MADRID. Dos mexicanos y un belga, pertenecientes a la Universidad de Stanford (California), conforman el equipo de investigadores que ha obtenido el V premio Jaime Fernández de Araoz sobre Corporate Finance por un trabajo que versa sobre el uso de incentivos fiscales para estimular la financiación de las empresas mediante capital.
En esta edición se habían recibido 40 trabajos de 85 autores, la mayoría del ámbito académico y universitario, de 26 nacionalidades distintas. Solo dos (2) trabajos procedían de España.
El caso citado, aunque no es extensivo al conjunto de la universidad española, pone de manifiesto, en alguna medida, la delicada situación de la investigación en el mundo de la universidad, algo que denuncian críticos del sistema con sólidos argumentos, y que defienden de forma bastante endeble, entre otros, los "magníficos" rectores.
En el documento elaborado por la Comisión independiente a la que el Gobierno encargó un informe de análisis y recomendaciones para la reforma de la universidad española, los once expertos son especialmente duros con la situación de la investigación en la universidad española, no sin antes recomendar que "la primera condición para mejorar la calidad del Sistema Universitario Español (SUE) es reconocer que es muy insuficiente".
Los expertos sabían muy bien lo que decían y no se recataron en citar en el mismo documento una tribuna de opinión de la Conferencia de Rectores de las Universidades Española, en la que se afirmaba, tomando datos del Observatorio IUNE que "en el ámbito de la investigación, la producción científica española es la novena mayor del mundo: España genera el 3.4% de la producción global. Dos tercios de esta producción científica es generada en las universidades".
Es un resultado más que notable si consideramos que España sólo invierte en I+D+i un 1.38% de su PIB, muy lejos del 2.3% que es la media de la OCDE. Ello revela una eficiencia extraordinaria: con poco, hacemos mucho. Con estos resultados el sistema universitario español se sitúa entre los cuatro más productivos en ciencia".
Sin adjetivar tal cúmulo de autocomplacencia de los rectores españoles, elegidos por docentes, estudiantes, personal de administración y servicios y todo tipo de trabajadores que prestan sus servicios en la universidad española, los cualificados expertos se despachan a gusto poniendo de relieve la debilidad argumental de los rectores al señalar que "el problema, obviamente, es que esa productividad sólo mide el número y no la calidad e importancia de las publicaciones; es decir, mide muy poco.
El número de trabajos publicados por premio Nobel en una universidad de élite es, más o menos, de unos 12.000 (el Massachusetts Institute of Technology, recibe un Nobel en ciencias cada tres años o menos (cinco en lo que va de siglo).
Si el criterio del número fuera aplicable a nuestro país, España habría obtenido varios premios Nobel en 2011".
No terminaba ahí el tirón de orejas de los expertos a los vanidosos rectores señalando que "comentarios como el citado no facilitan que la sociedad española se forme una idea precisa de sus universidades ni favorecen su mejora pues, para cambiar, hay que partir de que existen razones de peso para hacerlo. Si el SUE, pese a sus muy escasos recursos, fuera uno de `los cuatro más productivos en ciencia´ sería objeto de estudio por muchos rectores extranjeros deseosos de mejorar la eficiencia de sus propias universidades".
Opinión similar ha sido manifestada con reiteración por cualificados miembros del claustro universitario, entre los que destaca Alonso Rodríguez Navarro, profesor emérito en el Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas de la Universidad Politécnica de Madrid, quien niega con rotundidad que el número de publicaciones sea un dato inútil para estimar el número de descubrimientos.
"En los países avanzados de Europa, más Australia, Canadá y Japón, la ratio trabajos publicados por premio Nobel en ciencias naturales -química, física y fisiología/medicina- es de 250.000; en Estados Unidos es de 84.000 y en las instituciones de élite es alrededor de 12.000. En España, la ratio no se puede obtener porque el divisor es cero, pero se puede estimar por métodos matemáticos y la estimación es de millones".
Lo que mide el éxito tecnológico de un país, según el profesor Rodríguez Navarro, es el progreso que genera en relación con su tamaño. Por ello, la OCDE tabula el número de patentes triádicas -familias de patentes registradas en Estados Unidos, Europa y Japón- por habitante. En Europa, Suiza va en cabeza con 118, seguida de Suecia con 93; Italia tiene 13, España 5,3 y Grecia 1,2.
La falta de universidades españolas de excelencia es incontrovertible se mida por donde se mida y diga lo que diga el Observatorio IUNE que, supuestamente, mide la actividad investigadora en la universidad española, observatorio que puede que sea uno de los llamados a desaparecer tras la decisión del gobierno de reducir grasa de la administración pública española y que ignora que casi el 60 por ciento del personal docente e investigador (PDI) de la universidad española tiene una actividad investigadora nula o casi inexistente a tenor del número de sexenios reconocidos.
Post-it. El Observatorio IUNE es el resultado del trabajo realizado por un grupo de investigadores pertenecientes a las universidades que integran la "Alianza 4U": Universidad Carlos III de Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Autónoma de Barcelona y Universidad Pompeu Fabra.
La creación y desarrollo del Observatorio IUNE fue posible gracias a la financiación recibida por los ministerios de Ciencia e Innovación y de Educación. Actualmente el Ministerio de Educación ha firmado un convenio con la Alianza 4U para el apoyo al Observatorio IUNE.
Si queremos analizar la calidad del trabajo académico, será aconsejable aplicarse las reglas del trabajo académico. En primer lugar, un caso particular de un área de especialidad de Ciencias Económicas es posible que sólo sea significativo en esa área de Ciencias Económicas. Por lo tanto, el ejemplo que sirve como inicio de la demostración de los propios argumentos es débil. La segunda fuente de autoridad es citar el informe Garicano que, simplemente, es malo, ya que sus autores no habían leído la reciente Ley de la Ciencia aprobada por al anterior gobierno que ya incluía parte de las recomendaciones del informe. De hecho, su texto ha producido más bien la hilaridad al aportar como gran novedad crear la figura del Profesor Ayudante Doctor, un contrato temporal que existe desde 2001. A título personal, Luis Garicano perdió enteros de credibilidad al verlo perpetrar ese texto más propio de un bachiller de colegio religioso que de un profesor universitario. Con el tiempo, el comportamiento de Jesús Fernández-Villaverde me ha demostrado que fui muy benevolente con mis valoraciones hacia estos académicos de excelencia. Más pertinentes son los trabajos del IUNE, aunque el indicador de los premios Nobel no es fiable. Las universidades americanas contratan a los premios Nobel para puntuar más en los rankings. Se compra su reputación y su agenda de contactos para ser más competitivos. Pero esta forma de proceder abre cada vez más dudas sobre si se está haciendo buena ciencia o, simplemente, compitiendo para contratar celebrities que más que investigar son especialmente buenos en las relaciones públicas Por cierto, las universidades españolas en investigación estaban a la altura de Bélgica y acercándose a Países Bajos. Podía estar mejor, pero como dijo Anxo Sánchez: no solo jugamos bien al futbol. Ya está bien de economistas, auditores y gestores que, tras arruinar todo a su paso, ahora quieren reformar todas las instituciones.
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