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VALENCIA. Desdramaticemos. Esto está cogiendo un cariz que mejor nos lo tomamos con sentido del humor, black humour como diría 'Blesa el gomoso' moviendo entre los hábiles dedos con la soltura de un tahúr su visa negra...

Imprescindible esa renegrida vena humorística para encajar la cruda realidad de lo que han sido largos años de bacanal y degradación pública, donde el dinero pasaba por las manos de aristócratas, recomendados, simpatizantes y demás residuos. Deudores, aduladores y farfulleros que igual daban que tomaban.

Esa época inflada en la que lo natural era timar a gente corriente y con la misma soltura descorchar un Louis Roederer brut. Traficar con influencias y trajinar dirigentes urdangarinamente epatados y dispuestos a montar su particular mundo ilusión. La epidemia de fraude y de ceguera que lo ha contaminado todo. Contemplémoslo desde otra perspectiva. Por salud mental básicamente.

Si no fuera porque Berlanga ya no existe, bordaría una cuarta entrega de La escopeta nacional. Nos daría lecciones sobre la condición humana, sobre la ética, la doble vara de medir, el abuso de poder, el deshonor, el servilismo, la necedad, el peloteo.

Su cine pesimista y cómico, tendría un guión de obra maestra. Retrataría espléndidamente a ese 15% de pobres energéticos que pasa frío entre "subastas eléctricas atípicas", al 17% de jubilados que no termina su tratamiento médico, a los preferentistas estafados, a los españoles a la cola en cualquiera de los 55 bancos de alimentos de todo el país.

A todos aquellos que han hecho las maletas

Perfilaría al tipo que con la desfachatez "porfa" que rezuman sus emails derrocha el dinero de otros aún sabiendo que no es su cortijo.

¿Cuánto costaba "la apisonadora"de Aznar?, ¿por qué soportar la soberbia del mini-yo de la familia en la frustrada venta a Bankia por 54 millones de una colección de arte que un informe interno valoró en 3 millones?, ¿actuará la fiscalía? ¿sí?, ¿no?, ¿depende de los 8.000 correos de tío Micky que no conocemos?

Imaginemos ese universo berlanguiano con villanos, héroes e ilustres de pacotilla. En el reparto estaría con papel principal el imperturbable magistrado que a pesar de las zancadillas persigue al final de su carrera a un duque em-palmado. Ni faltaría la jueza que arrastra con brío un trolley cargado de interminables miserias sindicales. O ese otro minucioso y callado que descifra los arcanos infinitos de una inmensa caja B de toda la vida, que tuvo su particular y madrileña "noche en blanco" la madrugada del viernes.

Los periodistas también seguimos a estas alturas tratando de averiguar qué quiso decir Rajoy con su jeroglífica y jugosa respuesta sobre Bárcenas. La frase de 2013: "la segunda ya...tal".

En esa película que sin Berlanga estamos viendo en sesión continua, el director se regodearía con el destarifo de dos décadas delirantes en la Comunidad Valenciana en las que pronunciar el adjetivo "temático" o la definición "gran evento" bastaba para poner a los políticos como motos. Aquí rodaría un spin-off autonómico genial solo con echar un vistazo a la Wikipedia que es como la pena de telediario pero prácticamente eterna y con actualizaciones. Ahí están todos los que han sido prescriptores de la era de las "paparruchadas".

Años de jauja que han dejado a esta autonomía en el chasis

¿Qué más secretos aún sin descubrir de Gürtel?, ¿cuántos testigos inesperados en el TSJ?, ¿cuántas nuevas diligencias?, ¿Quién y cómo compensará la pérdida del patrimonio y del respeto a los valencianos?.

No hay comisión de sabios que le tuerza a Montoro la mueca sarcástica ante la recurrencia del asunto, por más que la financiación se haya convertido en el mantra de la legislatura. De retroactividad al 1 de Enero de 2014 nada.

De la deuda histórica para qué hablar. La injusticia en el reparto se ha cebado con esta autonomía, pero el despilfarro y la corrupción se contabilizan en páginas distintas. El último CIS vuelve a situar a esta peste como la segunda preocupación de los ciudadanos después del paro.

Parece que los españoles estamos de vuelta de todo pero no: la Monarquía, la Banca, los sindicatos, el Constitucional, los empresarios, la Iglesia... ni siquiera el Defensor del Pueblo se salva, llevamos muchos meses suspendiendo Instituciones. Solo pasan del 5 la Guardia Civil, la Policía y el Ejército. A los partidos les escuece ocupar el último lugar: 1,8 sobre 10. La calle es un pozo de sabiduría.

En resumen: corrupción y políticos, "lo peor de lo peor". Hoy, ellos, son nuestro principal quebradero de cabeza y no al contrario. Deberíamos tener una ley de seguridad ciudadana como sistema de protección ante los gestores embozados. El ciudadano está de vuelta, descreído y hay motivos para desconfiar aunque es muy difícil que la historia se repita.

El programa de regeneración democrática del gobierno, encabezado por la Ley de Transparencia y el recién anunciado control de las finanzas en los partidos, de los gastos de altos cargos, el endurecimiento de las penas por cohecho, prevaricación o tráfico de influencias, indica la urgencia y la necesidad imperiosa de acercarse a la sociedad. Como siempre los gobernantes van a remolque de las cosas. No tiene mucho mérito pero por fin se ha hecho. No quedaba opción.

Si Berlanga siguiera haciendo cine y si no fuera porque lo sabido desalienta a la sociedad y tiene repercusiones económicas catastróficas, disfrutaríamos con esa visión suya tan sombría y tan cachonda. Pero ¡ay¡, los agujeros siguen apareciendo como los rovellones en Noviembre. Imposible digerir el esperpento y además reírse.

La democracia es un camino de alternancias: los elegidos llegan, gestionan, se mantienen o no en el tiempo y luego caen. Pero también la democracia es una suerte de equilibrios. ¿Hemos de votar siempre con la cabeza o nos podemos permitir por una vez hacerlo con el estómago?

De aquí al 25 de Mayo hay tiempo para pensar.