En las últimas semanas, varios institutos demoscópicos han detectado que la estimación de resultados de PP y PSOE, anclada por debajo del 30%, ha repuntado significativamente
VALENCIA. Hemos entrado ya en la campaña electoral, aunque la profusión de actos de Miguel
Arias Cañete degustando anchoas, o Elena Valenciano repartiendo abrazos, nos había hecho pensar que la campaña llevaba semanas en marcha; y, de hecho, así es. Por primera vez en mucho tiempo, las Elecciones Europeas se viven en los partidos políticos con una mezcla entre incertidumbre y expectativas.
Incertidumbre para el bipartidismo, cuya caída puede ser notable, a pesar de la recuperación que comienzan a detectar casi todas las encuestas. Y expectativas para los partidos pequeños, y en particular los nuevos, que concurren a estas elecciones de circunscripción única sin las taras habituales en otros procesos electorales, como la división en circunscripciones pequeñas, o un mínimo de sufragios para poder entrar (normalmente del 3% o el 5% del total).
Además, se trata de unas elecciones importantes para casi todos los partidos por su posición como preludio de los procesos electorales de 2015: municipales, autonómicas y generales, en los que se dilucida el reparto del poder político en España a todos los niveles. En un contexto, por último, de erosión del sistema tradicional de partidos, que propicia la aparición de alternativas. Por todas esas razones, la campaña tiene una intensidad mayor de lo habitual.
La "historia de éxito" del bipartidismo en los sondeos
En las últimas semanas, varios institutos demoscópicos han detectado una importante recuperación de los dos grandes partidos en los sondeos. La estimación de resultados de PP y PSOE, que estaba anclada por debajo del 30%, acercándose al 25% en algún caso, ha repuntado. En algún caso, como el de Metroscopia, esa recuperación ha supuesto un aumento de siete puntos (un 20%) de un mes para otro. En otros casos, como el del CIS, los resultados son más coherentes con los de anteriores sondeos.
Tengamos en cuenta, en cualquier caso, que los estudios demoscópicos tienden a minusvalorar a los partidos pequeños, que se ubican dentro del margen de error del 3% que tienen casi todas las encuestas (la diferencia entre sacar un representante, incluso dos, o ninguno). Sobre todo, si son nuevos (y no existen puntos de referencia fiables para interpretar los datos en bruto del sondeo). Esto podría explicar los resultados relativamente modestos de casi todas las nuevas alternativas, que en raras ocasiones consiguen obtener algún escaño en las estimaciones de los sondeos.
En principio, lo sorprendente de dichos sondeos es la recuperación de los dos grandes partidos, porque no da la sensación de que haya motivos para ello. A pesar de la "historia de recuperación" en la que lleva meses embarcado el Gobierno, no parece que dicha recuperación haya llegado aún a los ciudadanos (datos recientes, como la EPA del primer trimestre de 2014, lo avalan). En cuanto al PSOE, tampoco da la sensación de que este partido esté atravesando ahora mismo por su mejor momento. Y ni el más entusiasta podría defender que Miguel Arias Cañete o Elena Valenciano son magníficos candidatos, que arrastran a los votantes merced a su credibilidad y carisma personal.
Sí que es congruente, en cambio, estimar que muchos votantes desafectos de los dos grandes partidos decidan en el último momento volver al redil, y que esto modifique sustancialmente las previsiones de los sondeos. Pero, para ello, es necesario que la tasa de participación sea más alta de lo esperado. Si no hay movilización de última hora (siempre en unos niveles bajos de participación, que se antojan inevitables) y PP y PSOE sólo consiguen el voto de los irreductibles, no es tan sencillo defender esa "historia de éxito" del bipartidismo.
La participación: quién votará y por qué
Si nos centramos en la encuesta más elaborada de todas, la del CIS, existe un problema de base que afecta a este sondeo, cuando se centra en las Elecciones Europeas, desde hace años: sistemáticamente, el CIS estima una tasa de participación muy superior a la que luego se da. En 2004 y 2009, el CIS predijo una participación por encima del 70%, unos treinta puntos más que la que finalmente se dio (en torno al 45% en ambas ocasiones).
Para 2014, el CIS predice una participación del 64%, diez puntos por debajo de la que predijo en 2009... Pero aún veinte puntos por encima de la que pronostican otros sondeos. Teniendo en cuenta otros datos de la propia encuesta del CIS, como que sólo el 17% de los españoles saben cuándo se celebran las elecciones (otro 30% acierta, al menos, el mes), no parece que el público esté muy ilusionado con el proceso.
Es difícil saber qué va a pasar con la participación. Igual que con la intención de voto. La prospectiva electoral no es una ciencia exacta, sino una estimación aproximada a una realidad cambiante. El problema es que si nos equivocamos en algunos parámetros fundamentales, como la participación, los resultados pueden oscilar mucho. En este caso, dependerían no sólo de cuántos votantes se movilizan finalmente, sino también, y principalmente, de qué votantes se trate en mayor medida: ciudadanos que apoyan a los grandes partidos o bien a candidaturas alternativas.
Una participación pequeña, en todo caso, favorece a los partidos que cuentan con un núcleo duro movilizado, por contraste con la gran masa de votantes desinteresada por el proceso (o que va a votar el 25 de junio porque se ha equivocado de mes). Tal vez esto beneficie a nuevos aspirantes, como Vox o Podemos, que posiblemente cuenten con un perfil de esas características. También a los grandes partidos, PP y PSOE, si logran movilizar, al menos, a los irreductibles.
Aunque no convenzan a nadie más, un resultado con el 30% de los votos les permitiría salvar la cara, dadas las circunstancias.
#prayfor... Dolores de Cospedal y #BringBackOurGirls
Desde hace varias semanas, el grupo islamista Boko Hakam mantiene secuestradas a más de 200 niñas en un colegio de Nigeria, con el propósito de venderlas como esclavas. Poco después del secuestro, se desató una intensa campaña de protesta en Twitter, condensada en el hashtag #BringBackOurGirls. Particularmente famosa fue la foto de Michelle Obama sosteniendo un cartel con el hashtag escrito en él.
Días después, la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se sumó a la campaña. Con rostro serio, Cospedal sostiene delante de la cámara un cartel con el mencionado hashtag. Pero, muy rápidamente, los internautas comienzan a hacer contrapropuestas menos encomiables, y en el cartel pueden leerse proclamas como "Vota al Banco de Santander", "Euskal Presoak", la famosa explicación del "pago diferido" a Bárcenas o, directamente, un extracto de los papeles del ex tesorero del PP. Así que Cospedal se ha acabado convirtiendo en protagonista de múltiples campañas... a su pesar.
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