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OPINIÓN / LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Vuelven los 'stress test'... y la Fed pone deberes al Santander

MANUEL ILLUECA. 30/03/2014

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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VALENCIA. En la última semana hemos conocido los resultados de las pruebas de estrés elaboradas por la Reserva Federal de los Estados Unidos (en adelante, FED) a las treinta entidades financieras más importantes del país. Aunque la prensa española ha prestado poca atención a esta cuestión, la FED ha planteado objeciones a los planes de capitalización de cinco grupos financieros, entre los cuales se encuentra la filial norteamericana del Banco de Santander, Santander Holdings USA. Junto a ella, el dedo del supervisor ha señalado también al gigante norteamericano Citigroup, y los británicos HSBC y Royal Bank of Scotland, este último todavía bajo control del gobierno de Londres.

La prueba de estrés (o stress test en inglés) es uno de tantos neologismos surgidos a raíz de la crisis financiera, como la prima de riesgo o el 'austericidio', que han pasado a formar parte de nuestras conversaciones cotidianas. Después de la debacle de Lehman Brothers, los gobiernos han impuesto estos exámenes periódicos a los bancos, con la intención de evaluar su solvencia en situaciones límite. Se trata de conocer si en un horizonte de doce meses, las entidades podrían absorber las pérdidas ocasionadas por una crisis severa, sin reducir su capital por debajo del límite mínimo exigido por la normativa, que se expresa generalmente en porcentaje sobre los activos totales ponderados por riesgo.

Un aspecto poco conocido de estos test de estrés es que, tras la aprobación en 2010 de la Dodd-Frank Act, no solo el supervisor está obligado a realizarlos, sino que también las entidades financieras deben plantear sus propias autoevaluaciones, después de:
-a) identificar los riesgos que les afectan
-b) valorarlos debidamente
-c) implementar políticas adecuadas para gestionarlos de forma eficiente.

Por ello, el supervisor no analiza únicamente si el banco cumpliría o no con los requerimientos de capital en situaciones de tensión. Además realiza un análisis cualitativo en el cual cuestiona la metodología empleada por la entidad para desarrollar la evaluación, el plan de capitalización previsto para dar respuesta a eventuales carencias de capital, y la fortaleza de los mecanismos de gobierno corporativo encargados de su supervisión.

¿Qué incumple realmente la filial del Santander en USA?

Los resultados de las pruebas no aportan indicios de que la filial del Banco de Santander esté infra-capitalizada, pero la FED considera que el proceso autoevaluación del capital  presenta importantes deficiencias que ponen en duda su fiabilidad. Los problemas detectados afectan prácticamente a todas las áreas consideradas en el análisis: gobierno corporativo, control interno, identificación y gestión de los principales riesgos, sistemas de información para la gestión y, en general, toda la metodología desarrollada para evaluar las necesidades de capital, incluyendo los modelos utilizados y sus hipótesis de partida. Algo parecido ha sucedido con RBS, HSBC y especialmente Citigroup, de la cual se esperaba un análisis mucho más profundo, dada la complejidad de su modelo de negocio.

Estos resultados han generado un importante revuelo en los círculos financieros. De entrada, las entidades mencionadas están obligadas a presentar un nuevo informe que subsane las deficiencias detectadas. Y no podrán aumentar con respecto al año anterior los flujos de efectivo destinados a retribuir a los accionistas, repartiendo dividendos o adquiriendo acciones propias. Lógicamente, las críticas de las entidades no se han hecho esperar. Desde los principales medios de comunicación y plataformas de información financiera, se acusa a la FED de opacidad en la elaboración del informe. Se subraya que el supervisor ha aplicado criterios poco objetivos en la evaluación del sector (algo por otra parte inevitable en una evaluación de tipo cualitativo).

En todo caso, estas reacciones demuestran la efectividad de los test de estrés elaborados por la FED. Los datos disponibles demuestran que estas pruebas están modificando la conducta de las entidades financieras norteamericanas. En las treinta entidades analizadas, el ratio de capital principal (Tier 1) ha pasado de un 5,5% en 2009 a un 11,6%  en el último trimestre de 2013. Excepto dos entidades, el resto todavía aumentará más sus ratios de capital en los próximos cuatro trimestres. Y los dividendos repartidos a los accionistas se estiman por debajo del 40% del beneficio previsto para el próximo ejercicio.

Parece claro por tanto, que las pruebas de estrés han llegado para quedarse. Primero porque en un hipotético contexto de crisis ayudan a identificar las entidades sanas y capitalizar aquellas con déficit de capital. Segundo, porque facilitan la supervisión bancaria en un contexto de crecimiento de los ratios de capital. Y tercero, porque proporcionan una información abundante y precisa sobre los riesgos contraídos por los bancos, algo fundamental si pretendemos un sistema bancario más prudente en la concesión de créditos. Como es bien sabido, la transparencia es un impuesto que grava de forma muy eficaz las actividades económicas socialmente no deseables.

Los test de estrés en Europa: una eficacia limitada

Ante el éxito de los test de estrés en Estados Unidos, Europa también ha introducido distintas rondas de evaluación del sistema bancario, con una metodología homogénea avalada por la European Bank Authority. Sin embargo, en Europa observamos unos resultados mucho menos satisfactorios. Todavía duele recordar las pruebas de estrés de 2010, en las cuales auténticas joyas de la corona como el Banco Pastor, el SIP formado por las cajas gallegas, el SIP de Caja Madrid y Bancaja, o el SIP de la CAM con Cajastur superaban holgadamente los requerimientos mínimos de capital en un escenario apocalíptico de una caída del 3% del PIB, restructuración de la deuda soberana y caída en los precios de la vivienda.

 

Con tales antecedentes, parece normal que en Europa los test de estrés tengan menos capacidad para influir en la conducta de las entidades. Básicamente tienen poca credibilidad y, en consecuencia, el mercado les atribuye menos valor. En realidad, el problema europeo no tiene tanto que ver con la constatación de los errores cometidos en rondas anteriores, como en los escasos incentivos de los países a exigir pruebas de estrés de la máxima precisión. De hecho, Alemania no tiene reparos en excluir de la evaluación a un segmento importante de su sector bancario.

¿Por qué en Europa se hacen peor los test de estrés? Literatura reciente (Spargoli, 2013) proporciona una explicación convincente a esta frustrante realidad. La falta de un fondo único de restructuración bancaria a escala europea deja a los países europeos solos ante la responsabilidad de sanear a sus entidades financieras. Aunque las pruebas de estrés identifiquen a los bancos en dificultades, éstos no intentan captar recursos financieros en el mercado para capitalizarse, porque saben que el gobierno no tiene suficientes recursos para nacionalizar a todas las entidades problemáticas. Por ello, en lugar de aumentar el numerador del ratio de capital, los bancos problemáticos prefieren reducir el denominador. Disminuyen el volumen de créditos a la economía real y restauran el porcentaje de capital exigido por ley, aún a costa de empeorar las perspectivas económicas del país.

En estas condiciones, la pregunta es ¿le interesa realmente a Europa publicar los test de estrés? Interesa si el mercado impone condiciones financieras muy severas al segmento sano de la banca nacional por no poderlo distinguir del segmento problemático, como sucedía en España antes de los decretos Guindos. No interesa en absoluto si el segmento sano no soporta un coste financiero elevado porque el mercado confía en la solvencia del país, como probablemente suceda hoy en día en Alemania. ¿Para qué forzar a la banca problemática alemana a reducir el crédito si el país puede financiar sin ningún problema la quiebra potencial de un reducido grupo de entidades?

Nunca se subrayará en exceso la importancia de la unión bancaria europea. Aunque en las últimas semanas se ha dado pasos importantes en la dirección adecuada, el fondo de intervención previsto tiene todavía una cuantía muy limitada, que plantea dudas respecto de su eficacia. Y sin una unión bancaria real, que tenga en cuenta los intereses comunes de todos los europeos, y no solo los intereses particulares de algunos países, será difícil disponer de unas pruebas de estrés creíbles, con capacidad para modificar el comportamiento de las entidades financieras. Como en tantas otras facetas de la política y la economía, además de honrada, la mujer del César tiene que parecerlo.

LAS DOS CARAS DE LA MONEDA

Manuel Illueca

Profesor en la Universitat Jaume I de Castellón e investigador del IVIE
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1 comentario

Juan Carlos escribió
01/04/2014 15:57

Me ha parecido una excelente contribución por la que he conocido que en otros mercados también se realizan estas pruebas de "stress". Creo que este tipo de pruebas se deberían generalizar en otros ámbitos empresariales al objeto de detectar con antelación situaciones que sean peligrosas.

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