VALENCIA. A estas alturas de civilización resulta una obviedad señalar que la Universidad forma parte del núcleo, cuando no es el núcleo mismo, de la cultura y la educación de cualquier sociedad. La existencia de una universidad pública suficientemente dotada, accesible para los ciudadanos y financiada por los ciudadanos, es una garantía para la libertad de espíritu y formación de las personas, ya sea como individuos o como elementos de una sociedad.
La Universidad es el seguro permanente de evolución de los pueblos hacia futuros mejores y de mayor bienestar. Una comunidad que sabe aprovechar las ventajas de contar con una Universidad es una sociedad segura de si misma y de su desarrollo humano, cultural o científico. La ciencia nace, crece y se desarrolla en la Universidad.
Por todos estos motivos resulta cuando menos alarmante las noticias sobre las dificultades financieras que están atravesando las cinco universidades públicas valencianas y que sus propios representantes denuncian ante la opinión pública frente a la aparente indiferencia de la Administración autonómica.
Sin embargo, no nos engañemos, esta salvaje crisis económica que estamos atravesando no permite el mantenimiento de un coste creciente e indefinido de los servicios públicos financiados por los contribuyentes y con un continuo recurso a la deuda, responsable en buena parte de de nuestros males. No les posible para la Sanidad, ni para la Educación, ni mucho menos para las infraestructuras públicas ni tampoco para el sostenimiento de la colosal Administración pública española en sus muchos niveles. El origen y causa de todos estos problemas es asunto de estudio aparte y no motivo de esta reflexión. Sí lo es el presente y el futuro de la universidad pública valenciana.
¿Puede ser mejorada la eficacia de la gestión de las universidades públicas valencianas para reducir en la medida de lo posible su exposición a la crisis sin por ello perder su independencia y autonomía académicas? Sí, con toda seguridad. El sistema universitario valenciano ha atraído hacia hacia sí un volumen de financiación creciente año tras año durante la última década, mientras su número de estudiantes se ha mantenido estable o incluso decrecido levemente disparándose la plantilla de profesores y administrativos.
¿Cómo ha revertido este innegable aumento del gasto universitario en la sociedad que lo financia? ¿Lo ha hecho de forma proporcionada a ese esfuerzo financiero? Éstas y otras cuestiones similares son las que la comunidad universitaria debe responderse y ayudar a entender, sin prejuicios y huyendo de un corporativismo del que sin duda adolece.
ValenciaPlaza.com se propone con este primer artículo que publica hoy y al que seguirán otros, aportar elementos de debate y reflexión que puedan contribuir a reducir o eliminar cualquier peligro que cuestione el buen funcionamiento de la Universidad, un elemento clave, como ya ha quedado dicho, para el bienestar de las personas y de las sociedades.
Cerrarse a abrir un debate leal y serio sobre una reforma de las universidades valencianas amparándose en una autonomía que no lo es tal en lo económico, o tratar de imponer reformas sin el consenso de la comunidad educativa solo puede desembocar en perpetuar, y agravar, los males que padece el sistema de formación superior en nuestro territorio.
La Comunidad Valenciana necesita de forma vital una Universidad sólida y saneada. Y la Universidad necesita de los ciudadanos, su razón de ser y existir. No se den la espalda y colaboremos en mejorarla.
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