VALENCIA. Hace meses que concibo mi ser como un refugio para la reflexión, el perfecto cobijo donde entrar en sintonía con mi yo verdadero y donde dar rienda suelta a la imaginación para evadirme de un mundo que produce tanta indignación. Una filosofía que Luisa, mi vecina la pitonisa, me recetó para curar mis recientes males sobre la búsqueda nada prolífica de trabajo.
Efectivamente, tomando al pie de la letra sus consejos, mi nuevo yo, algo más zen y menos tirante en una situación tan poco galante, descubrió la auténtica relajación en el Yin (tonic) y en el Yang (Germaster). Así pues, mi nuevo amuleto taoísta se unió a mi aventura laboral, percibida ahora desde el prisma de un ojo más espiritual: aquel que pasa por el de la óptica eufórica que provocan los efectos de la más selecta combinación de las bebidas destiladas.
Fiel pues a esta máxima, tras continuadas noches de entregada diversión en la pista, en un concurrido pub por la zona de Ruzafa del que soy público fiel durante la vida nocturna valenciana, y conversación animada en la barra acompañada siempre de un gran Yin, materializado en copa de tubo, pepino y limón, y dosificada ingesta del Yang, en forma y contenido de chupito germano para embriagar el alma y elevarla al fragor del subidón nocturno, por fin llegó mi recompensa por practicar buen karma.
Descalificada de un tedioso proceso de selección decidí salir una noche y derrotar mis pies hasta un estado de combustión tras la reciente desilusión. Cuerpo, mente y espíritu por fin en sintonía mientras bailaba a un ritmo frenético, se me acercó un tipo muy sonriente: "Hola, me llamo Javi ¿y tú?", preguntó directo sin borrar su cálida expresión.
"Carla", le contesté amable sin detener el ritmo. "¿A qué te dedicas?", continuó. Rompiendo la magia del momento ante la impertinente cuestión me dispuse a increparle con furia, pero me contuve. Me recordé que me había vuelto zen. Respiré hondo y sujeté con fuerza mi armónico colgante blanquinegro: "Soy corredor de bolsa, bolsa de dinero que veo, bolsa que me llevo corriendo, con esto de la crisis ya sabes...", bromeé.
La ocurrencia, fruto de mi reconversión a un yo más sereno (y del cachondeo producido por abundantes cantidades de etanol discurriendo por mis venas) fue la clave aue me brindó la mejor oportunidad desde hacía meses. El desconocido, que resultó ser el director de contenidos de una importante productora nacional, me entregó su tarjeta para mandarle mi CV, simplemente por caerle en gracia (nunca fallas Yin. Y tú eres grande Yang. Gracias).
Por si os lo estáis preguntando, no. Por supuesto que no tengo trabajo y eso que tuve el privilegio de presenciar y ser testigo de eso que dicen que se llama: entrevista de trabajo. Entonces yo me planteo ¿Fue un castigo de las fuerzas divinas por querer abusar de mi reciente energía positiva? ¿Es que mi verdadero talento sólo aflora cuando la melopea mi visión de los hechos decolora? O por el contrario, ¿las condiciones del trabajo se me antojaron infumables una vez liberada de mi intoxicación etílica? En cualquier caso, como mi Yin Yang no me abandona, ya tengo los ánimos recompuestos y he presentado mi candidatura a pichichi.
Y es que, con o sin conexión mística aunque la suerte luego se oponga, la cuestión siempre está en "echarle pelotas" en una época con carteras en bancarrota. ¡Viva la desinhibición que despierta la sagrada práctica del botellón!
creo que la crisis y el acohol etilico sacan lo mejor de ti, quizas es tu karma
brillante, sarcastico y divertido, como debe ser,
querida....jajajaja me he reído un montón con tu descripción del YIN y el YANG...Siempre agitado , pero no revuelto....el poder del zen ayuda en esos momentos de argggggggg.....
espero con impaciencia el sabado para tu comentario procua que el YING y el YANG ESTEN DE acuerdo es fundamental
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