VALENCIA. Todo comenzó del siguiente modo. "Prestad atención a lo que os voy a contar pues anda suelto un varón que busca aprovecharse de su privilegiada posición" anuncia Rocío un sábado a la hora del aperitivo. "Amigas, el caballero es un zalamero directivo de recursos humanos, elegante, guapo y soltero", continúa.
En paro desde hace meses, Rocío es una atractiva e inteligente joven arquitecta desesperada por encontrar un trabajo mínimamente digno en el que pueda desarrollar sus más que destacadas aptitudes en la materia. Sí, mínimamente. No revelo gran cosa al confirmar que trabajar es sinónimo hoy en día de explotación salarial y un horario infernal.
Así pues, tras varias disgustos profesionales anteriores, no hace mucho un número desconocido la llama al móvil. La grave voz masculina al otro lado de la línea telefónica le anuncia que ha sido seleccionada para un puesto de ayudante en un conocido despacho de arquitectos. Durante la breve pero agradable conversación, el anónimo la convoca al día siguiente para realizarle una entrevista a última hora de la mañana. Entusiasmada, Rocío recupera la motivación y las ganas de entrar en acción.
Al día siguiente, entre las distintas opciones escoge un atuendo discreto que acentúa inevitablemente su esbelta figura. Algo alterada espera impaciente en su casa a que el reloj marque la hora de la esperada quedada. A pocos minutos antes de salir el móvil suena: "Disculpa Rocío, soy Ernesto el de recursos humanos. ¿Te importa retrasar la reunión a la noche y te invito a cenar aquí al lado en un restaurante mexicano?". Desconcertada ante la inusual invitación, ella accede sin elección.
Horas después Rocío se encuentra saboreando todo tipo de salsas picantes, fajitas y burritos frente a un perfumado entrevistador. El ágape transcurre animado y el misterioso anfitrión cambia con sutileza cualquier intento de Rocío por centrar la conversación en su futuro profesional ofreciéndole más cerveza. Embriaga más tarde por un número considerable de margaritas, ella tarda poco en olvidar su cometido.
Consciente, sin embargo, de la intención de su maestro de ceremonias, Rocío baja la guardia y aunque sin perder la compostura da por imposible hablar durante la velada de arquitectura. Entonces ocurre algo. "¿Te apetece continuar la reunión con un gin tonic en mi salón?" suelta tajante Ernesto. A Rocío la pregunta le huele más bien a aventura. Se acuerda entonces del best seller americano "Cincuenta sombras de Grey". Una relato romántico-erótico sobre la relación entre una sumisa estudiante y un sexy millonario empresario en la que abundan un sinfín de referencias sexuales explícitas que rozan el sadomasoquismo.
Fantasear con el símil de aquella situación a Rocío le bastó para estremecer cada poro de su cuerpo y dejarse llevar con ganas de una noche de novela. Mezclando los negocios con el ocio. Pasando del entusiasmo contractual al impulso natural por un orgasmo bestial. Estrechando lazos de un futuro compañerismo laboral hasta un intenso estrangulamiento sensorial. Un furtivo idilio repleto de vibrantes tocamientos como colofón final de un exhaustivo proceso de reclutamiento.
Una vez en el taxi de camino a casa Rocío revive lo que acaba de suceder. Tiembla al recordar los extraordinarios brazos y torso de ese maromo de recursos humanos que la ha sometido un escrupuloso cuestionario práctico en habilidades de alcoba con aires totalitarios. No puede evitar sonrojarse al preguntarse si la pasión descontrolada forma parte de los requisitos para ser aceptada.
Semanas después Rocío no obtiene respuesta. En Infojobs le notifican que la oferta ha caducado pues el puesto ya ha sido adjudicado. Interesada por la persona elegida, Rocío decide pasarse sin avisar un día por la oficina. Una mujer rellenita y de mayor edad ocupa el puesto. "Lo siento cariño, pero en esta plantilla mi obligación consiste en evitar cualquier tipo de distracción", responde Ernesto haciendo del machismo su mejor aliado. "¡Voy a pegar carteles de 'Se Busca' por toda la ciudad para que se sepa la verdad. No hay derecho a este abuso de la autoridad!", exclama cabreada recriminándose más tarde su gran error.
La incertidumbre laboral y el retraso del instinto maternal, ha llevado a ciertas mujeres a alargar su soltería y a disfrutar del placer espontáneo con absoluta alegría. Una situación por la que la mujer actual se caracteriza más por el affaire del momento que por un final de cuento. Tipos como Ernesto, conscientes de esta revolución femenina en cuestiones relativas al amor se aprovechan interpretando, si bien ya no tanto el anticuado papel de príncipe azul, pero sí de un seductor Señor Grey más cool.
Cuidado señoras porque si detectan movimiento en recursos humanos no piensen que por fin este departamento abandonó su papel de villano. En tiempos de máxima vulnerabilidad laboral y libertinaje moral existen muchos influyentes Ernestos con ganas de engañar y obtener productividad únicamente en la labor de mojar.
Engrosan sus listas de encuentros carnales a través de los móviles facilitados en los currículos con fines sexuales. Si opta por cierto desenfreno e imprudencia en la cama mantenga alerta sus cuatros sentidos pues a la hora de entrar en un proceso de selección considérese, antes de cualquier decepción, en una posible candidata únicamente de revolcón.
Algunos tios es que solo piensan en mojar y hacen lo que sea para ello., Bueno mas bien bastantes.... Es que los tios somos asinnn. bueno todos los tios tenemos el mojar como gran objetivo pero a la mayoría se nos puede torear bastante fácil, aunque por lo que cuentas hay algunos que tienen bastante éxito. Yo creo que el tio sería bastante guapete y simpático y a nadie le amarga un dulce.Si hubiese sido un tio normalito-medio Rocio lo tenia claro y se buscaba una excusa para irse a casa después de cenar. Las tias deben tener claro que al igual que toca la loteria puede que pillen un principe azul. Debe de ser un probabliidad similar. Y en base a eso actuar en consecuencia. Muy chulos todos tu artículos carla.
Pues yo que me quedo sin trabajo con 48!!!! Me veo francamente mayor!!! Jajaja Gracias Carla, como siempre.
Bueno ,tontitas no somos y menos con carreras superiores. La unica escusa por ambas partes es que la aventura es la aventura, y a disfrutarla y si no a otra cosa mariposa, poro quejarse nooooo. Como siempre Carla nos hace pensar y nos saca una sonrrisa
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