VALENCIA. Vi hace unos días un programa de televisión cuyo protagonista era un gurú de las finanzas que está de moda porque imparte cursos de bolsa -imagínense el estado de depresión en el que me encontraba para tragarme tal tostón-, y del que, aunque pueda parecer imposible, saqué algunas conclusiones positivas.
Según el susodicho, en estos momentos de crisis total, no hay que volverse loco buscando trabajo en empresas, presentando currículos a diestro y siniestro, acudiendo a entrevistas, rellenando tests o contestando compulsivamente a todas las ofertas de empleo de las páginas salmón. No, no hay que hacer nada de esto.
La posible mejora económica del futuro de los que, como yo, estamos en el paro de larga, perdón, eterna duración, consiste, ni más ni menos, en darnos de alta como autónomos, hacer una introspección profunda de nosotros mismos y dedicarnos a lo que de verdad sabemos hacer y por cuenta propia, sin jefes, ni plannings, ni metas, ni horarios.
¡Hay que dedicarse a lo que uno conoce! ¡Hay que sacar provecho de la propia experiencia!
Los que lo tienen más fácil son los abogados. Si hay alguno en el paro es porque quiere. El que ha estudiado leyes tiene las puertas abiertas para casi todo: puede ser notario, procurador, juez, secretario de ayuntamiento, fiscal, policía...Incluso charlatán, vendedor ambulante o político.
Para las personas que han sido lineales en su cotidiano quehacer también es relativamente fácil. Un médico que siempre ha estado ejerciendo en clínicas y hospitales, si va al paro, puede optar por montar una consulta privada. Un maestro de toda la vida al que le han cerrado el colegio tendrá que dedicarse a las clases particulares. Los profesionales del sector de la construcción, totalmente en estado latente, lo tienen igual de sencillo: carpinteros, electricistas, fontaneros, pintores de brocha gorda, etc, pues... ¡hala! ¡a hacer chapuzas por las casas!
Otra gente lo tiene algo más complicado, como los maquinistas de ferrocarril, domadores de leones, presentadores de televisión y otros oficios en los que se necesita mucha parafernalia para desarrollarlos.
Y, por supuesto, también hay que estrujarse los sesos para averiguar qué nivel de conocimientos tiene uno y de qué temas, a partir de los sesenta años, tras haberse dedicado a diversas ocupaciones para ir subsistiendo.
Pero, siguiendo las instrucciones del "maestro televisivo de los business", uno tiene que empezar por el principio. Recapacitando y haciendo un esfuerzo pude recordar que soy licenciado en Ciencias Económicas, Políticas y Comerciales y, como tantas otras veces después de noches de pesadilla e insomnio me lancé al cajón de la mesa de mi despacho a comprobar que ahí estaba la Certificación Académica Personal, que termina así: Tiene cursadas y aprobadas todas y cada una de las asignaturas que componen los cinco cursos de la Licenciatura...
¡Sí! ¡Por fin aprobé la Estructura II, la Econometría, la Hacienda Pública...! ¡Todas! ¡Qué tranquilidad! ¡Soy economista! Pero a diferencia de los letrados, los expertos en "dineros" somos, en el otro lado de la balanza, quienes no podemos dedicarnos prácticamente a nada.
Con la economía en crisis, el comercio hundido y la política por los suelos -algún día escribiré sobre mi larga experiencia en esta ¿ciencia?, puesto que he sido doce años concejal de un ayuntamiento-, ¿qué puedo hacer? ¿a qué podría dedicarme?
Bueno, como última opción podría, echándole cara, imitar al "figura" ese de la tele e impartir cursos de bolsa, siempre que nadie descubriese lo que llevo perdido durante toda mi vida en el parquet.
Y eso que, comprar y vender acciones es realmente la única actividad económica que he desarrollado durante mucho tiempo y a la que he dedicado gran parte de mis conocimientos y atención, pero... con ¡tan mal resultado!
A pesar de haber seguido todas las reglas básicas del buen inversor: comprar cuando están bajas las acciones y vender si suben, dejar el último euro para el otro, no impacientarse... Pues... ¡ni así! Pérdidas, pérdidas y pérdidas y cuando no, anuncios de ¡no hay dividendos!
Puede que sea mala suerte, porque tampoco acierto nunca, después de calcular el contenido de los carros, las bolsas de frutas a pesar, edad del comprador, facilidad del bolso o bolsillo para extraer el dinero, cual es la cola más rápida de las cajas de Consum. Siempre salgo el último, me ponga donde me ponga o cambie varias veces de cajera.
Pero si no me atrevo finalmente a impartir mis conocimientos bursátiles, tengo otra salida, muy distinta pero también muy buena, gracias a haber nacido en la Comunidad Valenciana. ¡Qué suerte ser de aquí!
Y es que, además, la tenemos todos los valencianos sin distinción de sexo, edad o condición; desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte; que nos puede resolver la vida, o al menos muchas ocasiones conflictivas; que nos da prestigio, relaciones sociales, amigos e incluso, a veces, dinero.
Es la extrema pero clarísima opción. ¿Qué valenciano no es el que cocina las mejores paellas del mundo? Así voy a salir de la crisis: ¡haciendo paellas!
Me gusta la solución que aquí se plantea,descubrir que aquella destreza o arte que sólo disfrutaban los familiares y amigos, pueda en muchos casos ser ahora una posible salida económica. La prueba de fuego será entonces si la paella gusta o no.
Por motivos laborales he podido viajar bastante (Australia, Italia, Francia..) y en ningún país he probado una paella que no fuese un atentado culinario contra nuestro plato más internacional. Si es cierto que el sr Medina sabe hacer paellas en el extranjero tiene el éxito asegurado.
Muy interesante el artículo, cuando habeis tocado el tema de autoemplearse me ha venido a mente una pagina que me he recibido hoy mismo por twitter que ya empieza a promover el microempleo en españa, conectaempleo.com , aun con la total certeza de que se enfoca a trabajos en "b" me ha parecido una forma de autoempleo realmente original. Saludos
muy bueno Angel,pero sigue escribiendo, artículos,tratados ó novelas...asi mientras degustamos tus ricos arroces podemos también disfrutar de ellos.Ánimo y mucha suerte!!
Querido Ängel: ¡Albricias! Al fin, has dado, tras tus profundos conocimientos de Economía, con tu verdadera vocación de hacer felices a la humanidad con la confección de tus exquisitas paellas, que, a mayor fortuna, se podrán degustar en cualquier momento gracias a tu invención de cómo tenerlas siempre a disposición de consumo. ¡ Muchas felicidades! Un abrazo.
Creo que es muy buen consejo, no solo hacer paellas sino hacer uno lo que mejor sabe.
Muy buen artículo !!! Felicidades y enhorabuenas para Angel Medina y mucha suerte con las paellas !!!
Espana no va a salir de su bajada hasta que los politicos esta totalmente seperado de la judicia y se encarcerar algunas politicos para robar, estafa, etc. Hay que crear un "policia" de inspecionar los cuentas de los politicos.
Pues si necesitas un pinche ya lo sabes....
Hace falta buenas paellas y paelleros... ¡en Alemania!
Habrá que hacerle caso al gurú de la tele que sugiere el señor Medina y autoemplearse haciendo lo que uno de verdad sabe hacer.La opción elegida por Medina es una buena opción de negocio , pero tiene un inconveniente : se tiene que saber hacer paellas.No por ser valenciano uno nace sabiendo hacer paellas y en Valencia capital son pocos los que dominan este bello arte .El fracaso está asegurado si uno elige lo que no sabe hacer , no vaya a ser que el Sr Medina acabe engrosando la legión de malos paelleros que abundan en los restaurantes de medio mundo.Si de verdad sabe hacer bien las paellas le auguro mucho éxito .
Lo de las paellas puede ser, porque los abogados ... a no ser que asesoren a delincuentes de guante blanco, laboral o mercantil por las quiebras y los despidos, lo demas na de na.
Tu email nunca será publicado o compartido. Los campos con * son obligatorios. Los comentarios deben ser aprobados por el administrador antes de ser publicados.