VALENCIA. El PSOE no lo tiene fácil para llamar la atención. Muchos de sus votantes no le han perdonado las acciones pasadas ni la inacción presente. Por otro lado, es difícil competir en el prime time con la extraordinaria oferta que nos proporciona el actual Gobierno. Una programación plagada de acción, misterio, miserias humanas y mucho humor. Sin ir más lejos, estos días todo el mundo está expectante a la espera de ver qué cuenta Bárcenas. El supervillano del PP, recién ingresado en la prisión de Soto del Real, posiblemente tenga cada vez menos alicientes para retener las cosas que sabe, que, a tenor de las dificultades que ha acreditado su partido para deshacerse de él, son muchas.
No es fácil competir con el PP. Y, de hecho, las únicas ocasiones en las que el PSOE logra entrar en el menú informativo brillando con luz propia suele ser en relación con noticias de disensiones y problemas internos. No con propuestas o decisiones adoptadas por su cúpula... Salvo que se trate de propuestas o decisiones centradas en la sucesión al frente del partido y la selección de puestos directivos. O lo que podríamos considerar la definitiva conversión del PSOE en PSPV, a esos efectos.
Griñán pide renovación... y ofrece más de lo mismo
El presidente de la Junta de Andalucía ha anunciado su retirada (apenas un año después de las elecciones autonómicas en Andalucía) y, conforme la anunciaba, también postulaba a su candidata: Susana Díaz, la número dos del PSOE andaluz. Es ciertamente curioso que Griñán reivindique su retirada como un ejercicio de renovación, para dejar paso a la juventud. Lo es porque, al mismo tiempo, queda bien claro quién será su sucesora. Renovación, pero dentro de un orden. Un proceso de primarias que se antoja totalmente controlado desde el aparato y en el que es posible que Díaz ni siquiera se encuentre oposición de ninguna clase para obtener el mando en el partido.
Por otra parte, los perfiles que se han escrito sobre Susana Díaz coinciden en un aspecto: se trata de una persona que ha hecho toda su carrera en el seno del PSOE andaluz. Es decir: su carrera política es también su carrera profesional. Para conseguirlo, Díaz se habría especializado en sobrevivir, y medrar, en el contexto de las luchas internas partidistas. ¿Experiencia profesional? Inexistente. ¿Convicciones, principios, propuestas de futuro? No parece caracterizarse por ese tipo de cosas, que hace no tanto tiempo se supone que era lo que definían a un político. Lo que ahora lo define, en cambio, es su fidelidad al partido y el acierto a la hora de buscarse padrinos poderosos.
Se trata de un ejemplo más del espécimen político que ha ocupado cada vez más las esferas de poder en el seno de los partidos (sobre todo, los partidos mayoritarios, que para algo mandan y pueden repartir cargos): el profesional de la política. Sus características no mueven precisamente a la ilusión: discurso prefabricado, ideología y principios adaptables a las circunstancias, nula experiencia en el "mundo real", acopio de cargos de libre designación desde muy temprana edad... Si esa es la renovación que aporta la nueva generación de dirigentes políticos en el PSOE, no parece que vaya a suscitar el fervor de las multitudes que ahora han dejado de votarles.
Rubalcaba, el Manuel Fraga del PSOE
El anuncio de abandono de Griñán tiene una clara lectura política en clave interna: enseñarle la puerta al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba. Primero, porque el mero hecho de mover algo en el PSOE ya supone una mala noticia para Rubalcaba, cuya estrategia ha consistido, desde el principio, en acallar por todos los medios cualquier tentativa de hacer primarias para escoger a los candidatos en las agrupaciones autonómicas, y con mayor motivo aún, por supuesto, en lo que se refiere al candidato a la Presidencia del Gobierno. Y en segundo lugar, porque la búsqueda de una generación "más joven" para el PSOE también se le aplica a él, evidentemente.
Y en este aspecto, el abandono de Griñán y su alusión a la necesidad de pasar página y que otros se hagan cargo de las riendas del partido sí que tiene todo su sentido. Y no tanto por el criterio generacional (no es que los candidatos que se han postulado hasta la fecha generen mucho entusiasmo), sino porque lo que está fuera de toda duda es que el proyecto de Rubalcaba (si alguna vez existió), así como el propio Rubalcaba, están más que agotados.
La última tendencia, consistente en buscar pactos de Estado con el PP, resulta particularmente incomprensible. Se supone que el objetivo de dichos pactos, desde el punto de vista del PSOE (y de Rubalcaba), es demostrar que se trata de un partido serio, dispuesto a llegar a acuerdos por el bien del país. Un partido capaz de gobernar. Eso mismo es lo que hizo Zapatero cuando ascendió a la Secretaría General del PSOE, en julio de 2000. Pero lo que en el caso de Zapatero tenía sentido, en el de Rubalcaba resulta contraproducente.
Zapatero era entonces un líder muy joven, con perfil renovador, que necesitaba reivindicarse. Enfrente tenía a un PP con mayoría absoluta, monolítico, con una clara hegemonía social, que cabalgaba a lomos de la prosperidad económica. Ahora Rubalcaba también se enfrenta a un PP con mayoría absoluta, pero las cosas son muy distintas. El deterioro electoral del PP es evidente, su legitimidad y hegemonía sociales van en descenso, y desde luego no puede decirse que su gestión haya traido la prosperidad. Y más distintas aún son las cosas en lo que concierne al PSOE: ni los ciudadanos necesitan que el PSOE les recuerde que puede gobernar (precisamente, ese es el problema: que recuerden cómo gobernó), ni mucho menos es Rubalcaba la persona adecuada para reivindicar un "nuevo" PSOE.
Bien al contrario, la estrategia de los pactos de Estado sólo sirve para asentar aún más la imagen de una casta política bipartidista alejada de la ciudadanía y que sólo busca mantener sus privilegios. Y ello justo en un momento en el que la única esperanza del PSOE para recuperar el terreno perdido consiste, precisamente, en destacar sus diferencias con el PP, en la confianza de que la agenda conservadora que está aplicando el PP (a menudo, en absoluto ligada con los recortes) haga que los ciudadanos vuelvan al redil, aunque sea con desgana.
Esta sorprendente estrategia de Rubalcaba se combina con una tendencia incipiente en el PP, pero muy preocupante para el PSOE, que es la conversión de Rubalcaba en un nuevo Manuel Fraga: un dirigente tan inofensivo electoralmente que son sus oponentes los principales interesados en que permanezca en el cargo. Y cuanto más tiempo, mejor. Por eso el PSOE decía en los años 80 que a Fraga le cabía el Estado en la cabeza, mientras AP no llegaba nunca a los 110 diputados (incluso menos que el PSOE de Rubalcaba!) y el Estado lo gestionaba... El PSOE, con sólidas mayorías absolutas. Ahora nos encontramos con un Rubalcaba que, según quién hable, tiene sentido de Estado, es maquiavélico, es de una inteligencia portentosa... Pero cuya popularidad e intención de voto se desploman más y más.
#prayfor... Paloma Cervilla
Una de las medidas más polémicas del inefable ministro Wert, el requisito de obtener al menos un 6,5 de nota para mantener las becas estatales en la enseñanza universitaria (medida en la que Wert ha tenido que dar marcha atrás parcialmente, dado el clamor popular), suscitó, como es normal, muchas reacciones en los medios de comunicación y las redes sociales. Sobre todo, después de proferir Wert su enésima declaración de tertuliano vociferante: que los alumnos que saquen menos de 6,5 más valdría que se dedicasen a otra cosa (salvo los que puedan pagarse la educación, claro).
Fueron muchos los comentarios sobre esta cuestión, pero ninguno llegó tan lejos como una columna de Paloma Cervilla, periodista del diario ABC. En su blog, Cervillla defendió que había estudiantes becadas que se gastaban el dinero de la beca en "ponerse tetas". Semejante afirmación recibió todo tipo de críticas, ante lo cual Cervilla reaccionó, inicialmente, con orgullo, "agradeciendo" a los que la criticaban que gracias a ellos su artículo subía más y más en visitas.
Sin embargo, poco después el mencionado artículo desapareció de la web de ABC, mientras Paloma Cervilla cerraba el acceso público a su cuenta de Twitter. Por entonces, su peculiar "crítica" a las becarias que "se ponen tetas" ya había hecho fortuna en Internet, con comentarios de todo tipo, a cual más hilarante.
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de Periodismo de la Universitat de València.
@GuillermoLPD
Valiente profesor de periodismo. Negar a "por m'ha dicho la Puri que la hija l'Angustias s'ha puesto tetas con la beca" la condición de fuente acreditada digna de toda solvencia
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