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EL CABECÍCUBO

‘El pueblo más divertido': Kim Jong-Un, bombardéanos por favor

ÁLVARO GONZÁLEZ. 14/06/2014 La inefable Mariló Montero y Millán Salcedo presentan un programa veraniego en TVE que no sube el nivel precisamente de anteriores ocurrencias estivales

MADRID. Fue precisamente gracias a la televisión, hace medio siglo por lo menos, que los habitantes de los pueblos de España comenzaron a renovar el vestuario, hábitos, costumbres y gustos musicales. A día de hoy, ya con Internet y juguetes varios, no hay motivo ninguno para que un habitante en un pueblo esté atrasado o aislado con respecto al de la ciudad. Ni la ciudad española, ni la británica ni la estadounidense.

De hecho, resultan sorprendentes las ansias de modernidad que hay en los bares de algunos pueblos, su oferta gastronómica de vanguardia y el estilismo que lucen los clientes. Se compara uno con ellos, cuando baja en chándal y chancletas al bar de su barrio en "la capi", y el que está más cerca de la oscuridad de los años cuarenta y la posguerra es el menda. Además, eso es lo que se encuentra uno en los barrios más trendy de la capital, gente de pueblo. La mayoría universitarios, marcando tendencia, viviendo la vida a tope.

De modo que donde queremos ir a parar es a que ya nadie tiene por qué sentirse avergonzado por ser de pueblo. La confrontación carlista ha terminado. Sin embargo, es preciso subrayar que los derechos conllevan obligaciones y en este caso la contrapartida es que si alguien no tiene por qué avergonzarse de su origen, tampoco debería enorgullecerse. Convendremos que sobrepasa el mal gusto pavonearse y omitiremos lo que supondría agredir al forastero por el mero hecho de serlo.

Pues bien. El nuevo programa de la Televisión Española que pagamos todos, El pueblo más divertido, exalta el apego patológico al terruño más que un sargento de la guerra del 14. Es toda una bacanal del jalearse a uno mismo y su circunstancia, que no es otra cosa que el paradigma de la necedad. Claro que si tú quieres llegar a un pueblo con tus camiones rugiendo, tus remolques y tu equipo de rodaje para que los lugareños se disfracen de gilipolladas y actúen como enajenados para mangonearlos y grabarlos, qué mejor manera que azuzar el orgullo local. Debe venir hasta en el Sun-Tzu.

Así tenemos como resultado este programa, que era sólo el anticipo, pero en el que ya hemos visto cómo no cesan de surgir lugareños robando un primer plano a la cámara para gritar el nombre de la localidad repetidamente, que sus fiestas son las más divertidas y las más mejores o interjecciones cualesquiera expresadas al azar, que graciosamente guardan gran parecido con los improvisados cantos con los que acompañamos nuestro himno nacional sin letra en los estadios deportivos.

Y lo que había en el plató, en esta previa, no era muy distinto. Aplausos desaforados, vítores y más aplausos. A Stalin le tenían que aplaudir durante horas porque al que parase primero lo mandaban a un campo de concentración en Siberia a cavar hielo y granito a menos treinta y cinco grados. En España, siglo XXI, se aplaude igual con que sólo le den a uno a cambio un bocadillo en una bolsa de plástico.

El resto del espacio, presentado por Mariló Montero, muy orgullosa de su nuevo proyecto porque ella también es de pueblo, ha manifestado en la prensa, viene marcado por los colaboradores. Apareció Melani Olivares en silla de ruedas. Explicó que fue tras un percance minutos antes. Menos mal, por un momento dio la impresión de que la sacaban a la fuerza atenazada por la vergüenza ajena. También andaban por ahí El Sevilla, Las Virtudes y Mario Vaquerizo. Cuando aparecido este último personaje el respetable se alteró y entró en éxtasis como si hubiera salido El Último Guerrero en la final de un Wrestlemania. ¿Pero cómo triunfa tanto este chaval?

Mario Vaquerizo se licenció en Periodismo por la Complutense, entró a trabajar en la discográfica Subterfuge, conoció a la que luego fue su esposa por el rito de Las Vegas y, a partir de ahí, se convirtió en un personaje mediático y representante de artistas. Muchos le critican que todo en la vida le ha llegado dado por sus relaciones personales o sentimentales, pero reúne los mismos méritos y ha levantado las mismas empresas de la nada que, por ejemplo, Juan Rossell, excelentísimo presidente de la CEOE, quien por cierto también es periodista frustrado. Por no mencionar a Felipe VI, inminente nuevo propietario de la fonda. Así que definamos a Vaquerizo como lo que es: una persona ejemplar, un español honorable, un hombre de estado.

Su papel en el concurso bebía de la escuela de Boris Izaguirre. Se levantaba de repente, daba cuatro gritos y le plantaba un pico en los morritos de Mariló. Sucedió en dos ocasiones. Todos vibramos. Después se disfrazó al actor Eduardo Gómez de rana y se le lanzaron pasteles a la cara mientras el hombre cantaba La Macarena en karaoke. Jonda emoción y algún viva España aquí en mi casa.

Al Sevilla se le vistió de conejito rosa. Ovación. Millán Salcedo inició un monólogo refiriéndose a José Mourinho como "el asqueroso aquel" mostrando un envidiable repertorio de chistes de vanguardia, refrescantes y muy originales, como que en la selección brasileña coincidieron Elano y Kaká, ya saben, y que en el Real Madrid había un tío hace tres años que se apellidaba Diarrá ¿Pillan el rollo?

Más crudo y despiadado fue su antiguo compañero en Martes y 13, Josema Yuste, con otro monólogo sobre que en el norte se trabaja porque llueve, pero ahí están las fábricas y en el sur siempre hace bueno, y ahí están las playas, por eso en el sur la gente es muy trabajadora pero se sacrifica y se va de fiesta. No sé por qué no cambiaron la imagen a blanco y negro para escuchar tan sabias palabras. De remate, Mario Vaquerizo se cantó ‘Mi carro'. Olé, olé y olé.

Toboganes. Piscinas. Gritos. Barragán. Piscinas de pringue de colores. Y era sólo el anticipo. Lo gordo llegará próximamente con el concurso de 22 localidades de las 17 autonomías, no vaya a ser que se desencadene otro proceso soberanista por omitir a alguna, apadrinadas por un humorista.

Decía la nota de prensa: "Con El pueblo más divertido, TVE pretende rendir un pequeño homenaje a uno de los pilares de la sociedad española: sus pueblos. Y lo hará contando con la complicidad de sus gentes, de sus costumbres y sobre todo, de su sentido del humor, un rasgo único que nos distingue como sociedad".

Y concluía: "buscará la esencia y el carácter de nuestro país a través del humor". La revista El Jueves

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3 comentarios

Uno de por ahí escribió
16/06/2014 15:05

Basta de análisis filosoficos , antropologicos, existencialistas ,etc... La razón de que este programa sólo le haga gracia a Mariló , segun un articulo de "el levante", es que se lleva 13000 "euracos" por cada gala .¡¡ Hay señor , llevame pronto !! A 3,5 millones la gala oiga. ¡¡Que me lo quitan de las manos!!!

Uno de por ahí escribió
15/06/2014 12:35

Vivimos tiempos complejos y , sin embargo , tenemos los mismos gustos , vicios y manias de siempre.Este progrmama es una copia del "gran prix del verano" pero sin vaquillas (de momento) y aunque ha empezado titubeante le apuesto algo al autor a que ira aumentando su audiencia conforme vaya aumentando la temperatura estival y nos acerquemos a la canícula. Estamos obsesionados con la modernidad y ser o parecer eternamente jovenes y ,sin embargo,nos siguen dando y seguimos consumiendo los mismos productos e historias una vez tras otra , tras otra , tras otra .... Un ejemplo: las peliculas españolas que mas han triunfado comercialmente en los ultimos tiempos son la tipica comedia costunbrista de toda la vida. Solo que adaptadas a los "nuevos" españoles del s.xxi . Para ver a la gente del pueblo no necesito hacerlo por television , no como los ejecutivos y directivos que planean estos programas y encima se creen que son lo mas de lo mas.(ellos por supuesto no el populacho) al que le damos pan y circo y encima le gusta. No solo le gusta sino que encima se enfada y exige su ración de pan y circo cuando no la tiene.

Josselito escribió
14/06/2014 21:54

No lo ví tan terrible. La parte casposa del pringue y Vaquerizo se compensa con el "Mariloro" de Millán y Carbonel. Y así.

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