X AVISO DE COOKIES: Este sitio web hace uso de cookies con la finalidad de recopilar datos estadísticos anónimos de uso de la web, así como la mejora del funcionamiento y personalización de la experiencia de navegación del usuario. Aceptar Más información
GRUPO PLAZA
LA OPINIÓN PUBLICADA

Ébola en España: fallos inhumanos

GUILLERMO LÓPEZ GARCÍA. 12/10/2014

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
Artículos anteriores

Comparte esta noticia

VALENCIA. Hace dos meses, el gobierno español tomó la decisión de repatriar a España al misionero Miguel Pajares, infectado de ébola. Fue una decisión controvertida, por dos razones. La primera, por el riesgo (ahora evidente) de contagio, que desde el gobierno se descartó al considerar que el sistema sanitario español estaba suficientemente preparado para asumir el cuidado del enfermo. La segunda, porque no se trata de una práctica sistemáticamente llevada a cabo por las autoridades españolas con los compatriotas que caen enfermos de gravedad en el extranjero.

Vistos los resultados, y sobre todo tras trascender las múltiples muestras de improvisación y desatención a los trabajadores que permiten constatar que, en efecto, el grado de preparación era insuficiente, cabe hablar de asunción de responsabilidades. Las que se derivan de introducir en España una enfermedad contagiosa cuya tasa de mortalidad se ubica en torno al 50% de los infectados. Es evidente que se trató de una decisión profundamente irresponsable, pensada cara a la galería, y que quienes la tomaron deberían asumir responsabilidades de inmediato. Y cuando se habla de "asumir responsabilidades", evidentemente, lo que se quiere decir es "dimitir".

¡QUE ASUMAN LA RESPONSABILIDAD OTROS!

Pero, por desgracia, las personas que adoptan decisiones irresponsables suelen hacer extensiva dicha irresponsabilidad también a sus consecuencias: o, hablando en plata: aquí no dimite nadie, y menos que nadie la ministra de Sanidad, Ana Mato, que actúa ante todas las cosas que la rodean como si no fuesen con ella, como ya ocurriera con sus clamorosos vínculos con la trama Gürtel.

La llegada del misionero Miguel Pajares a España. Foto: EFE

Se trata de una tendencia muy habitual en nuestra clase dirigente (perfectamente resumida en este tuit). Son dirigentes, se supone, porque se encargan de asumir graves responsabilidades. Y por eso ocupan puestos de responsabilidad, y sueldos en consecuencia. Pero, si alguna vez, de verdad, hay que asumir alguna responsabilidad... Hacen todo lo posible por eludirla, y tienden a buscar un chivo expiatorio al que echarle la culpa de todo. Hoy es una auxiliar de enfermería que, no lo olvidemos, lucha por su vida por contagiarse de un moribundo a quien cuidaba; se infectó en el desempeño de su trabajo, mal pagado y en muy malas condiciones laborales. Hace unos años, con el accidente del Alvia, la culpa también era del maquinista; y lo mismo sucedió con el accidente del metro en Valencia en 2006. Si hay fallos humanos, siempre los cometen los mismos.

Nuestra clase dirigente, en cambio, jamás admite errores; está demasiado ocupada señalando con el dedo a quienes deberían asumirlos, en este caso Teresa Romero, quien, si atendemos a las barbaridades que le ha dedicado estos días el infame consejero de Sanidad del gobierno regional madrileño, Javier Rodríguez, poco menos que se ha contagiado aposta, para fastidiar al gobierno.

También hay una llamativa diferencia en el tratamiento informativo que algunos medios de comunicación dieron a los dos misioneros fallecidos, abnegados sacerdotes que pusieron su vida a disposición de los demás y, por su generosidad, acabaron contagiándose; en cambio, la auxiliar de enfermería Teresa Romero, aunque hace exactamente lo mismo, como no conviene resaltarlo así, parece que molesta a determinados dirigentes políticos y medios de comunicación.

Javier Rodríguez (izquierda) junto a la ministra Ana Mato (centro)

Tenemos, en resumen, víctimas buenas y víctimas malas. Las víctimas buenas son las que dejan en buen lugar al poder; permiten que los poderosos, con grave solemnidad, repartan abrazos en un hospital o, mejor aún, en un funeral (así, las víctimas son buenas seguro: ya no pueden protestar por la instrumentalización que se está haciendo de su sufrimiento). Cuantos más funerales de Estado, mejor.

Las víctimas malas, en cambio, son las que dejan en mal lugar al poder; las que pueden dar la impresión de que quizás, por una vez, alguno de los que tomaron decisiones equivocadas, o se escondieron en un agujero para no comparecer, o directamente (como en este caso) jugaron con la vida de los españoles, deberían asumir su responsabilidad. Pero como no quieren, porque nunca lo hacen, la solución consiste en humillar e insultar a una pobre mujer que se debate entre la vida y la muerte. Una mujer que hizo lo mismo que hacían los misioneros fallecidos: atender a personas que habían contraído una gravísima enfermedad, de resultas de lo cual ellos mismos acabaron por contagiarse.

LA RECUPERACIÓN, EN PELIGRO

Puede que al Gobierno no le preocupe demasiado la posibilidad de que el virus del ébola se extienda en España. A fin de cuentas, y como no han parado de repetir, todo se hizo magníficamente bien. Tanto es así, que los líderes europeos incluso felicitaron a Rajoy por lo bien que se habían hecho las cosas (habrá que preguntase si dichos líderes también felicitaron en su día a Rajoy por lo bien que lo hizo la Selección Española de fútbol en el reciente Mundial).

Pero, por desgracia, los líderes europeos también leen la prensa internacional, que lleva una semana narrando, con pelos y señales, todo lo que tiene que ver con el primer contagio del virus Ébola en Europa. Aunque el virus logre controlarse y no haya más contagios, el efecto sobre la imagen de España, y en concreto de su sistema sanitario público (del que siempre hemos estado tan orgullosos, y con razón), será importante. Si no se controla y hay nuevos contagios, puede llegar a ser devastador. También para el turismo, y en definitiva la economía española. Y todo eso sin contar, evidentemente, con los efectos electorales, en este caso para el partido gobernante.

Por ello, tal vez Rajoy ha llegado a la conclusión de que merecía la pena dar la impresión de que se estaba haciendo algo para controlar el virus. Quiero decir: algo que vaya más allá de sacrificar a un pobre perro o de enviar a los sicarios mediáticos y políticos del Gobierno para insultar a Teresa Romero, la primera víctima del contagio. Y, por supuesto, Rajoy, siempre previsible, ha hecho lo que cabría esperar: montar un comité gubernamental coordinado por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría (que lo mismo sirve para un roto que para un descosido), con la ministra de Sanidad, Ana Mato, como mera comparsa.

Soraya Sáenz de Santamaría junto a Mariano Rajoy. Foto. EFE

La composición de este comité evidencia que todo el mundo, incluso sus propios compañeros, y también el presidente que la nombró, considera que la ministra de Sanidad es profundamente inepta e incompetente para ejercer las labores propias de su cargo. De hecho, por eso se le asignó un ministerio sin apenas competencias. Pero ha quedado claro que la incompetencia de la ministra va demasiado lejos incluso para asumir las pocas competencias que tiene en el ministerio. Y por eso Rajoy la deja orillada en un comité. Una vez más, "haciendo un Rajoy", es decir: destituyéndola, en la práctica, sin destituirla. Y como Ana Mato, como ya hemos visto en repetidas ocasiones, es ontológicamente incapaz de dimitir, no debemos descartar que ahí siga, tranquilamente. A pesar de que, como el consejero de Sanidad del gobierno autonómico madrileño, sin duda Ana Mato tiene la vida resuelta.

#prayfor... #SalvemosaExcalibur

Un asunto colateral a la infección contraída por Teresa Romero ha sido el sacrificio de su perro, Excalibur, por parte de la Comunidad de Madrid. Otra cuestión controvertida, pues no parece probado que el ébola pueda transmitirse de perros a humanos, pero también es verdad que se intentaba aquí conjurar cualquier riesgo, por pequeño que fuese, en unas circunstancias en las que, de nuevo, las autoridades españolas no contaban con espacios habilitados para tener al perro bajo observación hasta dilucidar si estaba o no infectado.

En cualquier caso, se trata de un nuevo golpe asestado a Teresa Romero y su marido (en observación, a la espera de determinar si está también infectado por el ébola), el cual se movilizó rápidamente a través de Facebook, denunciando la situación y pidiendo a los ciudadanos españoles que apoyasen su causa y protegiesen a su perro. Una iniciativa que, al final, no logró su objetivo, pero sí que puso de manifiesto, al menos, la falta de sensibilidad de las autoridades. Esa fundamental carencia de empatía, de humanidad, que todo aquel que se dedica a materias tan sensibles como la salud de los ciudadanos debería tener. O, al menos, aparentarlo.

Guillermo López García es profesor titular de Periodismo de la Universitat de València. @GuillermoLPD

LA OPINIÓN PUBLICADA

Guillermo López García

Profesor titular de Periodismo de la Universitat de València
Artículos anteriores

Comparte esta noticia

1 comentario

Igualitario escribió
13/10/2014 14:11

Este tipo de noticias no me parece etico que salgan en prensa. Generan frustracion, la gente que no podemos llegar al nivel de esta chica nos hacen sentir inferiores Es como si ustedes señalasen que nosotros los estudiantes tengamos que matarnos a estudiar sin salir ni gastar. Este tipo de noticias deberia no publicarse por atentar al principio de Igualdad y por fomentar el individualismo como algo bueno.

Escribe un comentario

Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.

publicidad