MADRID. Pese a las previsiones del FMI y como si de una mala película de suspense se tratara y pese a que unos y otros utilizan la retórica para alargar hasta el final el clímax de la duda, tanto en Bruselas, sede de la Comisión Europea, como en Madrid, se da por hecho que la Comisión flexibilizará el objetivo de déficit público para 2013, que podría situarse alrededor del 6% del PIB, un punto y medio de margen respecto a lo estipulado hasta ahora, y en ese escenario se esmera el gobierno español con su segundo paquete de medidas reformistas que cuenta con la conformidad de la Comisión y que se hará público el próximo 26 de abril.
Los dirigentes de la eurozona como cualquier analista de referencia que se precie, tienen claro que no es el mejor momento para ajustar previsiones, pero es consciente de que España ha hecho los deberes con suficiencia y pulcritud y que sobre esa base, no tiene sentido perseguir objetivos en plazos determinados que fueron fijados en otro contexto y bajo otras circunstancias. Por el contrario, sí que se considera prioritario, a la vista de las dificultades de crecimiento existentes, que tanto España como otros países, cuenten con fondos y herramientas para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo.
En un entorno hostil como el que sufre la zona euro, tanto el gobierno de Madrid como el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Rehn, coinciden en la necesidad de buscar formulas que no encorseten, aún más, las débiles estructuras productivas de España, siendo sensibles a que el nuevo Plan de Estabilidad español mejorará la credibilidad en solvencia y competitividad de España a medio plazo.
Con todo un escenario nacional e internacional plagado de riesgos, aunque también de fortalezas y oportunidades, la economía española en recesión, aún acusada, comenzó a perder intensidad tras el cuarto trimestre del pasado año (-0,8%) y aunque el PIB caerá todavía un 0,5% en el primer trimestre de este año y en torno al -0,2% en el segundo trimestre, puede tocar fondo hacia verano y alcanzar un PIB positivo en el último trimestre de forma gradual, siempre y cuando el contexto internacional ayude y la política fiscal y las condiciones financieras sean menos duras.
Pese a que aún pesa la caída de las rentas, el desapalancamiento público y privado y la confianza, los analistas de referencia de Tendencias del Dinero consideran que el PIB y la demanda nacional mejorarán a medida que avance el año, al revés que en 2012, aunque el bajo punto de partida dará lugar a una caída del PIB en 2013 similar a la de 2012, teniendo en cuenta que el consumo privado tardará algo más que el PIB en tocar fondo dado que quedan lastres heredados del pasado año como son el que la renta disponible caerá con el empleo, la moderación salarial y el impacto fiscal, el ahorro, que sostuvo al consumo en 2012 tiene menos recorrido de caída y que la riqueza real sigue cayendo mientras que el desapalancamiento limita el recurso al crédito.
Sin embargo, la menor inflación, la mejora de la riqueza financiera y los tipos de interés limitarán la caída del consumo privado.
Las previsiones para 2013 dejan una buena noticia: la debilidad residencial ya no es causa de la recesión sino consecuencia de ella y aunque la contracción residencial se prolongará más de lo previsto, perdiendo intensidad, el precio de la vivienda caerá en 2013 un 8%.
Otro de los aspectos a resaltar es que la inversión en equipos reducirá su ritmo de caída en el segundo semestre, aunque la recuperación de la inversión en equipos se verá limitada por la caída de la demanda interna y el acceso al crédito, más caro que en la Eurozona. Sin embargo, la mejora del entorno y la situación financiera de las empresas -en donde el ahorro financiero neto ha subido al 2,5% del PIB, mejorando su capacidad de autofinanciación- reducirá el ritmo de caída.
La Comisión en sus análisis considera que la contribución de la demanda externa aumentará moderadamente como consecuencia de que las exportaciones registrarán una gradual revitalización, mientras que las importaciones seguirán cayendo en 2013 a ritmos semejantes a los de 2012.
De la misma forma, aunque el desempleo ha llegado en España a cotas difícilmente adjetivables, sí que existen indicios de que el empleo reduce su ritmo de caída, lo que se interpreta como un signo positivo de la reforma laboral, si bien el punto de partida limita la mejora en media anual. En todo caso, la reforma laboral contribuye al ajuste salarial y a la re-organización interna y podría acentuar moderación salarial, lo que no apoyaría la recuperación del consumo.
En donde no hay dudas es en el hecho de que el descenso de la población activa contendrá el aumento de la tasa de paro, aunque la tasa de paro desestacionalizada alcanzará su techo en el segundo semestre de este año pudiendo superar el 27 %. Sin ajuste de estacionalidad el punto de inflexión podría encontrarse en el primer trimestre del año próximo.
En donde tampoco existen demasiadas dudas es en que la reforma laboral contribuirá a elevar el ritmo de creación de empleo.
La inflación, una de las variables más temidas de toda política económica, no parece que vaya a suponer problema alguno en el corto y medio plazo en España, ya que las previsiones apuntan a un entorno del 1,5 % en 2013.
El déficit público que ha caído al 7% del PIB en 2012 desde el 9%, apunta a un 6% en 2013, nueva barrera que la Comisión fijará para España, casi con toda seguridad, en mayo. El esfuerzo realizado por la sociedad española es especialmente bien valorado por la Comisión.
Pese a los logros alcanzados, el esfuerzo de consolidación a medio plazo, a realizar el España, no ha concluido e incluso, con una revisión como la esperada, el objetivo de 2014 precisa de más medidas que tienen que ver con la cuantía del déficit estructural -que la Comisión eleva a un excesivo 90%-; al bajo nivel de los ingresos públicos, al freno del aumento de la deuda pública ajenos al déficit o al efecto ayudas al segmento dañado del sistema financiero.
Pese a todo, la mejora de saldo corriente ha sido una sorpresa positiva y se espera que el superávit en 2013 sea del 1% y del 2% en 2014, extendiéndose la mejora a todas las subbalanzas, siendo consecuencia todo ello de la necesidad de lograr un superávit estructural.
El sistema financiero es el último gran capítulo de preocupación de la economía española, aunque cada vez genera menos preocupación, debido a que el proceso de reestructuración se encuentra bien avanzado y aunque, pese a la mejora gradual de las condiciones financieras, éstas están lejos de normalizarse.
A resaltar el hecho de que la tasa de mora no ha tocado techo en hipotecas y empresas ajenas a la construcción debido fundamentalmente a la persistencia del paro y la reducción del ahorro de las familias. Todo ello apunta a mayores deterioros de la calidad de la cartera de crédito.
Aún así, la morosidad se sitúa 3,5 veces por debajo de la estimada en el escenario adverso de Oliver Wyman, por lo que parece improbable que tenga un impacto adicional en la solvencia.
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