VALENCIA. Desde hace meses, el gobierno de España está embarcado en una estrategia de comunicación encaminada a vender una sola idea: "Salimos". La crisis está remitiendo. Lo peor ya pasó. Comienza a crearse empleo. Las perspectivas son mejores.
Subsisten enormes dudas de que esto sea cierto o sólo un relato ideado por el gobierno para intentar llegar en buenas condiciones al maratón electoral que nos espera; o que, aunque sea cierto que haya comenzado la recuperación, dé tiempo (antes de que termine la sucesión de procesos electorales, se entiende) a que tenga efectos visibles sobre la vida de los ciudadanos.
Pero, con independencia incluso de que el relato se corresponda con la realidad o sea fundamentalmente un ejercicio de voluntarismo interesado, la cuestión más importante es averiguar si el mensaje es eficaz. Si el público se lo cree, o por el contrario lo ignora (o reacciona negativamente ante él).
Controlar los medios para controlar el mensaje
La lucha política es, cada vez más, la lucha por asentar, en la percepción de la realidad que tiene la ciudadanía (o un sector específico del público), los mensajes que interesan a cada partido, grupo de presión o sector social. Puesto que los medios son los portavoces privilegiados para difundir mensajes en el espacio público, eso significa tener éxito en la "venta" de los mensajes, y también en el enmarcado de los mensajes: que los medios repitan las noticias que les pasamos, y además con el enfoque que nos conviene.
La lucha es descarnada, y las estrategias para tener éxito muy variadas. En el caso que nos ocupa, la estrategia del gobierno se apoya en la mejora de algunos indicadores, pero sobre todo en el control de los intermediarios: los medios de comunicación.
Un control que, a pesar de la aparente dejadez, incluso desidia, con la que parece hacer las cosas Mariano Rajoy, se ha incrementado enormemente en estos años de gobierno del PP, y ya alcanza no sólo a la mayoría de los medios de la derecha (incluyendo a los que, como el diario El Mundo, hasta hace bien poco tiempo eran críticos con Rajoy), sino también a los que teóricamente se ubican en posiciones alejadas del Partido Popular, como la cadena de televisión La Sexta (propiedad, como Antena 3, como el diario La Razón, del grupo Planeta) o el que sigue siendo el periódico más influyente de España: el diario El País.
Para el gobierno español el concurso del diario El País en su estrategia de comunicación, de grado o por la fuerza (por la deuda, más bien, en la que está inmerso el grupo PRISA, ahora dependiente de los bancos españoles), es fundamental. El País llega a grandes capas de la población, sobre todo clases medias ilustradas, que le confieren aún hoy en día una enorme credibilidad. Tiene una influencia sin parangón fuera de España, sobre todo en Latinoamérica (donde es un medio nítidamente conservador). Permite, en fin, que la "recuperación" no se convierta en materia risible presente sólo en las portadas de La Razón, o -en el mejor de los casos- en una historia partidista que sólo llega a los ya convencidos a través de los medios habituales.
Con El País a bordo, la potencia de fuego de la "recuperación" es mucho mayor, aunque genere el rechazo de aquellos ciudadanos más directamente afectados por la crisis económica, que obviamente continúan siendo legión.
Aznar en El País Semanal
Hace un año, el expresidente José María Aznar denunciaba al diario El País por la publicación en este periódico de informaciones que le acusaban de cobrar sobres en dinero negro consignados en los famosos "Papeles de Bárcenas". La denuncia de Aznar no tenía nada de sorprendente, y no sólo por la gravedad de las informaciones, sino porque la relación entre el líder conservador y el grupo PRISA había sido siempre muy mala. Hasta tal punto de que hacía catorce años que Aznar no concedía una entrevista al diario El País.
Esta antipatía mutua no sólo era retórica: tan pronto como llegó al poder, en 1996, Aznar intentó montar un grupo mediático conservador que le hiciera la competencia a PRISA, y utilizó la legislación para dificultarle las cosas todo lo posible. Aún se recuerda la mítica ley del Interés General de 1997 (o "ley del fútbol"), pensada para romper el monopolio que había logrado tener PRISA con el fútbol.
También destacaron las pesquisas del juez Javier Gómez de Liaño, que trató de incriminar a PRISA y a su presidente, Jesús Polanco, en un asunto vinculado con la televisión de pago del grupo... Y acabó expulsado de la carrera judicial el propio Gómez de Liaño (algo que comienza a ser tradición en España cuando un juez con ansias de protagonismo se cruza en el camino de determinados poderes). Liaño fue posteriormente indultado por el gobierno de Aznar (también algo habitual en España: el indulto como pago a los servicios prestados).
Por eso llamó muchísimo la atención que El País Semanal publicase, el domingo pasado, una larga entrevista con Aznar. No por el contenido (que venía a ser lo mismo de siempre: Aznar presumiendo de sus méritos en todos los campos), sino por lo que simbolizaba la entrevista.
Sin embargo, la entrevista de Aznar no es sino el penúltimo paso en la acelerada transformación del periódico en un diario más o menos afín al actual gobierno y al PP. Una transformación que puede detectarse diariamente, sin demasiadas dificultades, en el posicionamiento del diario El País en una serie de cuestiones que atañen a la política española (por no hablar de su ya clásica postura de defensa a ultranza del status quo en Latinoamérica, que alcanzó carta de naturaleza con su editorial de 2002 en apoyo de un golpe de Estado en Venezuela). Y, sobre todo, en todo lo que tiene que ver con la política económica de Rajoy y la hipótesis de la recuperación económica.
A la espera de Antonio Caño
Con la llegada inminente del nuevo director, Antonio Caño, El País sin duda continuará con la senda emprendida en estos últimos años, tal y como se deduce de la trayectoria de Caño (corresponsal en Washington y encargado de lanzar la edición El País América) como de los nombramientos que está efectuando para formar su equipo, la mayoría de los cuales han sido rechazados en las votaciones (no vinculantes) de la redacción (incluyendo la del propio Antonio Caño).
Aunque ninguna ha alcanzado niveles tan bajos como la de la subdirectora del periódico, Eva Saiz, hasta ahora redactora de El País en Washington, donde trabajaba a las órdenes de Caño: un 15,8% de votos favorables, 71,9% en contra. Entre las críticas, la escasa experiencia de Saiz (terminó el Master de El País hace cuatro años) y sus posicionamientos conservadores.
Casi cuarenta años después de su fundación, El País está volviendo, desde cierto punto de vista, a los orígenes. Al principio era un medio que contaba con accionistas como Manuel Fraga y José María de Areilza, y cuyo columnista estrella era el biógrafo de Franco, y peculiar historiador, Ricardo de la Cierva. Ahora retorna a esas fuentes nutricias, por razones que tienen mucho más que ver con la economía que con las convicciones.
Ahora bien, no está nada claro que su audiencia le siga en este peculiar empeño, y menos aún que pueda darse, en estas condiciones, el imprescindible relevo generacional. Puede ser pan para hoy (para sobrevivir hoy) y hambre para mañana.
#prayfor... se acabó la hegemonía del Barça
El pasado miércoles se celebró la Copa del Rey. El enésimo partido del siglo Real Madrid - Barcelona. Como casi siempre, se jugó en Mestalla. El partido tuvo la repercusión que cabría esperar en las redes sociales, y un colofón: el estallido de alegría de los aficionados del Madrid. No sólo por ganarle la copa a su eterno rival, sino porque el triunfo venía a culminar una racha nefasta del Barcelona, que también se ha quedado sin opciones en la Liga y quedó ya eliminado de la Liga de Campeones. Y, sobre todo, se ha quedado sin argumentos. De ahí la alegría de los seguidores del Madrid: sabían que estaban celebrando el fin de una época
Durante casi una década, el Barcelona ha ostentado el predominio del fútbol español, y también europeo. El éxito del club, que alcanzó sus mayores cotas de gloria con Pep Guardiola en los banquillos, se sustanció fundamentalmente en la defensa de un estilo propio que se cultiva desde las categorías inferiores. Por eso, los mejores jugadores, la columna vertebral del Barcelona, casi nunca provenían de fichajes millonarios, sino de la cantera (Messi, Xavi, Iniesta, Piqué, ... la lista es larga).
El modelo comenzó a quebrar con la llegada de Sandro Rossell a la presidencia. Desde el principio pudo detectarse la animosidad entre el nuevo presidente y el entrenador (no en vano, Guardiola había sido una apuesta personal, en su momento controvertida, de Joan Laporta, antecesor y archienemigo de Rosell), que acabó con la salida de Guardiola, un tanto abrupta.
Pero el momento culminante fue el fichaje del brasileño Neymar. Un fichaje económicamente desmesurado, sumamente irregular (tanto, que acabó provocando la dimisión de Rosell), y que el tiempo ha revelado errado. Y, sobre todo, un fichaje que remite a épocas pasadas del Barcelona, anteriores a la llegada de Johan Cruyff como entrenador, cuando el club tapaba sus miserias haciendo fichaje tras fichaje. Más o menos lo que llevaba años haciendo el Real Madrid (lo que, con enorme optimismo, algunos llaman el "modelo" Florentino, como si fichar al que suena en la prensa en cada momento fuese un modelo de algo).
No lo compro hace tiempo
Muy buen análisis, alejado de las tendencias habituales nuestros medios. El Pais...un diario conservador que intenta aparentar ir de "progre", que no progresista.
El País siempre ha sido de derechas, pero verlo ponerse (¡por fin!) del lado del PP es una gozada todal para todos los que tenemos un mínimo de sensibilidad estética. Menudo gustazo ver a las cuatro principales cabeceras todas alineadas en defensa de los intereses del Partido Único.
El País.. un diario socialista que intenta aparentar ir de objetivo.
Uhm!. Buen análisis de las derivas del diario EL País, sí señor.
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