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Localización como enclave estratégico para la innovación. El caso de Valencia

JOSÉ MARÍA GUIJARRO. 17/12/2012

VALENCIA. El pasado día 11 se firmó en el Ayuntamiento de Valencia, el denominado "Pacto Local por la Innovación". Las principales entidades empresariales, científicas y universitarias de la ciudad de Valencia se han unido en una iniciativa municipal común, dirigida a coordinar e impulsar las acciones de promoción de la I+D+I que sitúen a nuestra ciudad como referencia internacional en este campo.

Antes de hablar de este presente me gustaría hacer un análisis histórico. En los años ochenta, la tendencia manifiesta de los gobiernos y de las corporaciones locales fue poner en marcha políticas de innovación con el objetivo de identificar e instrumentar un nuevo vector estratégico de negocio enfocado a atraer empresas de índole tecnológica.

Por supuesto, esto no quiere decir que se abandonara la promoción de la ciencia básica sino que se planteaba dar un paso más enfocado a la aplicación industrial de aquellos hallazgos científicos con el objetivo de rentabilizarlos territorialmente. Ni que decir tiene, que esta situación venía favorecida por el aluvión de fondos provenientes de la propia Comisión Europea y que las Administraciones vieron claramente la oportunidad que dichos fondos le proporcionaban.

El Sistema Regional de Innovación de la Comunidad Valenciana (SRI-CV) en el cual se inscriben los subsistemas metropolitano y municipal de Valencia y otros enclaves urbanos, fue pionero de hecho a nivel de todo el Estado español y posteriormente imitado en todas las Comunidades Autónomas y municipios que últimamente buscan convertirse en cuna incipiente de pequeñas y medianas empresas de carácter innovador, y que han elegido estos enclaves en busca de nuevas oportunidades de negocio frente a la feroz competencia de otros enclaves geográficos del Estado. Nada más hay que ver el énfasis que ponen las principales capitales en apellidarse además de ciudad como inteligente o como de la innovación.

OPORTUNISMO INNOVADO

Frente a la teoría del efecto sede, buscando el fenómeno de concentración de masa crítica de empresas que se afincan en grandes núcleos urbanos en busca de más oportunidades y mejores ofertas en los servicios, la excesiva concentración de empresas en una misma ciudad ha estado favorecida por la saturación de los mercados y a la postre ante tal aluvión de oferta, que los beneficiados sean siempre los mismos e incluso nunca mejor dicho los resultados vayan "por barrios". Hoy es curioso cómo la innovación en servicios y especialmente en el comercio urbano se está imponiendo sólo por un criterio de apertura o liberalización de horarios no teniendo en cuenta para nada a sus interlocutores activos que son los propios comerciantes y sus consumidores.

También en los ochenta, y volviendo de nuevo al pasado, pudimos ver como la deslocalización de las grandes urbes fue una de las estrategias a tener en cuenta a la hora de "echar raíces" en España en busca de mejores condiciones de suelo, financiación de ciertas partidas vía ayudas públicas a la que en muchos casos las empresas autóctonas no fueron capaces de explotar.

Digo esto porque la Comunidad Valenciana goza de espacios dedicados a la innovación que operan a un nivel altamente competitivo con una notable base innovadora fruto de un esmerado Sistema Regional de Innovación (SRI) quizá desmesurado para su dimensión y para el número de empresas que la componen, y que incluso iniciativas como la presentada hacen gala de un sistema de innovación que adolece de una política común en materia de innovación en el que en muchos casos se producen solapamientos en las tareas del personal que integra los diferentes entes del sistema y es más entre ellos mismos se hacen la competencia.

Sin embargo y pese a toda esta inversión en infraestructuras dedicadas a la innovación, la inversión en I+D+I por parte de la Comunidad Valenciana (ámbito territorial más amplio que el local de Valencia ciudad), únicamente representa el 0,62% del PIB, valor no sólo alejado del promedio europeo (1,8%) sino del también nacional (0,89%). Este gasto supone el 6,6% del total del Estado y guarda una estrecha relación con los investigadores ya que la Comunidad Valenciana emplea el 6,9%.

Llama la atención a la luz de estos datos que teniendo la Comunidad Valenciana un peso cercano al 10% del total nacional en relación con la mayor parte de ratios socioeconómicos y disponiendo de uno de los más potentes espacios dedicados a la innovación sea tan mínimo el carácter innovador de las empresas que componen su tejido industrial.

VALENCIA SE QUEDA ATRÁS

Concretamente, Valencia es la provincia de la Comunidad Valenciana donde un menor porcentaje de empresas han realizado algún tipo de innovación. Diferencial que se observa con mayor intensidad en caso de las inversiones en innovación en gestión administrativa (sólo un 27% del total de empresas, frente al 42% en Alicante y Castellón).

En los últimos dos años las empresas alicantinas han sido las más innovadoras, especialmente en productos y servicios, seguidas muy de cerca por las empresas de Castellón.

En efecto, dentro de la Comunidad Valenciana se han diseñado políticas y se han creado instrumentos para propiciar la interacción entre los elementos del Sistema Regional de Innovación como he dicho. La efectividad de las acciones emprendidas deben evaluarse. Esto conduce a la definición de un conjunto de indicadores y a la medición de los mismos para diagnosticar el estado de la innovación en la ciudad de Valencia. Si tomamos en consideración que la empresa es el núcleo del proceso de generación de innovaciones, se hace evidente que mientras la capacidad de desarrollo y de absorción de tecnología por parte de las mismas no evolucione, el fortalecimiento del Sistema Valenciano de Innovación permanecerá en el estado de estancamiento reportado.

La Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana (REDIT), como las Universidades y las empresas, son elementos del sistema de innovación de un entorno. Por supuesto, evidenciando que el patrón de pensamiento dominante establece que las empresas constituyen el centro del proceso de innovación, ya que es a través de ellas donde se fabrican la mayoría de los productos y servicios que dan lugar al desarrollo económico, a la creación de empleo y a la mejora de la calidad de vida.

El análisis de las trayectorias colectivas (REDIT) e individuales de los Institutos Tecnológicos (II.TT.) revelan que estos han experimentado un crecimiento continuo en los últimos años. Ese crecimiento se refleja en el aumento del personal a dedicación plena involucrado en acciones de investigación y desarrollo, el aumento creciente de los ingresos generados por los productos y servicios de los Institutos y en el número cada vez mayor de proyectos de I+D y de asesoramiento tecnológico contratados por las empresas. Hoy por cierto, estos Centros están dejados a su destino por una situación de asfixia financiera ocasionada por la propia Generalitat Valenciana.

EL IMPACTO DE LAS EMPRESAS

Los niveles de explotación de los recursos creados por las oportunidades que ofrece la Unión Europea son bajos para todo el conjunto, siendo el CSIC la organización que presenta la mejor ratio, seguida de REDIT y luego de las Universidades de la Comunidad. La ratio que indica el impacto de las empresas sobre la generación de ingresos de las organizaciones, es también un indicador de la relación existente entre ambos elementos del Sistema Valenciano. Los Institutos Tecnológicos de la CV (0.44) realizan una actividad muy superior al resto de universidades (0.08), Centros del CSIC (0.03) y Organismos Públicos de Investigación (OPI) (0.01).

Lógicamente, muchas de las diferencias observadas se pueden explicar en función de la misión de las respectivas organizaciones y de la naturaleza de las acciones de investigación y desarrollo realizadas. Es natural, por ejemplo, que una OPI o que un Centro del CSIC cuya actividad de investigación se inclina más hacia la investigación básica, tenga mucho menos relación con las empresas que un Instituto Tecnológico cuya misión y cuya estrategia de creación lo ubica en el epicentro de la actividad empresarial.

En realidad, un político debe tener entre sus cometidos el aprovechamiento de los recursos, que en todos los casos son escasos, por lo que debería de conocerlos todos y buscar actuaciones entre ellos que los optimicen. En este caso, el objetivo es fortalecer el Sistema Valenciano de Innovación y ello pasa por dinamizar a los sectores industriales de Valencia. Es decir, propiciar la migración del tejido industrial hacia el desarrollo de tecnologías endógenas y hacia una actitud más proactiva en lo relativo a la inversión en la adquisición de capacidades para la innovación con sus agentes cercanos.

La dinamización implica cambios importantes en la trayectoria tecnológica de las empresas. La evidencia empírica derivada de casos de municipios emblemáticos como la ciudad de Barcelona, revelan que en los estadios iniciales del cambio de trayectoria, las empresas deben de ser acompañadas por estructuras de I+D cercanas a sus necesidades primarias, y emerger desde allí hacia niveles superiores de relación.

CONCLUSIÓN

La Comunidad Valenciana pese a disponer de uno de los más envidiables de España dedicados a la innovación cuyo modelo geográfico ha sido literalmente "fusilado" en otras comunidades autónomas no goza hoy por hoy del apoyo del tejido industrial que se muestra en algunos aspectos reacio a invertir en proyectos de I+D+I, especialmente en Valencia.

La ausencia de una política de innovación común a todo el SRI de la Comunidad Valenciana permite que se desaprovechen oportunidades de colaboración y que no se generen sinergias entre todos los organismos implicados, produciéndose en algunos casos solapamientos en las funciones y generando confusión entre las empresas beneficiarias.

Igualmente, la contribución de los Institutos Tecnológicos en los grandes eventos que han girado en torno a la Comunidad Valenciana como por ejemplo Copa América, Fórmula 1, ha brillado por su ausencia dada la no generación de sinergias entre los organismos gestores de estas iniciativas y el propio SRI.

El reducido tamaño de nuestras empresas supone desde luego algunas ventajas -entre ellas la flexibilidad y la capacidad de adaptación que caracteriza a las pymes-, pero también comporta limitaciones, como las dificultades para innovar en determinados ámbitos, para acometer proyectos de inversión elevada, menor capacidad crediticia demostrada con creces en estos últimos hechos económicos acaecidos a nivel mundial, altos costes para conseguir y gestionar información en una sociedad con exceso de información, etc..

La cooperación empresarial constituye una de las mejores opciones estratégicas para superar estos escollos. Así, a través de la cooperación las empresas pueden conseguir un mayor tamaño operativo que, a menudo, resulta necesario para acceder a un nuevo mercado; especializar la producción ampliando a la vez la gama de productos; abordar acciones de desarrollo tecnológico y de innovación y las Administraciones deben de constituirse como motores aglutinadores de sinergias y no precisamente de replicar esfuerzos e inversiones bajo distintos formatos o intereses.

Hoy vivimos uno de los ciclos de incertidumbre más intensos de las últimas décadas y es cierto que si alguien vive de una forma intensa esos ciclos económicos son los motores que son las empresas. Está más que demostrado que sólo una de cada diez empresas es capaz de mantener un crecimiento constante en el largo plazo. Los ciclos de crecimiento van muy unidos a los ciclos de la oferta.

Estamos en un mercado cambiante e irrumpen competidores contra los que aparentemente no tenemos margen de maniobra. Mucho se habla del fenómeno asiático y sus términos de costo de mano de obra pero no nos preocupamos de apalancar nuestro conocimiento. Hay que vender experiencias y hay que generar valor que agreguemos a nuestros productos y la forma de hacerlo es a través de la innovación

Tenemos que ampliar nuestra visión del éxito en los negocios no creyendo que son sólo factores como los beneficios, el crecimiento, el tamaño o las necesidades que satisface en la Sociedad.

Es necesario seguir apostando por un tratamiento singular a nuestro colectivo de Agentes del Sistema de Innovación y especialmente las empresas que integren tanto la política tecnológica e industrial en el ámbito autonómico y municipal como la generación de una sensibilidad ante esta realidad aunando marcos de actuación y afianzando un marco económico sólido y competitivo.

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