tanto si el procedimiento era un Congreso como si se escogía previamente con una votación entre los militantes. Y, llegado cierto momento, al parecer Díaz decidió que, si estaba en su mano nombrar al futuro secretario general... ¿Por qué no ella misma?
La mayoría de los barones socialistas se lanzaron a apoyar la candidatura de Díaz, en una estrategia que buscaba una especie de nombramiento por aclamación, que convirtiera la votación previa en un trámite o, mucho mejor aún: que lograse eludirla. Un modelo de selección de liderazgos muy similar al de muchos emperadores del Imperio Romano surgidos del ejército. La tropa aclamaba a su general, lo subía a un escudo, y éste se hacía con el poder.
Aunque a menudo las tropas hacían lo que el general les pedía (que le aclamasen para así tener un pretexto para hacerse con el Imperio), y el proceso no tenía nada de espontáneo, era muy importante mantener las formas, y que pareciera que el líder cedía a los abrumadores apoyos y complicidades, y que éstos no estaban prefabricados.
Así estaba diseñada la entronización de Díaz. Los barones (previsiblemente alentados por ella y su entorno) postularon su candidatura por aclamación, a la espera de que ella, "forzada por los compañeros del PSOE", diera el paso. Pero en el último momento Susana Díaz no lo vio claro, y dio un paso... hacia atrás. Posiblemente motivado porque no quería arriesgar su estrella política en unas elecciones de incierto resultado, mucho menos manejables que un Congreso o una cooptación directa por parte de los barones.
Ya tuvimos ocasión de apreciar, en el proceso de primarias del PSOE de Andalucía, el poco gusto de Díaz por someterse a la votación de la militancia: su candidatura, con toda la fuerza del "aparato" del PSOE andaluz, recogió todos los avales que pudo, impidiendo así que otros candidatos pudieran presentarse. Lo cual desembocó al final en una candidatura única para las primarias: la suya (en este sentido, cabe decir que Susana Díaz fue una clara precursora del modelo de "primarias únicas" del juez Elpidio Silva).
En resumen: en unos días, el PSOE pasó de un amago de "Susanazo", la imposición de una candidatura por parte de un grupo de notables, a un "Susanazo" inverso: el que Susana Díaz les infligió a sus apoyos, los barones socialistas, que ahora se han quedado compuestos y sin candidata. Entre ellos, y muy significadamente, el secretario general del PSPV, Ximo Puig.
Proxima estación: Madina
Tras la espantada de Díaz y las renuncias previas de Chacón y Patxi López, el panorama se ha aclarado considerablemente para el otro gran candidato: Eduardo Madina. El diputado vasco se enfrenta a un proceso de votación en el que su principal rival, el madrileño Pedro Sánchez, buscará recabar los apoyos de los que en su momento se decantaron por Díaz.
Una labor complicada, teniendo en cuenta tanto sus carencias de poder orgánico como, sobre todo, las carencias del candidato, mucho más amigo de las formas y la política de gestos que de la sustancia discursiva. O, lo que es lo mismo: estamos ante un candidato que parece prefabricado en casi todo lo que hace o dice. Un ejemplo más de los males inherentes a una profesionalización de la política consistente en vivir de ella toda la vida. No es que Madina mueva al entusiasmo de las masas, pero si su principal rival va a ser Pedro Sánchez, la cosa puede parecerse mucho al España-Holanda del viernes.
Lo peor, para el PSOE, es constatar que, a pesar de que el partido se encuentra en un estado catatónico; de que ya no puede hablarse de un estancamiento en torno al 30% a la espera de tiempos mejores, sino de una decadencia sin suelo electoral a la vista; en definitiva, a pesar de que el PSOE está en vías de hacer un Papandreu, prácticamente todo el proceso de renovación se disputa en clave interna, de fontanería y aparato de siempre, por parte de personas que han vivido toda su vida en el partido (y del partido), con grandes dificultades para acercarse genuinamente a las preocupaciones de los ciudadanos. Y con el broche de oro de la votación sobre la abdicación en el el Congreso de los Diputados, prácticamente en bloque con el PP.
Al final, si no das ninguna razón a tus votantes para que vuelvan, o para seguir contigo, los votantes se irán. No hay una ley de hierro, imposible de eludir, que dicta que los votantes sean propiedad del sistema bipartidista. Una lección que también debería aplicarse el PP, aunque -por comparación con su archienemigo, y socio monárquico- haya salido mejor librado.
#prayfor... El Bartolín de Elda
La debacle de la Roja el viernes contra Holanda tenía deprimida a mucha gente. Por fortuna, las Nuevas Generaciones del PP valenciano, siempre dispuestas a ayudar, vinieron al rescate para proporcionarnos un poco de alegría en esta hora oscura. Hace una semana, el vicesecretario de Nuevas Generaciones de Elda, Mariano Jiménez, denunció a un joven de la localidad. Al parecer, el joven le habría agredido al grito de "Viva la República". Un ejemplo de intolerancia política por parte de la izquierda radical violenta, que algunos dirigentes del PP (entre ellos, nuestro flamante Delegado del Gobierno, Serafín Castellano) se apresuraron a denunciar.
Sólo que la historia se la había inventado, de principio a fin, el dirigente de NNGG. Ni hubo agresión (las lesiones en la cara que presentó como prueba, de carácter leve, serían "autoinfligidas"), ni motivaciones políticas. Según cuenta la noticia del diario Información, que ha desvelado el fraude, el joven denunciado se reunió con Mariano Jiménez en circunstancias muy diferentes, en principio poco proclives a soflamas republicanas (o monárquicas): "El denunciado sólo quería saber si entre Mariano y su exnovia se había producido algún tipo de relación sentimental en el corto periodo de tiempo en el que ellos se habían distanciado porque ella lo negaba y el supuesto agredido lo afirmaba. En el cara a cara no se aclaró nada porque ambos se contradijeron en todo momento, así que el denunciado se sintió engañado, los insultó y les dijo que eran unos «falsos» y que «no quería saber nada más de ellos», tras lo cual se marchó del lugar sin que se produjera ningún tipo de agresión física, ni siquiera un simple empujón".
Al día siguiente, el joven recibió la llamada de la policía de Elda anunciándole la denuncia. Cuando los hechos comenzaron a caerse por su propio peso, el dirigente de NNGG trató de retirar la denuncia y llamó al denunciado para disculparse "y admitir que había cometido un error inducido por asesores del Partido Popular de Elda que le aseguraron que, de ese modo, se iba a ver beneficiado en su carrera política".
Por fortuna, la cosa se ha aclarado pronto: ya nos veíamos al ministro del Interior creando la nueva figura de "crímenes de odio republicano", incluso aunque no se produjesen en Twitter. Además, vista la credibilidad del dirigente de NNGG, cabe suponer que su versión de los hechos que verdaderamente importaban al joven denunciado (si mantuvo, o no, un lío con su exnovia) tampoco es fiable, y éste podrá volver tranquilamente con ella.
Mariano Jiménez, por su parte, entra por derecho propio en el estrellato de dirigentes políticos que se inventan crímenes contra ellos; aunque hay que reconocer que aún le queda un trecho para alcanzar las realizaciones excelsas que en su día obtuvo el maestro en la materia: Bartolín y su autosecuestro.
Es que Curry es todo un portento del periodismo patrio... En cuanto al tema, la batalla es total y, en realidad, nunca han importado los medios.
Si hubo algo más divertido que el Show de Bartolin fue la frase de Curry Valenzuela en la Brújula que estaba oyendo yo esa noche:"mis fuentes me confirman que ha sido un secuestro y que el concejal ha tenido suerte de escapar". Por mis niños, sus fuentes se lo confirmaban. Seguramente era línea directa con Raticulin. Poco después los dirigentes del PP salían avergonzados por la puerta de atrás de la comisaría, de los momentos más esperpenticos que hemos visto, y mira que el listón está alto.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.