VALENCIA. Se cuenta en mi familia que una antepasada con el título de bachiller solía utilizar la frase "Como el don vale tan poco, le puse a mi caballo Señor Don Potro". Ella aludía a que, en España (desde el siglo XVI o XVII aproximadamente) sólo pueden usar el tratamiento de Don o Doña, además de los miembros de la nobleza, los diplomados o bachilleres. Continúa siendo así, aunque nadie lo tenga en cuenta.
Eso mismo está pasando en la actualidad con los profesores de universidad, al menos, en las tertulias (televisivas) y en algunos medios de comunicación. Dada la tendencia al inflado de los currículos, muchos contertulios afirman que son profesores de universidad, cuando en realidad han ocupado plazas de "Profesor asociado", de carácter temporal y a tiempo parcial, que se convocan para cubrir bajas o suplencias y que se extinguen con la finalización del curso académico.
Pero no se sabe qué tiene la televisión que los convierte, sin que ellos se apresuren a desmentirlo, en catedráticos. No puedo evitar recordar aquella anécdota de una señora que vio a Sara Montiel en su coche y le espetó, golpeando la ventanilla y ajena a la negativa rotunda de la afectada ,"¡Que sí que te has "casao", que lo han dicho en la tele!".
Igual que el tratamiento de "don", el profesor universitario ha visto cómo se erosionaba su prestigio en los últimos años. Y no se trata aquí de hacer una defensa de lo contrario: muchas veces son los propios afectados quienes han contribuido a este resultado. Después de más de dos décadas como profesora universitaria y de reflexionar (sola o en grupo) sobre el Sistema Universitario Español, creo que lo que más lo caracteriza es la falta de personalidad clara y un elevado grado de opacidad sobre su funcionamiento y resultados.
Los diversos cambios que ha ido sufriendo lo han conducido hacia una estructura amorfa, homogénea y carente de metas o de modelo hacia el que avanzar. Aunque este problema afecta a muy diversos ámbitos de la universidad española, voy a centrarme sólo en el aspecto docente. Dejemos para otra ocasión hablar de la investigación y la transferencia.
LA TRADICIÓN
Antes de la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES o Bolonia, como comúnmente se conoce), la tradición en España era de tres ciclos de estudios universitarios: Diplomatura (3 años), Licenciatura (5 ó 6 años en dos ciclos) y Doctorado (unos 4 años). Así, un maestro, un enfermero, un ingeniero técnico o un aparejador eran diplomados; un médico, un ingeniero superior o un abogado eran licenciados; y quien realizaba una tesis doctoral recibía el título de doctor.
Se entendía que los estudios técnicos y profesionales se podían adquirir bien con Formación Profesional o bien con carreras medias, de carácter técnico. Sólo una minoría realizaba estudios de licenciatura o de doctorado, simplemente porque no existían tantos puestos de trabajo que lo requirieran. Además, existía permeabilidad entre unas y otras: desde la FP era posible acceder a una diplomatura y desde ésta a una licenciatura, con cursos "puente" o de adaptación, puesto que la formación necesaria para una opción y otra no coincidían totalmente.
De la misma manera, las Escuelas Universitarias impartían las diplomaturas, las Facultades las licenciaturas y las Escuelas Superiores las ingenierías superiores. Además de los profesores contratados, había cuatro categorías de profesor-funcionario: Profesor Titular de Escuela Universitaria (TEU), Catedrático de Escuela Universitaria (CEU), Profesor Titular de Universidad (TU) y Catedrático de Universidad (CU), cada uno con sus funciones concretas y requisitos académicos.
A cada cuerpo se accedía por oposición y era necesario el título de doctor, con la excepción de los TEU, ya que sólo impartían docencia en el primer ciclo de estudios. También en este caso un TEU podía hacerse doctor y pasar a Catedrático de Escuela. Del mismo modo, un Catedrático de Escuela que realizara la suficiente investigación podía llegar a ser Catedrático de Universidad. Había diferencias funcionales y retributivas, por lo que existía una carrera profesional, aunque normalmente se diera una separación entre las Escuelas Universitarias y las Facultades.
LA (FALTA DE) LÓGICA
Progresivamente, con el crecimiento del número de estudiantes y las necesidades de contratación, el sistema perdió su lógica, mientras las funciones y competencias de los profesores se fueron diluyendo. Este proceso se ha consolidado en los últimos seis años con la implantación de la "versión española" del EEES, comúnmente conocida como "Bolonia".
Sin embargo, decir que estos cambios han venido impuestos por un acuerdo internacional es falso. La responsabilidad de la actual configuración del sistema recae en las autoridades españolas, tanto académicas como políticas y es el resultado de una (nefasta) combinación de defensa de intereses corporativos, falta de ideas y ausencia de coraje político.
En efecto, España es una de las excepciones en la aplicación del EEES: mientras que en la mayoría de países se ha implantado un sistema 3 + 2, es decir, 3 años de grado y 2 de máster, en nuestro país la decisión final fue de 4 + 1 (excepto en Medicina, Arquitectura y algunas ingenierías, donde la solución ha sido más flexible). Esta configuración no sólo es ineficiente y poco práctica, sino completamente ajena a nuestra tradición.
Como resultado, en el actual sistema se han extinguido o están en vías de extinción las Escuelas Universitarias y los profesores TEU y CEU. En la actualidad, por poner un ejemplo, el grado en Podología dura 4 años, lo mismo que el grado en Derecho o en Ingeniería Informática. Ya no hay diplomados universitarios con una formación eminentemente profesional, sino que ahora todos los universitarios son graduados, debiendo estudiar al menos 4 años, sin que nadie haya explicado bien el motivo o la necesidad, si bien el aumento del coste para la sociedad sí que es evidente.
SOBRECUALIFICACIÓN
Además, los profesores de las antiguas Escuelas se ven "obligados" a hacer la tesis doctoral, puesto que imparten docencia en grados y se les exige este título. También ha desaparecido el catálogo de títulos y se deja libertad para que cada universidad diseñe sus grados. Esto no sólo ha dificultado la movilidad y la convalidación de estudios dentro del territorio nacional, sino que ha complicado sustancialmente el acceso a la información sobre el contenido de los mismos.
Precisamente la sobrecualificación es una de las principales críticas que se hace al sistema universitario español, como ha señalado el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría en la presentación del Informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD) el pasado día 7 en Madrid. En España muchos de los egresados ocupan puestos para los que no es necesario el título que ostentan. Pero, por otro lado, también Gurría ha afirmado que un graduado universitario español tiene aproximadamente el nivel de "competencias" de un bachiller japonés, lo que además de poner en duda la primera afirmación, deja patente el fracaso del sistema en su conjunto.
Tenemos muchos elementos que señalan que nuestro (no)-modelo universitario no funciona, al menos de manera eficiente, puesto que no consigue dar la formación adecuada a los egresados y "produce" titulados superiores que no se adecuan a las necesidades del mercado de trabajo. Mientras tanto, aumenta el número de estudiantes universitarios, pues la tasa de paro de éstos es la mitad de los que carecen del título. Su decisión es racional.
Sin embargo, el sistema universitario tiene una dimensión excesiva, resultado de homogeneizar la duración de los estudios y multiplicar las titulaciones. Ello ha aumentado el coste sin que garantice mejores resultados, mayor formación o mejor adecuación a la demanda.
En Portugal, que partía como España de licenciaturas de 5 años en dos ciclos de 3 y 2 años, también crearon en un primer momento grados de 4 años. En vista del error, éste se corrigió, modificaron los títulos de manera que volvieron a su tradicional 3 +2, que encaja a la perfección con la normativa europea. Despertemos y decidamos cuál es nuestro modelo de universidad, ni siquiera cabe la excusa de que nos queda Portugal.
Hola ... ... una (gran) profesora que tuve me "recomendó" el libro "el futuro de Europa" de Alberto Alesina y Francesco Giavazzi, ... por ahí se puede entender algo de la educación universitaria en Europa: Por cierto, segun tengo entendido, ahora el Gobierno quiere modificar el estatuts de profesores universitarios, dando más valor al personal proveniente de la experiencia y de las empresas privadas que a los funcionarios ... ... en mi opinión y por mi experiencia, creo que va a ser interesante y beneficioso ... menos para los académicos actuales, claro está, pero al final tendrian que ser los alumnos los que decidieran que tipo de profesores quieren ... para eso pagan, no¿?
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