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EL PEOR DE LOS TIEMPOS

Falta mucho por hacer

MARIAM CAMARERO. 26/07/2015 A diferencia de lo que ocurre en la novela "Jonathan Strange & Mr. Norrell", en economía no hay soluciones mágicas

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Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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VALENCIA. Uno de los libros que he decidido leer este verano es una novela inglesa, publicada en 2004 por Susanna Clarke y llamada Jonathan Strange & Mr. Norrell, que ha vuelto a la actualidad al haberse emitido como miniserie en la BBC este mismo verano. La acción se sitúa en Gran Bretaña, durante las Guerras Napoleónicas, y mezcla historia con fantasía. Acosado por las durezas de la guerra y la falta de opciones, el gobierno llama al mago Mr. Norrell como último recurso. Mediante un hechizo, el protagonista simula un bloqueo británico sobre todos los puertos franceses de forma simultánea y logra una victoria estratégica, para general regocijo de los miembros del gobierno, que por fin habían logrado la aprobación ciudadana.

Ahora que nos encontramos en unos meses de impasse y al final de la legislatura, el paralelismo es evidente. Al igual que les ocurría a los ministros de la novela, al actual gobierno se le culpa de todos los males que nos aquejan, al tiempo que reconoce la responsabilidad en la adopción de medidas impopulares. Para intentar mejorar su imagen pública y recuperar el apoyo de sus electores, realiza ahora una bajada impositiva de última hora o un lavado de cara al ejecutivo. Actitud esta justificada porque una buena parte de la opinión pública quiere creer que hay soluciones más o menos "mágicas" que permitirían superar la crisis con mayor rapidez, tal y como prometen algunos partidos. 

Aunque a muchos pueda gustarnos la literatura fantástica, no es de recibo que se infantilice a los ciudadanos temiendo que no seamos capaces de afrontar (e incluso comprender) situaciones difíciles. La respuesta es, en ocasiones enmascararlas, evitando pronunciar ciertos términos tabú como lo fue la palabra "crisis"; en otras, no se nos proporciona información suficiente, como un calendario realista de lo que cabe esperar y de lo que quedaría por hacer. En su lugar se dice, antes de tiempo, que aparecen brotes verdes o que la recuperación está en marcha.

Como ya he dicho en otras ocasiones, ni los economistas somos adivinos ni existen panaceas o una piedra filosofal que pueda acabar de golpe con los problemas. Pero sí se puede, teniendo en cuenta los datos de que se dispone, poner plazos y objetivos realistas, felicitarse por su logro (si fuera el caso) y explicar lo que es realizable y lo que no. 

Antes de que comience el mes de agosto, quizá merece la pena hacer una recapitulación de los deberes pendientes. Para ello, podemos recurrir a dos informes que tenemos muy recientes: el primero, en mayo, procede de las recomendaciones hechas por la Comisión Europea a cada país dentro del Semestre Comunitario; el segundo, entre junio y julio por parte del FMI sobre la situación de España en las Perspectivas de la Economía Mundial

Cabe hacer un par de puntualizaciones antes de comenzar la enumeración. En primer lugar, se ha producido una mejoría mayor de lo anticipada gracias a lo que, de forma algo cursi, se denomina "viento de cola" o, lo que toda la vida hemos llamado la "buena coyuntura internacional". La moderación de los precios del petróleo y la debilidad del euro han permitido mejorar significativamente las cuentas exteriores y el crecimiento. El FMI prevé un crecimiento del 3.1% en 2015 y del 2.5% en 2016, cifras mucho mejores de lo esperadas hace tan sólo un año.

Pero no debemos olvidar que ha sido la expansión cuantitativa de nuestro Mr. Norell  particular en el BCE la que ha debilitado a nuestra moneda, así como que la financiación llega (por fin) a empresas y particulares porque la sostiene el BCE. En segundo lugar, el término "recomendaciones" de la Comisión Europea debe entenderse como un eufemismo: España se encuentra todavía sometida al "Procedimiento de Déficit Excesivo" y su compromiso es un déficit público del 4.2% del PIB en 2015 y del 2.8% en 2016. Estas cifras y plazos se corresponden con los logrados tras pactar en 2012 un calendario más largo para el cumplimiento de nuestros objetivos.  

Pero como el partido en el gobierno nos ha recordado en los últimos meses "aún quedan muchas cosas por hacer" si lo que se desea es una economía española que no destruya tanto empleo en las fases bajas del ciclo y que pueda salir más rápido de las mismas. Paso a hacer una somera enumeración: 

  • Consolidación fiscal: a pesar de la mayor recaudación gracias al crecimiento, las previsiones actuales (antes de la última rebaja impositiva de urgencia) indican que no se cumplirían los objetivos de déficit ni este año ni en 2016, plazo máximo para que el déficit baje del 3%. Además, la deuda pública aún sigue acumulándose (aunque más lentamente). Ambas instituciones, Comisión y FMI, siguen insistiendo en que las Comunidades Autónomas deberían reducir sus desequilibrios fiscales y mejorar la supervisión de las cuentas públicas.

  • Mercado de trabajo: desde 2014 se han creado más de 500.000 empleos, pero la tasa de desempleo, en general, y el desempleo juvenil, en particular, alcanzan cifras inaceptables. Las reformas realizadas van en la dirección correcta pero son incompletas. Subsiste la dualidad entre empleo fijo/a tiempo completo y parcial/temporal y además se nos recomienda alinear los incrementos salariales con el aumento de la productividad, teniendo en cuenta las diferencias sectoriales y regionales.

  • Reformas estructurales: una buena parte sigue pendiente. En primer lugar, la aplicación de la Ley de Unidad de Mercado. No se ha abordado, por ejemplo, la reforma de los colegios profesionales. En segundo lugar, siguen siendo necesarias medidas que eliminen los obstáculos para que las PYME puedan crecer, impulsando su acceso a la financiación de manera que puedan aprovechar los programas europeos (como el Plan Juncker), así como continuar la reforma del sistema bancario. En tercer lugar, mejorar los resultados formativos de la educación y el sistema de incentivos y financiación de la investigación. Y continuar la reforma y modernización del sector público.

En efecto, queda mucho por hacer, pero los objetivos que debemos cumplir a medio y largo plazo son factibles. No nos equivoquemos, a estas alturas y visto lo visto en Grecia, sabemos que no hay soluciones mágicas a nuestros problemas. La elección es nuestra: relajar la agenda de reformas y renunciar a tomar medidas hoy supone desplazar el coste sobre las generaciones futuras.

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Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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