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La desbancarización de España

MANUEL ILLUECA. 19/05/2013

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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Nuestro sistema bancario está sometido a una gran crisis de credibilidad, que le ha restado buena parte de su influencia y prestigio social. Los bancos españoles han sido una parte importante del problema, pero sin embargo, serán tan solo una pequeña parte de la solución

VALENCIA. El campus de la Universitat Jaume I es una magnífica infraestructura educativa organizada en torno a un amplio bulevar central de forma rectangular. Flanqueado por dos grandes facultades a izquierda y a derecha, el bulevar culmina en la plaza cívica, punto neurálgico de la comunidad y expresión del poder universitario.

Hasta hace apenas unos meses, desde el centro de la plaza, decorada con una controvertida paloma blanca sobre fondo azul, el visitante encontraba a un lado el edificio del Rectorado, al otro la majestuosa biblioteca de la Universitat, y en el centro, ocupando un lugar prominente con vistas panorámicas al campus, la oficina de Bancaja.

Recientemente ha trascendido que, tras más de 20 años de colaboración, Bankia ha dejado de operar con la Universitat Jaume I. La oficina de la entidad en el Campus del Riu Sec ha cerrado sus puertas. Ni tan siquiera queda un cajero automático que nos recuerde a la que fue primera entidad financiera del País Valenciano. Ni rastro del sector financiero local que la crisis se llevó por delante para siempre.

Se trata de un ejemplo más de una realidad insoslayable: la banca española está en retirada. La red capilar de oficinas que alcanzó su máxima densidad en los albores de la crisis está siendo rápidamente adelgazada. La presencia omnímoda de la banca a lo largo y ancho del territorio forma ya parte del recuerdo.

Sin embargo, la retirada de la banca no es solo física, sino también y fundamentalmente social. No tiene que ver tanto con la geografía como con la autoridad moral de los profesionales del sector. Para muchos, la banca ha dejado de ser la solución, para convertirse en el problema. Y todo ello, fruto de cinco aspectos fundamentales que se retroalimentan entre sí.

1. El origen financiero de la crisis.

La crisis tuvo su origen en un diseño equivocado de la zona euro que nuestros bancos no supieron anticipar, en parte por falta de competencia, y en parte por la existencia de un conjunto de incentivos equivocados, una determinada manera de hacer banca donde los intereses de unos pocos prevalecieron sobre los intereses de las propias entidades financieras y los de la sociedad a quien decían servir.

El encarcelamiento reciente de Miguel Blesa, antiguo presidente de Caja Madrid, y la imputación por delitos societarios de antiguos exdirectivos de Banco de Valencia han reabierto el debate sobre la mala praxis de nuestro sistema financiero y sus consecuencias para la sociedad.

2. El incremento de las desigualdades

Esta crisis está provocando un aumento de las desigualdades sociales. Como nos recordaba un estudio reciente elaborado por el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, la pobreza ha aumentado un 8% desde el estallido de la crisis, afectando especialmente al País Valenciano, debido a la estructura de su tejido productivo. En este contexto, la banca está proyectando una imagen de falta de sensibilidad ante las situaciones de exclusión social generadas por los desahucios.

Cuando todavía está vivo en el recuerdo el escándalo de las preferentes, cuando la inyección de fondos públicos a los bancos asciende ya a más de 50.000 millones de euros, la problemática de los desahucios precisaría una conducta algo más proactiva por parte de las entidades financieras, siempre desde el acuerdo entre las partes afectadas y con la prudencia que exige la situación económica del país.

3. El final de la obra social de las cajas

Los servicios bancarios nunca gozaron de gran predicamento social. En las sociedades islámicas, la Shariá prohíbe el cobro de intereses (Riba). Y en España la usura, prohibida por la Ley Azcárate de 1908, fue considerada un delito ¡hasta 1995! De hecho, las cajas de ahorros surgieron para superar la desconfianza ancestral hacia el acreedor, fomentando el ahorro entre las clases más desfavorecidas de la sociedad. Creadas como entidades sin ánimo de lucro, las cajas siempre fueron consideradas la cara amable del sistema financiero. Permitían el acceso de la población a los servicios financieros fundamentales, e impulsaban el desarrollo local facilitando el acceso al crédito a las pequeñas empresas y fomentando actividades de tipo cultural y educativo bajo el paraguas de la obra social.

Este componente del sistema financiero acabó fagocitado por sus propios errores, y su desaparición ha dejado tras de sí una quiebra de la confianza que tardará tiempo en recuperarse.

4. El cambio en el modelo de banca

La reducción de la red de oficinas está aumentando la distancia física entre los bancos y sus clientes. Esta circunstancia supondrá una importante limitación al desarrollo de la banca relacional, un modo de operar con las entidades financieras, típico en nuestro país, basado en el intercambio continuo de información entre el cliente y el director de oficina. Caminamos hacia un modelo de banca más profesionalizado e impersonal, que permitirá explotar en mayor medida las nuevas tecnologías de la información, pero que restará buena parte del protagonismo que la banca siempre tuvo en la comunidad.

5. La falta de crédito

Mucho se ha hablado sobre las bondades de la reforma financiera en sus cuatro ejes fundamentales: consolidación, recapitalización, gobierno corporativo y saneamiento de activos inmobiliarios. Transcurrido un tiempo desde la inyección de fondos públicos a la banca, la sociedad constata que el crédito no fluye a las empresas conforme a lo esperado, y empieza a extenderse la idea de que la industria bancaria continua siendo un freno para el desarrollo económico de España.

Sin embargo, no parece razonable esperar que la recuperación del crédito llegue antes que la recuperación económica, sino de forma acompasada con la misma, a medida que las ganancias de competitividad generen un incremento de la demanda externa de productos españoles.

En definitiva, nuestro sistema bancario está sometido a una gran crisis de credibilidad, que le ha restado buena parte de su influencia y prestigio social. Los bancos españoles han sido una parte importante del problema, pero sin embargo, serán tan solo una pequeña parte de la solución. Sin embargo, conviene no llevarse a engaño. No hay ningún indicio que permita atisbar un nuevo proceso de desintermediación financiera de España.

El activo de los bancos disminuye, porque la economía española se encoge. Pero no parece que las bolsas de valores vayan a tomar el relevo en la canalización del ahorro hacia la inversión, en parte porque la cultura financiera del pequeño ahorrador en España todavía no lo permite, y en parte porque el apetito por el riesgo de nuestra sociedad se encuentra bajo mínimos después de experiencias amargas con las últimas salidas a bolsa.

España necesita a la banca. Urge detener su desprestigio social.

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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1 comentario

José Nebot escribió
29/08/2013 20:11

Centrándome en "hacia dónde vamos", has escrito algunos comentarios interesantes: la cultura financiera de la sociedad española irá evolucionando por fuerza, pues el sistema está cambiando hacia un modelo más "anglosajón", donde las personas deberemos tomar más decisiones y asumir mayores riesgos. El uso de las nuevas tecnologías y las relaciones más "a distancia" también se están imponiendo, y bien hecho, no tiene porque ser malo: más eficiencia y mejores condiciones para todos los actores, pero claro, requiere también de un cambio del modelo de actuación y comportamiento de todos. Saludos!

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