VALENCIA. El president Alberto Fabra ha dado un giro a su forma de estar. Coincidencia: baja la persiana de RTVV e inicia, con la vista puesta en las europeas de mayo, una carrera apresurada por definir un perfil político que le haga hueco, que sume puntos. Y lo consigue a duras penas, en algunas de sus posiciones públicas, como el apoyo incondicional a la Ley del Aborto, ha resbalado.
Pero el desabrido reproche a José Antonio Monago, "alguno tiene mucha facilidad para hacer declaraciones fuera de los principios de lealtad, compromiso y defensa de los valores del PP", no ha añadido ningún intangible de reconocimiento a su figura, ni le ha hecho quedar especialmente bien con quienes capitanean el partido. Por el contrario, le ha ubicado más cerca de la zona del tea party, un lugar bajo el cielo de la derecha española por donde pasean los guardianes de las esencias más remotas.
Los liberales como él no se retratan así y además gratis. Me pregunto por qué ese traspiés precisamente en "el asunto", eufemismo mariano para referirse al anteproyecto de la Ley de Protección de la Vida del Concebido y los Derechos de la Embarazada que tiene revolucionado a medio PP, en pie de guerra a toda la oposición e indignada a la Sociedad Española de Neuropsiquiatría.
Que Juan Cotino defienda esa norma es coherente, que lo haga Fabra solo por disciplina, sin ningún matiz, choca y estoy convencida de que defrauda a un importante sector de sus hipotéticos votantes. Rajoy ha pedido discreción en el debate sobre la reforma ultra de Gallardón pero todos los que defienden posturas distintas a las del cardenal de Justicia van por libre, Alfonso Rus a la cabeza de los discrepantes. Es evidente que una ley tan alejada del consenso y de la racionalidad se retocará en el recorrido parlamentario. Ser el primero en cerrar filas solo tiene tres lecturas: convicción, conveniencia o torpeza. Ninguna le favorece.
Tampoco ayudan los desaires de Cospedal, la retranca de Rus, o la resistencia de Montoro a ser si quiera diplomático por una vez ante sus justas reivindicaciones. Los jarros de agua que le arroja son tan rebosantes y congelados como las cataratas del Niágara por la ola de frío. Fabra ha exhibido un in crescendo desde hace meses pero los últimos cruces con el ministro de Hacienda han obligado a Císcar a bajar el volumen para llegar de nuevo a la hipótesis borrosa: "Al final acabaremos encontrándonos". Una verdad absoluta, al final, sí, eso era. Cristóbal Montoro mantendrá pues el suspense y el president vivirá en 2014 como un trapecista al que le han quitado la red cuando acaba de saltar al vacío.
En medio de tantos obstáculos para lucir gestión había que arrancar un plan de choque: restyling total con la última guía Pantone para elegir color de corbata, milimétrico corte de pelo, patillas de diez. Un presidente niquelado. Con esta planta apareció en el discurso de fin de año en TVE. Y desde ese día no pasa uno sólo sin que los telediarios de la 1 miren a la Comunidad Valenciana con mayor interés. El pasado jueves, la "deconstrucción" del trencadís del Palau de Les Arts fue el segundo sumario por delante de noticias como la cumbre de la oposición siria en Córdoba, el descubrimiento de más cuentas suizas de Gürtel, el mantenimiento de tipos del BCE o la reaparición de Fidel Castro... increible.
Habrá que ver si la ventana de TVE cuaja como sucedáneo audiovisual transitorio. Lo necesita porque pinchas la Sexta y casi siempre aparece Valencia. La cadena de Lara alcanza en su informativo de mediodía una cuota de pantalla que supera aquí el 15%. El dueño de Planeta está empeñado como dijo en una entrevista de Vanity Fair en que su cadena sea "una televisión de centroizquierda, seria y respetuosa con la derecha. No lo es todavía, estamos en ello‘". Por ahora ni Alberto Fabra ni el Consell han conseguido un solo titular positivo en sus noticias.
La televisión importa y el president ha desaprovechado muchas ocasiones para hacer declaraciones políticas mientras el resto de los barones de su partido aparecían ahí, incontinentes y delante de todas las "alcachofas" entrando al trapo. Él, sin embargo, para compensar la etapa de sobresaltos de Camps, ha renunciado a cincelar su propia talla. El sosiego y la mesura se agradecían viniendo de lo superlativo, pero el silencio hay que saber gestionarlo o corres el riesgo de resultar insoportablemente leve... y la levedad tiene un halo de poesía pero la intrascendencia ma-ta.
A fuerza de no destacar, de no incomodar en Génova, Fabra ha conseguido ser inocuo para Madrid durante estos dos años de legislatura. Por eso han sido escasas las referencias mediáticas a su persona en la nómina nacional de notables a los que siempre escuchas por si acaso. En medio de ellos, de Feijó, de Cospedal, de Bauzá, Fabra era un barón cumplido, correcto, que lo estaba haciendo "francamente bien" según su partido y que no daba problemas. Hasta hoy. Que los siga dando con sus dos salvavidas, la financiación y la regeneración. En el PPCV algunos lisiados al otro lado de la línea roja no se lo perdonan. Este es otro frente que no le pone las cosas nada fáciles.
Así es que si el jefe del Consell está dispuesto a fortalecer su marca de aquí a marzo de 2015, le alabo el reto, los atribulados valencianos solo se animarán si las cifras de paro siguen bajando, si dejan de sentirse tan infravalorados y si su president está a la altura y demuestra capacidad de influencia con fundamento. Solo eso le daría el plus de barón con copyright. Después que vuelva a convocar a la sociedad civil dándole al acto, eso sí, una vuelta o dos a ver qué pasa.
El miércoles después de la reunión del comité ejecutivo del PP y de su encuentro con Montoro volvió a la pantalla de la 1... Y de pronto en la edición de la noche... ¡allí estaba otra vez Alberto Fabra, impecable, junto a la Reina Sofía y algunos de esos notables en alza soportando sin despeinarse la lluvia de abucheos a las puertas del cine donde se presentaba la película sobre Vicente Ferrer.
Me fijé como siempre en su corbata y tampoco esta vez había fallado, era del color que la firma Pantone ha elegido como tendencia para 2014, el sofisticado Orquídea Radiante, una mezcla de fucsia, morado, berenjena y rosa. Casi idéntico al de UPyD.
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La hora de Cristina Borbón y Grecia
Veremos a Cristina De Borbón y Grecia recorrer la rampa hacia la única salida decente que tenía la Corona. La Infanta y "en aras de la transparencia" dará explicaciones ante el juez para evitar "más consecuencias colaterales". Zarzuela aplaude la decisión porque considera que así se acorta "el martirio". Que lo haga por amor, el mismo que según sus abogados le impedía discernir cuál era el origen del dinero de su visa. Por amor a su padre al que el 62% de los españoles pide que abdique, de ellos el 85% de los más jóvenes que solo saben de la Transición por los libros e Historia. Por su hermano y por su madre, únicos miembros de la Casa Real que mantienen a flote a la primera Institución del país. España era más juancarlista que monárquica. Ahora, según la última encuesta de Sigma 2, ni lo uno ni lo otro.
Que la Infanta declare sobre todo por los 46 millones de "súbditos" pasmados ante la escandalosa e indignante historia del ascenso y caída de los Duques de Palma. Aquella imagen de una placa de mármol arrinconada en el suelo de la calle que llevaba su nombre es el símbolo del ocaso de esta pareja alta y rubia acostumbrada a tomar martinis en Marivent, a comprar lámparas de Santa & Cole, a esquiar en Aspen o a pagar presuntamente en negro a sus empleados.
Sostiene Urdangarín que lo gastado por su mujer con la tarjeta de Aizoon es una cantidad "absolutamente ridícula" y tal vez tendría razón si se alcanza una posición de privilegio como la suya y si el dinero no procede de las arcas públicas, entre ellas las valencianas, o del camelo de una Fundación Social para niños discapacitados y enfermos de cáncer que nunca vió la luz. Ha sido un alivio que no recurra y que se adelante su comparecencia ante la Justicia.
La fecha señalada, el 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora, era además un sarcasmo para las mujeres enamoradas o no que sin pasar por la Universidad, sin master en Nueva York o prácticas en París manejan al dedillo los conceptos básicos de la más vulgar economía doméstica. Con lo espabiladas que somos.
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