MADRID. Veinticuatro horas antes de que el Eurogrupo tomara la decisión de participar en la solución de los problemas de una parte del sistema financiero español, e incluso antes de que el propio Gobierno tomara la decisión de solicitar el apoyo de Europa, una filtración de Reuters encendía todas las alarmas cuando citando fuentes comunitarias -y otra alemana- aseguraba que el sábado era el día en que España reclamaría ser oficialmente intervenida.
Era la enésima utilización de los medios de comunicación internacionales para presionar a España en una dudosa política a la que los grandes medios han participado con alborozo y sin cuestionarse el papel desarrollado.
En un reciente acto de entrega de premios de la Asociación de la Prensa de Madrid, el príncipe Felipe se lucía ante los periodistas madrileños recordando con nitidez que "hoy y siempre es fundamental la labor del periodista de calidad, del que informa con rigor, analiza con conocimiento y opina con responsabilidad, respetando unas normas deontológicas elementales".
Años atrás, Noam Chomski escribía que "la prensa, vestida siempre con los rojos de la objetividad y de la dignidad, resulta cada vez más instrumento de manipulación informativa, de comunicación sesgada y, en fin, de presión económica, política e ideológica".
Difícil hacer conjugar ambas reflexiones y de ello han dado sobradas pruebas los "prestigiosos" y "rigurosos" diarios internacionales que llevan semanas dándose un baño de amarillismo, rebozándose en el mal periodismo y escondiéndose detrás de fuentes ignotas, cada vez que han abordado la difícil situación de la economía y del sistema financiero español. Hasta la propia Merkel se ha visto en la obligación de pedir que no se alimenten rumores.
Es un hecho demostrado que no todos los movimientos en torno a las expectativas de evolución de las cuentas de un país, sean necesariamente especulativos, aunque está igualmente demostrado que muchos de los movimientos especulativos de las operaciones a corto y que han reportados millonarios beneficios a quienes así operan, han contado con la connivencia de medios de comunicación -supuestamente prestigiosos- que han hecho prevalecer esos intereses espurios a los de sus propios lectores (ver Tendencias nº 161).
Y cuando no ha sido así, los citados medios se han deslizado en un mundo de intereses políticos ofreciendo informaciones, más o menos fundamentadas, amparándose en difusas fuentes que no ofrecen ninguna credibilidad por aquellos de que los mediterráneos somos carne de cañón para la elite financiera de la City o de Wall Street.
Solo así cabe interpretar lo que hizo el Financial Times, cuando en su página de Internet y citando a funcionarios de la UE, se movía por el fango en relación a Bankia al tirarse a la piscina anunciando que el BCE había rechazado el plan de inyectar a la matriz de Bankia bonos por 19.000 millones de euros, incluso iba más allá al enfatizar que el BCE dejó claro a España que es necesaria una verdadera inyección de dinero y que la ayuda podría vulnerar la política de la Unión Europea, que prohíbe al organismo dar financiación a los Gobiernos de los países miembros.
El ministro De Guindos tuvo que desmentir públicamente el asunto con el argumento de que no había todavía plan alguno, a la vez que ponía a lo publicado por la prensa como ejemplo de que en el "difícil" contexto actual aparecen "rumores por todos sitios" y "cosas sin sentido".
Nadie pondrá en duda de que el terreno estaba abonado y con una situación extremadamente difícil para España, tampoco era necesario el esmero de la prensa británica que, a lo largo de su reciente historia, ha dado sobradas muestras de lo que es capaz de hacer un teórico aliado que como Reino Unido no forma parte de la unión monetaria del euro, ha atacado continuamente desde la prensa y otros círculos, a la situación de España. Dudas y rumores, sin fuentes, que han perjudicado claramente a nuestra economía y que han obligado a España a una financiación más cara en los mercados, con la deuda a intereses imposibles. Rajoy ya lo dijo: España no podrá seguir financiándose a estos precios. Pero la prima de riesgo no se relaja y el ataque especulativo perjudica y acrecienta aún más la crisis de deuda.
Días después del FT era la biblia del periodismo económico estadounidense, The Wall Street Journal, el que jugaba con su prestigio cuando propalaba urbi et orbe, sin fuente alguna y coincidiendo con la visita de la vicepresidente Sáenz de Santamaría a Washington, que el FMI había comenzado a estudiar los planes de contingencia para conceder un préstamo a España en caso de que fracasara el plan de recapitalización de Bankia.
La directora gerente del FMI, Lagarde, tuvo que salir públicamente a negar que el organismo tuviera un programa para España: "Absolutamente no. No ha habido ningún estudio del FMI de programa para España ni discusión sobre dicha posibilidad, de ninguna manera". Pero ello no fue suficiente para que el rotativo se la envainara dejando constancia de que: "Dicen que un rescate a España es inconcebible, pero es igualmente inconcebible que el Fondo no esté preparando estudios preliminares para tal eventualidad". Ese tipo de estudios, según aseguraban en el organismo al rotativo, "no son inusuales" en el FMI. La carrera por empujar a España hacia el abismo se convertía así en una constante.
Los medios alemanes no se han quedado al margen de este proceso que algunos califican de "intoxicación", convirtiendo a España, como hace meses fue Grecia, en tema frecuente de análisis de los diarios alemanes y desde el Frankfurter Allgemeine Zeitung hasta Der Spiegel han hablado de España haciéndose eco de los rumores y dándoles credibilidad a la vez que analizaban con preocupación las características de la crisis de nuestro país.
Die Welt, por ejemplo, citando varias fuentes sin identificar, señalaba que las autoridades europeas están considerando ofrecer a España una línea de crédito preventiva a través del fondo de rescate europeo para ayudar a apuntalar su débil sector bancario y que "España podría solicitar esta ayuda preventiva antes incluso de las elecciones griegas y de que el Gobierno presente el informe sobre sus bancos".
La noticia del diario alemán señalaba que esta línea de crédito daría a España la opción de intentar captar fondos propios para la recapitalización de los bancos y después recurrir a la ayuda externa en caso de que no logre la financiación suficiente.
Y ya metidos en el carrusel, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, citando fuentes gubernamentales, lanzaba a los cuatro vientos que el rescate a España ya estaba gestándose, mientras que el Financial Times Deutschland, citando también fuentes sin identificarºque el Tesoro pudiera pagar los 8.134 millones de euros a los inversores que tienen deuda pública española. España cubrió con largueza la subasta y no necesitó del famoso fondo.
Los ingleses que se sienten cómodos tratando a España como un ser menor no han perdido oportunidad alguna, y el Daily Mail ninguneaba el potencial de la economía española y de su sistema financiero recordando que los bancos británicos "han prestado grandes sumas de dinero a España en los últimos años", a la vez que destacaba que las cuentas públicas españolas estaban "envenenadas".
A la postre, todos esos ataques continuarían, poniendo las cosas imposibles para España y colocaban a la prensa como transmisores necesarios de presiones y malas noticias interesadas.
Un analistas publicaba recientemente que "el ministro de Economía, Luis de Guindos, lo tiene claro: estas semanas serán claves para España e Italia, protagonistas forzosos de la actualidad económica internacional. España ha ganado notoriedad en el exterior por dos palabras: crisis y riesgo. Riesgo a invertir, riesgo en la banca, riesgo en las familias, en las empresas... Esta espiral de desconfianza se ha aliado con la especulación, pero lo cierto es que el país anda envuelto en una carrera contrarreloj para evitar el farolillo rojo del rescate".
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(*) Carlos Díaz Güell es editor de Tendencias del Dinero, publicación on line económico-financiera de circulación restringida.
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