MADRID. La presencia en Bilbao del presidente del Eurogrupo y de la directora gerente del FMI ha tenido un denominador común al señalar ambos que el desempleo es la principal preocupación y el principal reto de España, reclamando la necesidad de profundizar en la reforma laboral con objeto de flexibilizar el mercado del trabajo para acercarlo al modelo mayoritario en la zona euro, y "no para beneficiar a los que tienen empleo, sino a los que quieren tenerlo", a través de una reducción de costes fiscales, "no necesariamente salariales".
La lectura libre que se ha hecho en España de las palabras de Dijsselbloem y Lagarde no es otra que la de seguir con más moderación salarial.
Hace tan sólo dos días se confirmaba que la brecha salarial existente en España entre directivos y empleados continúa ensanchándose. Entre los más de 80.300 euros anuales que cobra de media un director de departamento de una gran empresa, a los apenas 21.300 que cobra anualmente un empleado, hay una diferencia considerable. La máxima expresión de este apartado se encuentra en Iberdrola, en donde su presidente ha llegado a cobrar 294 veces más que un trabajador medio.
Tema recurrente donde los haya, la cuestión retributiva es materia sensible en España y abonado para la demagogia, máxime cuando es una realidad que la participación de los salarios en la renta nacional ha experimentado un continuado retroceso, lo que queda reflejado en el hecho de que la participación de los salarios en la renta nacional ha caído entre 2009 y 2013 seis puntos porcentuales, de modo que, en cuatro años, se ha retrocedido tanto como entre 1994 y 2007.
Aunque no sea suficiente para lograr un modelo productivo más competitivo y en donde primen las exportaciones, el hecho cierto es que la devaluación de los sueldos representa uno de los grandes sacrificios inevitables que han llegado de mano de la crisis para impulsar la competitividad de España, aunque ello ha supuesto una caída del consumo doméstico, que a su vez ha tenido su proyección en el PIB.
Según la Contabilidad Nacional, los sueldos han disminuido en España en los últimos años y la reforma laboral ha imprimido una velocidad de crucero a esa tendencia que, por otro lado, ha impulsado la competitividad (se produce de forma más barata y, por tanto, se puede vender a menor precio) lo que, a su vez, se ha traducido en un estirón de las exportaciones. Aunque los niveles salariales no son el único factor que influye en el buen resultado de nuestras ventas al exterior, sí es cierto que desde 2009, cuando los costes laborales unitarios comenzaron a moderarse, se percibe un estirón mayor en las exportaciones.
Inevitablemente cuando surge el debate sobre la moderación salarial emerge el capítulo dedicado a la retribución de directivos y presidentes de empresas, en tanto en cuanto no deja un referente social de la España en crisis. Y de todos ellos, uno de los salarios que más polémica levanta en España -dentro incluso de su propia compañía- es el que recibe el presidente de Iberdrola, Sánchez Galán.
Las juntas generales de accionistas se han rebelado contra las estratosféricas cifras que cobran sus más altos dirigentes, sobre todo cuando las remuneraciones no van acompañadas de subidas en bolsa para los inversores y así, el punto del orden del día sobre los salarios de los consejeros es el que hasta ahora ha generado más rechazo entre los asistentes y puede que en las próximas juntas generales se vuelva a producir.
En esa generalizada tendencia han contribuido casos especiales que en época de crisis como la que ha atravesado este país parecen, cuando menos, llamativos, no solo por la cantidad final percibida, sino por cómo está distribuida, aunque en pocas ocasiones se tenga en consideración el hecho de que las compañía afectadas consigue elevados beneficios con los que retribuir al accionista: 4.699 millones (Telefónica); 2.500 (Iberdrola); 1.670 (Inditex) o 1.400 (Repsol).
No es un caso especial el del presidente de Repsol, Brufau, quien ha llegado a cobrar hace tres años 10,48 millones de euros, suma en la que estaba incluida 2,77 millones asociada a los buenos resultados obtenidos por Repsol; 353.188 euros por pertenecer al consejo; 2,36 millones por el desempeño de funciones directivas; 1,94 millones en retribuciones en especie junto a variables; 375.000 euros por pertenecer al consejo de Gas Natural y de YPF, y, finalmente, 2,67 millones como pólizas de seguro de vida y jubilación.
Quizá fue por ello por lo que Brufau se ha visto señalado por el dedo de un miembro de su consejo de administración, pese a que su nómina se ha visto sensiblemente mermada en los últimos años. Sin embargo, esa rebaja no parece que fuera suficiente para el consejero de la compañía y director general de Pemex, Lozoya, quien no se cortó un pelo a la hora de criticar la retribución de Brufau al poner de manifiesto que el sueldo del presidente de Repsol no se corresponde con la retribución que la compañía ha ofrecido a sus accionistas a lo largo de los últimos años. PEMEX controla un 9,3% del capital de la petrolera española.
Como segundo ejecutivo mejor pagado del grupo energético aparece su secretario general, Suárez de Lezo, quien en 2012 percibió 2,89 millones y la aportación a su pensión fue de 203.000 euros.
Llamativo el caso de Repsol, cuando Fainé, presidente de La Caixa y Caixabank, su principal accionista, percibe una retribución total de 2,66 millones de euros, cifra igual a lo que ha ido percibiendo desde que está al frente de la entidad financiera catalana.
En el caso del presidente de Iberdorla, Sanchez Galán, también ha tenido que enfrentarse a sus ariscos accionistas que no entendían muy bien que su retribución llegara a acercarse a los 6,6 millones de euros (2,25 millones en fijo + 3,25 millones en variable) y 1,15 millones en acciones de la empresa.
Una situación sin duda violenta la que tienen que atravesar estos líderes empresariales y de la que pocos se libran. Fue el caso del Consejo de Administración de Telefónica que tuvo que aguantar que el 40% de los accionistas presentes en la Junta General reprobaran la remuneración del presidente y de su Consejo. Al año siguiente, los salarios de los máximos gestores de la operadora de telecomunicaciones se rebajaron un 30%.
Pero con todo, el presidente que se lleva la palma es el primer ejecutivo de Inditex, Pablo Isla, que llegó a percibir 18 millones de euros en 2011, aunque gran parte de esta cifra se debe a la valoración del paquete de acciones que le fueron otorgadas al ser nombrado consejero delegado. Hoy su retribución fija es de 2,45 millones y la variable de 1,73 millones.
En este entorno, el sueldo "oficial" del presidente del gobierno, Rajoy, alcanza los 78.000 euros al año por estar al frente de una empresa con una plantilla de más de 45 millones ciudadanos con una economía de más de un billón de euros y una deuda de similar valor. La cuantía se antoja ridícula y, para muchos, falsa.
Hola Carlos, me ha parecido muy interesante tu artículo, pero me gustaría matizar una cosa: Siempre que se habla de salarios en España se utilizan medias como medida de referencia, y no creo que sea una buena referencia en absoluto. De hecho ni mis amigos ni mis compañeros de trabajo llegan a esa media, y eso quien tiene la suerte de cobrar por trabajar. Creo que sería más exacto hablar de la mediana (que en España supera por poco los 16.000 anuales) o incluso de la moda (que son unos 15.000), y que reflejan todavía mejor lo grande que es esa brecha. Saludos.
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