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Love me do, Manel

JOSÉ MARTÍNEZ RUBIO. 27/04/2013 "Los Manel son a la música lo que Amélie es al cine francés y lo que Instagram a la fotografía, es decir, una gran mentira..."

Las teorías del caos

José Martínez Rubio

Becario de investigación en la Universitat de València
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VALENCIA. No somos ingenuos, aunque a veces lo finjamos y nos vean comprar ramos de rosas, o bambús en cuencos de colores. Siempre hay ocasión para ser excepcionales. No somos ingenuos, al contrario, nos parece insoportable que la vida transcurra plácidamente como un paseo por el parque. Alegre, ligera y aburridilla como una sonrisa tonta.

Igual de insoportable es que no pase nada, seamos honestos, o que no veamos cerrarse las nubes en un negro bíblico, si es que han de cerrarse algún día. Ni explotar los aviones en el aire, si es que han de explotar. Ni regar la selva vietnamita de napalm, si es que el Departamento de Estado y el mismísimo presidente de los Estados Unidos nos obligan. Lyndon B. Johnson era demócrata, como nosotros. Lyndon, querido... ay, Lyndon...

Pero nosotros nunca haríamos un Hiroshima, mon amour, con lo que nos gusta. Si tiene que rasgarse el cielo y partirse en dos, por favor que lo veamos, que temblemos de miedo antes que de rabia por no haber asistido, ingenuos, ignorantes, al noble espectáculo de la pirotecnia histórica.

Seremos muchas cosas, pero ingenuos, no. Y eso que escuchamos lo nuevo de Manel. Y lo viejo. Y hemos visto Amélie. Y hacemos fotos con Instagram. Todo lo naïf, todo. Pero nada. Los Manel son a la música lo que Amélie es al cine francés y lo que Instagram a la fotografía, es decir, una gran mentira.

Mira París. No es una ciudad con casitas verdes y amarillas. Ni cocinan espaguetis al son de un gramófono viejo. Desengáñate, París no es una ciudad para recorrer en moto. Imagínate Montmartre con sus esquinas, llenas de viejos quejumbrosos y de escaleras. Vete allá a encontrar el amor... a la Gare du Nord, que registra el mayor número de hurtos y atracos de toda Francia. Al Moulin Rouge a hacerte fotos abrazado a mí, el mayor prostíbulo de Francia redimido por los afiches de Toulouse-Lautrec. Y tú y yo bajo las aspas sonriendo a cámara.

Dicho sea de paso, Toulouse-Lautrec también es muy naïf; no él, que debía de ser un señor más bien resentido, sino todo lo que decidimos que representa Lautrec. Pero ya lo sabemos, lo naïf es la versión francesa de lo sórdido. Mira París. Mira Instagram, con sus invasión lumínica.

Manel podrían ser los Amélie catalanes, pero han cambiado el ukelele por el sample, y la verdad es que mejoran. Más gominola nos hubiera vuelto hiperglucémicos, y no es plan. Llevo una semana escuchando el nuevo disco compulsivamente. Es un dejarse querer. Desde el día que escuché aquella versión de "La tortura" de Shakira, a la que titulaban, amablemente, "El bròquil", supe que serían adorables para siempre, hicieran lo que hicieran.

Me entregué con auténtica veneración andaluza, y desde entonces voy a la playa escuchando "Al mar". Y sueño con hacerme un nudo de corbata como los mejores profesores europeos. Y salgo a la noche escuchando "Ai, Dolors, porta'm al ball"...

"Ai, Dolors" es trágica, en realidad, pero hacemos como si nada. Llévame al baile, Dolors, que hoy que viene todo el mundo, dice el cantante como si nada. Y vamos a bailar, a tomarnos algo, sin esperar que ocurra el milagro de encontrarnos besándonos por los portales. Res de tonteries. Res de ser especials. Ay... pero es una canción maravillosa, que el vocalista canta (exacto) como si nada. A veces se acaba el amor así también, como el deshielo de los parques, en silencio.

Recién comprado, puse el CD en el coche, y lo primero que sonó fue "Ai, Yoko"... como una réplica a Dolors. "¿Puede existir una canción mejor?", pensé al segundo 10. Y cuando el cantante empezó a pedirle perdón a Yoko Ono, porque en realidad nunca entendimos su amor con John Lennon, supe que tenía razón. Absolutamente. "Qué injustos fuimos", pensé, yo, que ni había nacido cuando mataron a Lennon en la acera del edificio Dakota, en el West Manhattan, y ni mucho menos cuando los Beatles se separaron porque, en realidad, ya no daban más de sí.

Casi siempre escogemos una víctima para la culpa que nos corresponde. Yoko fue la culpable para todo el mundo de la separación del grupo, cuando en realidad fue la única que salvó a John Lennon de convertirse en Paul McCartney y de acabar cantando para la reina Isabel II en su enésimo cumpleaños. Ay, Paul, querido... love me do.

Acabó la primera canción y pulsé para que sonara de nuevo. La escuché otra vez, y volví a darle la razón a Manel: "Qué injustos fuimos". Entusiasmado. Y así todo el viaje a casa.

La ingenuidad es una afección temporal. Quien la tiene como actitud, está jodido. Si dura lo que dura un CD, es decir, una hora máximo, se puede sobrellevar. Más no, que sube el azúcar. Y corremos el riesgo de enamorarnos en París, delante del Moulin Rouge, el mayor prostíbulo de Francia en el siglo XIX. O de bombardear Vietnam en nombre de la libertad, o de lo que sea. No somos ingenuos, créeme. Pero a veces podremos escuchar juntos "Teresa Rampell". O "Love me do" si no te importa lo de Paul. No lo somos (ingenuos, digo), pero si quieres lo intentamos. A vegades ens en sortim.

Las teorías del caos

José Martínez Rubio

Becario de investigación en la Universitat de València
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2 comentarios

JMR escribió
28/04/2013 13:36

Cuánto me alegro, Alejandro. Muchas gracias por tus palabras. Y te recomiento los Manel. Ellos sí que saben. Un saludo.

28/04/2013 11:21

Buenos dÍas: SU ARTÍCULO DE HOY ESTÁ "BORDADO" NI UNA COMA,NI UNA FRASE SOBRE LA QUE PENSAR DE FORMA DIFERENTE.- POR AHÍ A UD LE SALEN FRASES REALMENTE CREATIVAS Y ¿CONTUNDENTE? ME QUEDO CON LA DE HOY "LA INGENUIDAD ES ATEMPORAL DURA LO QUE PUEDE DURAR UN Cd"GRACIAS CON GENTE COMO UD UNO PUEDE LLEGAR A COMPONER "COSAS"LA SINCERA-VERDAD ALGUNAS VECES NO COMPRENDO SUS ARTÍCULOS (QUIZÁS LA DIFERENCIA DE EDAD) PERO, EL DE HOY ¡GENIAL¡UN SALUDO DESDE EL SUR ALEJANDRO PILLADO MARBELLA 2013

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