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OPINIÓN / 'EL PEOR DE LOS TIEMPOS'

Balance de la integración (I): Europa del Este o "las economías que venían del frío"

MARIAM CAMARERO. 04/05/2014

EL PEOR DE LOS TIEMPOS

Mariam Camarero

Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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La cercanía de las elecciones europeas hace oportuno un balance de los efectos de la integración. Comenzamos por los países del Este y seguiremos con los periféricos, con especial referencia a España

VALENCIA. Coincidiendo con el día del trabajo, el 1 de mayo se cumplieron los diez años de la entrada de los PECO (Países de Europa Central y Oriental) a la Unión Europea. Ya ha transcurrido una década, por tanto, desde que en 2004 se produjera la quinta ampliación de la UE, que no fue una ampliación más por diversos motivos. Cuantitativamente supuso pasar de ser 15 a 25 miembros pero, además, desde un punto de vista cualitativo, la UE aumentaba su heterogeneidad. Las siguientes ampliaciones en 2007 y 2013 también han acogido a países de esta misma zona de Europa: Rumanía y Bulgaria primero, sumándose Croacia el año pasado.

En realidad el proceso de integración de los PECO comenzó de forma simultánea a la caída del muro de Berlín en 1989 (de la que van a cumplirse los 25 años dentro de unos meses). A la vez que se producía la reunificación alemana, se llegó a la decisión de que no era posible privar a estos países de participar en un proceso que había dotado de estabilidad política y económica a una buena parte de Europa.

Si bien desde el punto de vista político es posible afirmar (con la excepción de Yugoslavia) que el objetivo se ha logrado, cabría preguntarse por lo conseguido en el ámbito económico y por sus efectos sobre los miembros más antiguos de la UE. Pero, sobre todo, podemos plantearnos cuál sería ahora la situación de estos países de no haberse producido la integración en la UE. Este análisis cobra especial importancia estos días, cuando estamos asistiendo a la descomposición política, económica y social de Ucrania.

Como en otras ocasiones, el Deutsche Bank ha realizado un informe muy interesante sobre los diez años de estos países en la UE. También la Fundación Schuman hace balance de esta década.

El efecto más inmediato de una UE con 25 (o más) miembros fue la necesaria adaptación a la mayor diversidad de los países. No sólo las políticas europeas, sino la propia filosofía de la integración se modificó tras esta ampliación. Respecto a las políticas, la PAC, ya en proceso de reforma, debió acelerarla ante la imposibilidad de mantener el esquema de pagos y subvenciones al añadirse 8 millones de agricultores procedentes de los PECO.

Los países periféricos (España, Irlanda, Portugal, Grecia e Italia) se beneficiaron del objetivo de cohesión, nacido en los años 80 y que supuso un aumento en la dotación de los fondos estructurales, concentrados en las regiones "Objetivo 1", aquéllas cuya renta per cápita no llegaba al 75% de la media de la UE. Con los 10 nuevos estados miembros, todos ellos más pobres, la renta media de la UE-25 bajó respecto a la de la UE-15. Simplemente por efectos estadísticos, un grupo de regiones, precisamente en los países periféricos, dejaron de tener la prioridad que el Objetivo 1 les confería.

Desde el punto de vista de la filosofía del proceso de integración, se consolidan las dos velocidades ya adoptadas de facto con la creación de la unión monetaria. La heterogeneidad hace imposible avanzar juntos en la "profundización", optándose por dar mayor flexibilidad para que cada país decida su nivel de implicación en algunas de las políticas.

A la hora de valorar los resultados de la integración para este grupo de países, quizá lo más sencillo e ilustrativo es ver cómo ha evolucionado su renta respecto a los 28. Eligiendo tres momentos del tiempo (1998, 2004 y 2013) en el gráfico puede verse su avance en los últimos 15 años. Centrándonos en los tres países más importantes de la ampliación de 2004 (Polonia, Hungría y la República Checa) la renta per cápita de los dos primeros era de poco más del 40% de la media de los 28, mientras que la República Checa se encontraba en torno al 70%.

En ese momento la renta per cápita alemana era el 120%, la de Irlanda algo más de 105% y la española un 95%. Grecia alcanzaba el 80%. Tras la integración, Hungría y Polonia superan ahora el 60% (a pesar de la crisis) y la República Checa ha mejorado pero de forma más modesta. Si los comparamos con los países periféricos, Grecia ha empeorado respecto a 1998 y se encuentra por debajo de Chequia, al igual que Portugal.

Existen también importantes diferencias entre los PECO: todos ellos han basado su crecimiento en el comercio y la industria, integrados en la cadena de valor de los países UE-15. Sin embargo, mientras Eslovaquia y la República Checa producen bienes de alta y media tecnología (automóviles y telecomunicaciones), Bulgaria o Letonia se asemejan más al tipo de comercio y producción que realiza China.

Durante estos años estos países han sido, a pesar de la crisis, importantes receptores de inversión extranjera, la mayoría procedente de UE-15. Alemania ha sustituido a Rusia como su mayor socio comercial, aunque en la última década la inversión extranjera rusa se ha multiplicado por cinco. En cuanto a los países destinatarios, los mayores receptores son Polonia (33% del total), Hungría (14%) y Chequia (19%). Holanda, Alemania, Austria y Francia son los mayores inversores, aunque España se encuentra al nivel de Gran Bretaña y Estados Unidos, con un total acumulado de 15.000 millones de euros.

Respecto a la pertenencia a la eurozona, cuatro de ellos se han incorporado (Eslovenia en 2007, Eslovaquia en 2009, Estonia en 2011 y Letonia en 2014) y Lituania lo hará en 2015 si cumple los criterios de Maastricht. La actual crisis ha desanimado a Hungría, por ejemplo, que no tiene previsto entrar antes de 2020 o a Polonia, que cambió de idea después de que originalmente pensara incorporarse en 2012. En este último caso parece que la decisión ha sido la correcta, pues ha recibido una línea de crédito flexible del FMI y el zloty se ha depreciado respecto al euro, facilitándole el mantenimiento de sus mercados de exportación.

En cualquier caso, su progresiva integración económica y financiera con el resto de países miembros, así como la creciente apertura exterior de estos países justificará a medio plazo su incorporación a la eurozona. Sus principales limitaciones al crecimiento vienen ahora mismo por su débil demografía, mientras que la elevada formación de su capital humano explica que la generación de riqueza se esté basando en la productividad total de los factores, más que en competitividad precio.

Aún queda un largo camino para que estos países alcancen los niveles de vida de la media europea. Sin embargo, mientras que en 1990 el PIB por habitante de Polonia y Ucrania eran idénticos, hoy en día el del primero cuadriplica al segundo. Teniendo en cuenta que el este de Polonia y el oeste de Ucrania comparten siglos de historia común, no hay duda del éxito político pero también económico de la integración de Polonia en la UE. Porque, parafraseando al ministro de exteriores Fernández Ordoñez cuando se le preguntaba si sería beneficiosa para España su entrada en la UE, "fuera hace mucho frío".

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Catedrática de Economía Aplicada y titular de una Cátedra Jean Monnet en la Universidad Jaume I de Castellón
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