VALENCIA. La escena es conocida. Mariano Rajoy mantiene un ominoso silencio, durante meses, sin confirmar ni desmentir, sin dar señales que permitan elucubrar cuáles son sus preferencias. En el camino, Rajoy pone de los nervios a los dirigentes de su propio partido, mantiene en vilo a los periodistas y convierte un "dedazo" (como se designan los candidatos autonómicos en el PP, por dedazo del jefe) en un acto litúrgico.
Se generan todo tipo de especulaciones y rumores. Bullen las candidaturas y propuestas. Se comenta que determinados dirigentes del PP, muy cercanos a Rajoy, le tienen convencido para adoptar determinada posición. Se escriben sesudos artículos que demuestran el ambiente de total efervescencia que vive el partido. Y al final, tras meses de espera... Rajoy hace un Rajoy.
Es decir: no hace nada, no adopta ninguna decisión revolucionaria, se lleva por delante cientos de páginas escritas respecto de la decisión que aún no había hecho pública, y mantiene a Alberto Fabra, al que antes de Navidades casi todo el mundo veía ya desahuciado, como candidato del PP a la presidencia de la Generalitat.
Rajoy mantiene a Fabra por diversos motivos, que tienen poco que ver con el carisma y la capacidad de gestión del candidato. En primer lugar, lo mantiene porque apostó por él hace cuatro años. Y descabalgarlo, destituir al segundo líder consecutivo del PP valenciano, sobre todo si no es por una cuestión específica (como la apertura de juicio oral a Camps por el caso de los trajes), supondría que Rajoy se desautorizara a sí mismo.
En segundo lugar, Fabra recibe el premio a sus desvelos en estos años. No por los valencianos, sino por Rajoy. Pues Fabra ha sido todo este tiempo un paciente gobernador civil, un delegado de Génova, y después de La Moncloa, dispuesto a hacer todo lo que le manden, apenas musitando alguna tímida protesta alguna vez. En este sentido, cabe decir que, desde la perspectiva de Rajoy, si bien Fabra tal vez no tenga mucho empaque como político, como ordenanza es impagable.
Y por último, Rajoy mantiene a Fabra porque, vista la situación electoral del PP, es muy poco previsible que ningún candidato lograse mantener la Generalitat. Y en este contexto, desde el punto de vista de Rajoy, tal vez no merezca la pena otorgarle la candidatura a alguien que quedaría ya quemado por un -previsiblemente- pésimo resultado electoral. Parece mejor, de nuevo, quemar a quien ya está quemado.
Un candidato amortizado antes de empezar
Nombrar a Fabra, en consecuencia, también supone el reconocimiento tácito, por parte de Rajoy, de que la Comunidad Valenciana está perdida. Una evaluación que viene a sumarse al pasotismo y la dejadez con la que Rajoy ha tratado a los valencianos estos años: como si la Comunidad Valenciana no fuese uno de los graneros de votantes más importantes del PP, sino una comunidad autónoma "de segunda" también a efectos electorales. Para Rajoy, para Génova, la auténtica batalla, el bastión que no pueden permitirse perder, es Madrid, no Valencia. Valencia, a sus ojos, ya está perdida, y la cuestión es asumirlo.
Tanto es así que ni siquiera las encuestas filtradas desde el propio PP se atreven a otorgarle a este partido un resultado con el que sea factible formar gobierno. Como mucho, esbozan una situación de incertidumbre, en la que el PP tal vez, en el mejor de los casos, estaría a pocos escaños de alcanzar una mayoría suficiente junto con Ciudadanos (y/o UPyD). Encuestas que buscan movilizar al electorado conservador, dado que hacer triunfalismo es imposible, y puesto que ninguna encuesta que otorgase mayoría absoluta al PP tendría credibilidad alguna (ni contribuiría a desmovilizar al electorado de izquierda).
El mejor escenario posible para el PP sería el siguiente: EUPV se queda fuera de Les Corts (con lo que la izquierda perdería esos sufragios) y tanto C's como UPyD logran entrar. Este es un escenario hoy poco probable. Lo más normal es que alguno de los dos se quede a las puertas del 5%, precisamente porque compiten por el mismo electorado, y éste no es inagotable.
Pero, además, incluso en el mejor de los casos el PP tendría que conseguir un resultado magnífico, un mínimo de 40 escaños. Y eso, combinado con la entrada de UPyD y Ciudadanos, sí que parece ciencia ficción, porque implicaría que la última legislatura, en términos electorales, apenas haya existido. Es decir, que cuatro años de crisis, de empobrecimiento de los ciudadanos, y sobre todo de absoluta debacle del modelo político, económico y social implantado por el PP, no habrían tenido el más mínimo efecto sobre la adscripción ideológica, en torno al eje izquierda-derecha, ni sobre la movilización electoral, de los valencianos.
Pero, mientras todos estos cálculos electorales se consuman (si es que se consuman, que obviamente está por ver), al menos Fabra ha logrado su objetivo: permanecer en el puesto hasta el final, y presentarse como candidato en unas elecciones, en vez de ser un mero comisionado de ida y vuelta (nombrado por Rajoy, y también destituido por Rajoy).
Eso sí, lo ha hecho en una situación de extrema debilidad, dentro y fuera de su partido, totalmente superado por los acontecimientos, por la dureza de la crisis, y por los efectos electorales de algunas de las decisiones adoptadas por el president de la Generalitat. De manera que, si Fabra no logra mantener el poder, que es lo más previsible, probablemente habrá cuchillos largos en el PP desde el primer día de la próxima legislatura, quizás amortiguados a la espera de que se produzcan las Elecciones Generales, previstas para pocos meses después.
#prayfor... la Revolución Naranjito de Ciudadanos
Como es evidente, el ascenso de Ciudadanos, según todas las encuestas, ha suscitado la preocupación de otros partidos. Y muy particularmente del PP, ya que este es el partido que puede verse más afectado en sus expectativas electorales. En consecuencia, el PP ha decidido pasar a la acción, y atacar a Ciudadanos con todas las armas disponibles. Ninguna tan mortífera como la que el pasado jueves empleó el portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, el inefable Rafael Hernando: Ciudadanos es el partido de Naranjito (la mascota del Mundial de España de 1982), se mofó.
Rápidadamente, en Ciudadanos cogieron la idea al vuelo y le dieron la vuelta. Albert Rivera apareció fotografiándose con una imagen de Naranjito y convirtió en un viral positivo lo que supuestamente pretendía ser una crítica de Hernando. El hashtag #YoSoyNaranjito se convirtió en TT mundial, e incluso algún dirigente del PP (Esteban González Pons) acabó subiéndose a ese carro; algo notable, si tenemos en cuenta que se trataba de una estrategia de otro partido (Ciudadanos) en respuesta a un ataque de un político del PP.
A primera vista, no es que a Rafael Hernando le haya salido muy bien su "terrible ataque" contra Ciudadanos. Aunque aquí me permitirán que reivindique el espíritu de su crítica; pues, si bien es cierto que Naranjito cae bien a todo el mundo, también es verdad que simboliza el estrepitoso ridículo de España en un Mundial en el que la selección llegaba con muchas expectativas, como combinado local. Y no era para menos, después de ver cómo en el Mundial anterior, Argentina 1978, los árbitros favorecían escandalosamente a los locales (y lo mismo ocurriría en España... ¡pero ni así!).
De manera que quizás Hernando quería decir "Ciudadanos es un partido menor, minoritario, donde tiraréis vuestro voto, por mucho que digan las encuestas / portadas del Marca. A la hora de la verdad, no ganarán nada, como nada ganó Naranjito. Debéis fiaros de un equipo sólido, potente, por muy antipático o aburrido que os resulte. Fiaros del PP, el equivalente electoral a la Alemania de 1982, con Tony Schumacher en la portería". O quizás es que no se le ocurría nada mejor y decidió atacar con Naranjito. Todo es posible.
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Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD
Me parece fascinante la psicología del PP. O parece que no asuman la nueva realidad política y de la gente que les rodea, o que sean unos enfermos delirantes legitimados para gobernar por mandato divino. Hace nada los de Podemos eran unos frikis, y ahora son el anticristo. No aprenden, debe ser la realidad la que se amolde a ellos y no al revés. Me voy preparando las palomitas para los calificativos que soltarán a C's, que estos sí que les van a robar votos.
Ay, esas historias de los mundiales. Ese penalti metro y medio fuera del área contra ¿Irlanda del Norte? que el árbitro mando repetir cuando se fallo a la primera porque Ejjjjpaña tenía que pasar. Ese orgullo en la segunda fase porque al menos habíamos jodido el pase de Inglaterra, que acababa de dejar subcampeona en la guerra de las Malvinas a Argentina, tradicionales amigos. Luego habría que contar las historias de prestiputas (Ese Tojeiro) del mundia 86 y los líos internos.
Puede que sea un visión muy simplista, pero de verdad creo que los del PP no dan para mucho más, si llamaron Naranjito a Rivera es porque su partido es de color naranja. Si es que hay que quererlos.
Vaya... Pensaba Francisco Camps seria el candidato
Buenos dias Guillermo: ¡gracias¡ llevaba parte de la mañana pensando como titular mi "semana" en el "Blog" y Ud me acaba de dar la frase exacta "HACER UN RAJOY" que engloba toda una forma de actuar en politica.Hay frases para todo los casos pero esta "la clava".-Rajoy a finalizando apostando por "mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer" Atte Alejandro Pillado Cadiz 2015
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