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Entorno y crisis: una mezcla que dificulta los valores

JOSÉ MARÍA GUIJARRO. 12/02/2013

VALENCIA. Será que trabajo con gente que saben mucho de lentes y de espejos... pero esta tarde, los acontecimientos y mis compañeros, me han inspirado a hacer una serie de reflexiones sobre lo que nos circunda.

Uno de los cuentos de Andersen comienza con la historia de un espejo mágico construido por unos duendes perversos. El espejo tenía una curiosa particularidad. Al mirar en él, sólo se veían las cosas malas y desagradables, nunca las buenas. Si se ponía ante el espejo una buena persona, se veía siempre con aspecto antipático. Y si un pensamiento bueno pasaba por la mente de alguien, el espejo reflejaba una risa sarcástica. Pero lo peor es que la gente creía que gracias a aquel maldito espejo podía ver las cosas como en realidad eran.

Un día el espejo se rompió en infinidad de pedazos, pequeños como partículas de polvo invisible, que se extendieron por el mundo entero. Si uno de aquellos minúsculos cristalillos se metía en el ojo de una persona, empezaba a ver todo bajo su aspecto malo. Y eso es lo que sucedió a un chico llamado José. Estaba una noche mirando por la ventana y de repente se frotó un párpado. Notó que se le había metido algo. Su amiga Luisa, que estaba con él, intentó limpiarle el ojo, pero no vio nada.

Sin embargo, a partir de entonces José ya no era el mismo de siempre. Cambió su carácter. Sus juegos ahora eran distintos. Aparentaban ser muy juiciosos, pero su actitud era siempre crítica, ácida, distante. Veía ridículo todo lo positivo y bueno. Le gustaba resaltar lo malo, poner de relieve los defectos de todo. Y aquel odioso cristal, que tanto había cambiado su modo de ver las cosas, se fue deslizando desde el ojo hasta llegar al corazón, que se enfrió tanto como su mirada y se convirtió en un témpano de hielo. Y entonces ya no le dolía.

El chico acabó recluido en un frío castillo, y allí vivía, persuadido de que era el mejor lugar del mundo. Su amiga lo buscó de un lugar a otro durante un año. Tuvo que superar muchas dificultades hasta que al fin lo encontró. Vio entonces cómo el chico se entretenía coleccionando trocitos de hielo y componiéndolos con diseños muy ingeniosos. Era el gran rompecabezas helado de la inteligencia.

Quizá en la vida ordinaria a bastantes personas, les ha pasado algo parecido. En determinado momento, su mirada cambió. Empezaron a ver todo con peores ojos, a fijarse siempre en lo negativo. Fueron seducidos por una dialéctica turbia y peligrosa que les llevaba a asomarse a todos los abismos. Pensaban que con eso superaban una ingenuidad anterior, y les sucedió como a los que miraban en aquel maldito espejo: estaban seguros de que ahora tenían una visión más madura, de que veían las cosas tal como en realidad eran.

Y al cambiar su mirada, cambió también su corazón. Empezaron a ver a las personas por sus defectos en vez de por sus cualidades. Empezaron a ser envidiosos, a pensar mal, a sufrir con los éxitos ajenos, a ser victimistas. Muchos de ellos volcaron esa visión negativa también sobre sí mismos, y eso les llevó a agigantar sus defectos, a infravalorarse y autoempequeñecerse.

Con el tiempo, quizá han advertido que ese proceso les atormenta y les consume, pero les cuesta controlar sus pensamientos. Saben que deberían reconducir esas ideas que se han adueñado de su cabeza, pero hay algo que congela sus recuerdos y emociones, como sucedía a José durante su cautiverio en el castillo.

Oigo en el bar: "Los españoles somos chorizos por naturaleza". Esta manera de pensar determinista es la que nos deja sin libertad para el bien. Yo me niego a aceptar esta frase, no sólo por naturaleza sino por actitud. Sin duda hace falta una regeneración social profunda en España y todos tenemos que contribuir a ella, empezando por sus líderes.

En los procesos de declives internos de las Instituciones y de las organizaciones son las innovaciones y aportaciones externas las que vuelven a movilizar a éstas y así sus direcciones toman soluciones reactivas.

Lo que más me llama la atención de los acontecimientos políticos, económicos y financieros que están ocurriendo en nuestro país y en nuestra Comunitat es que siempre falta una propuesta en una situación lógica y que -por una vez- se una a la idea de proyecto la figura del líder. Pero, ¿quién lidera dicho cambio y desde dónde? y ¿qué tipo de proyectos se deben acometer a corto plazo para ser más competitivos como comunidad autónoma? Quizás con una serie de reflexiones en alto podemos hacer un análisis.

Cuando preguntas a alguien neófito en materia del cambio qué significa para él este término, un alto porcentaje lo equiparará a la innovación. Gestionar el cambio innovador radical y gestionar la dosis necesaria de transformación de rumbo es un elemento fundamental en la tarea de la dirección de un ejecutivo.

Y si estamos en un medio económico y estamos convencidos de que las pequeñas y medianas empresas constituyen nuestra principal fuente de creación de empleo y de renovación del tejido industrial, es necesario seguir más que nunca actuando sobre ellas y no sólo desde nuestro gobierno regional, porque para facilitar el funcionamiento del Mercado Interior en la nueva Europa son también necesarias otras medidas como las de medio ambiente, protección de consumidores, propiedad intelectual y competencia desleal, política monetaria y política social entre otros, que competen más a otras esferas y que no están representadas en lo cercano o por lo menos en el discurso del recambio nunca se entra en profundidad.

Podemos hablar de debilidad, desaceleración, recesión o crisis en determinados momentos de nuestro ejecutivo e incluso en algunos sectores del tejido industrial valenciano, ¡hasta personalmente las tenemos! pero lo que sí queda claro es que todos los cambios no enumerados en nuestro ejecutivo están dando paso a un nuevo formato de economía global que supone unos tremendos retos para los recursos humanos, los recursos tecnológicos y todo tipo de medios de nuestras empresas y de nuestra sociedad civil valenciana. Y estos, insisto, deben ser liderados. ¿ Dónde está el líder del cambio?.

Quizá el problema es que el corazón está ya un poco frío y apenas nos duele, como le pasaba a José. Pero no por eso deja de tener y necesitar arreglo. Es un cambio difícil, pero posible. En el cuento, fueron las lágrimas de Luisa las que se abrieron camino hasta el corazón de su amigo, que también comenzó a llorar, y lo hizo de tal modo que el maldito cristal salió flotando entre sus lágrimas.

También a nosotros nos puede ayudar mucho una mano amiga, una persona que supere los obstáculos que sean necesarios hasta hacernos comprender lo triste de nuestra actitud. Porque la vida a veces es dura y difícil, pero lo es sobre todo por ese cúmulo de prejuicios que nos ha entrado por la mirada y ha ido descendiendo hasta el corazón. Y eso lo que nos ocurre ahora. Parece ser que nos regodeamos de la crisis y de noticias dramáticas.

Sólo hace falta ver, oir, leer a los distintos medios de comunicación (cada uno lógicamente movido por sus intereses) ¿Para cuándo un espacio de buenas noticias? ¿para cuándo un programa que resalte valores? ¿para cuándo un personaje que está al servicio de los otros y se le destaque como merece?

Yo me resisto a seguir más en esta rueda, o que el médico me diga que tengo para un mes, pero me niego desde luego que "otros" factores externos sigan dificultando el que pueda ver lo bello de la vida y el servicio a los demás.

Como en mis tiempos jóvenes hoy más que nunca te digo: "El que no vive para servir, no sirve para vivir".

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