VALENCIA. En sociedades con bajos niveles de civismo es habitual que los ciudadanos no nos sintamos copartícipes ni corresponsables de los éxitos de los gobiernos, menos aun de sus fracasos. A ello se añade que, siendo poco dados a reconocer los logros de los buenos políticos, que los hay, somos infalibles con sus errores, ya que entendemos que el resultado de las políticas públicas es su sola responsabilidad.
Y es verdad que un político que fracasa debe dejar el banquillo como lo hacen los entrenadores que encadenan derrotas, pero como pasa en los equipos de fútbol con vestuarios difíciles: el cambio de entrenador no siempre funciona. Casi siempre, las malas rachas tienen que ver con que más de un componente del equipo y/o su estructura organizacional no tienen un buen desempeño.
Como en el caso del fútbol, donde la responsabilidad nunca es solo del entrenador y siempre hay que analizar el conjunto para comprender qué es lo que pasa, en política, para entender a los políticos, hay que tratar de entender a la sociedad que produce esos políticos, y es ahí donde fracasan la mayoría de teorías sobre la clase política española que últimamente han aparecido. Fallan en la falta de una explicación más comprensiva de los políticos, sus circunstancias y contextos.
Muchas de ellas tienen el problema añadido de que están hechas para gustar y no para explicar. Se parecen al toreo tremendista porque alteran y conquistan el jaleo fácil de la concurrencia, a la vez que aterran a los aficionados. Así mismo, sus figuras son tan efímeras como sus explicaciones, y con el paso del tiempo sus nombres y tardes de gloria no quedarán registradas ni en El Cossío.
Pero ¿por qué resultan tan convincentes esas teorías? Porque ofrecen explicaciones sencillas, en las que hay unos claros culpables (los políticos) que ya han sido juzgados y sentenciados, nos libran de toda responsabilidad, es más, nos victimizan -y eso gusta mucho-, a la vez que se enmascaran de una supuesta racionalidad científica cuando su intencionalidad es claramente política. Por último, ofrecen una solución muy sencilla para el problema y, claro está, las soluciones sencillas son para problemas sencillos, pero como estamos de acuerdo en que el problema es bastante complejo, es un error pensar que hay soluciones simples. Al igual que los toreros que disimulan su falta de recursos centrando la atención de los espectadores en el potencial brote de sangre, algunas teorías de la clase política ofrecen la sangre de los políticos para expiar nuestros males y culpas colectivas.
Pero hagamos un análisis rápido de algunos de sus argumentos. Sostienen, por ejemplo, que el poder está secuestrado por un grupo y por partidos que no son representativos. No voy a ser yo el que niegue que las relaciones entre partidos y ciudadanos no pasa por su mejor momento; pero introduzcamos algunos elementos añadidos que nos muestran que la explicación tiene que ir más allá de razones que suenan más bien a teorías conspirativas.
Me pregunto cómo entender lo de la falta de representatividad en un país donde las personas votan mucho más que en, por ejemplo, los EE. UU., país de referencia y admiración de la gente que habla de lo humano y lo divino porque "es gratis", o en países cercanos como Francia al que siempre aludimos con un cierto arrobo. Me dirán que lo hacen porque las opciones son limitadas entre los malos y los peores. Pero me parece, siguiendo a los autores que han trabajado sobre esto durante muchos años, que las personas optan por uno de los partidos porque hay un elemento que los identifica con él, y ese elemento casi nunca es la sola valoración racional de la eficacia de la gestión, como sostiene el economicismo trasladado a la política.
La valoración del gobierno explica en parte las tendencias de voto, pero no suele determinar el voto de las personas, ¿o acaso creen ustedes que una persona que haya votado por Esquerra Republicana premiaría en la siguiente elección con su voto al PP solo porque haya tenido un gobierno muy eficiente que lleve a que España crezca más que China...? Para nada, porque para ese votante, la eficiencia del gobierno no tiene que ver necesariamente con el tipo de variables que aparecen en las estadísticas y cuentas nacionales y que se pueden meter en la regresión para sacar modelos.
Para ese votante, un gobierno eficiente será el que aborde el tema de la "cuestión nacional catalana" con valentía aunque su gestión económica no haya sido de las mejores. Basta ver como nadie se acuerda ahora de los recortes sociales del gobierno de Artur Mas.
El mecanicismo y la política se llevan mal porque si algo tiene y caracteriza a la política es la incertidumbre y que sus resultados están multicausados. Si antes se decía que las listas abiertas serían la solución de todos nuestros males, ahora se apuesta por la elección de un diputado por distrito para ponerle cara a nuestros representantes y mejorar la rendición de cuentas. De ser la cosa como nos la cuentan, países como los EE.UU., donde se elige un diputado por circunscripción, no hubiesen tenido crisis y, sobre todo, hubiesen encontrado soluciones y, lo que es más, los culpables estarían en la cárcel.
No sé si es que estoy mal informado pero creo que no ha pasado nada de eso. El peligro de los distritos únicos es que premian la identidad política mayoritaria. De imponerse ese modelo, posiblemente tendríamos unos diputados no extractivos, pero, a cambio, casi todos los diputados de Guipúzcoa serían de Bildu o los de Castellón del PP, haciendo un flaco favor a la pluralidad: esencia del sistema democrático.
Me gustaría recordarles que en España ya tenemos listas abiertas para el Senado; pero ¿quién de ustedes se acuerda por quien votó? o ¿quién hace voto cruzado o se estudia los programas de los candidatos antes del voto o ha castigado con su no voto a un senador que no ha satisfecho sus demandas?
En la crisis fallaron los políticos haciendo cosas nefastas como no controlar adecuadamente a los bancos, llegando incluso a situaciones aberrantes como el indulto del presidente Rodríguez Zapatero y su ministro de Justicia, Francisco Caamaño, al consejero delegado del Banco Santander.
No quiero ser como los especuladores financieros que ahora se dedican a dar lecciones de moralina sobre cómo debería funcionar el país, pero sí quiero decir que en la orgía de los bancos participaron muchos que no son políticos, y usaré como ejemplo al señor Arturo Fernández, presidente de los empresarios de Madrid, además de exmiembro del Consejo de Administración de Caja Madrid. Un señor de esos que creen que ser liberal es no pagar impuestos y desregularizar todo lo que le beneficia, como el mercado laboral, por cuya reforma clamó y clama. Pero que, en cambio, no dicen nada cuando se usa el dinero que los Estados "saquean a los ciudadanos", vía impuestos, para salvar Bank(ia)os. Ni tampoco tratan de impedir que se premie a la ineficiencia o que se deje trabajar al mercado y se evite el riesgo moral.
Los políticos provienen de la sociedad y reflejan sus vicios y virtudes, por eso, al igual que los políticos se equivocan, los ciudadanos también. ¿Quién en España no sabía quién era Jesús Gil y Gil? Sin embargo gobernó Marbella 11 años con mayorías absolutas. ¿Alguien de verdad esperó de él una gestión transparente? ¿Cómo es posible que Mario Conde suene como potencial diputado autonómico? Claro que tiene derecho a participar y ha pagado por sus delitos, pero: ¿encarna los valores que reclamamos a los políticos?
No nos olvidemos que el PP obtuvo en la Comunidad Valenciana una de sus votaciones más altas en pleno caso Gürtel y que Felipe González fue reelecto a pesar de las cifras económicas y escándalos de corrupción de su Gobierno. Mucho se habla de los políticos como problema, pero no nos olvidemos de que, en democracia, también necesitamos políticos (gobernantes) para encontrar las soluciones.
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* Francisco Sánchez López es profesor Titular de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia
Juntar peras con manzanas nos da un conjunto díficil de analizar. Y si además no se explicitan los supuestos de partida más. Los representantes público son elegidos para solucionar problemas colectivos. ¿lo hacen?. No. ¿debemos nosotros sustituirlos?. Pues entonces sobran todos. ¿Dejan abierto el campo de juego para que todos compitan/compitamos?. En modo alguno. ¿Entoces qué hacemos? Los corremos a...Pues ya hay quien lo propugna.
Muy bueno el artículo, pero en España no hemos de olvidar y preguntarnos ¿Qué intereses deficienden los dos grandes partidos de España? ¿No deberían haber dejado que Bank(ia)os, fueran liquidados en vez de ayudarlos? Igual que han hecho en Islandia. ¿No sería mejor cambiar el sistema electoral para evitar el bipartidismo? ¿Puede que se hiciera la transición en falso? De todas formas es un problema no sólo de España, estamos en un barco que se llama Europa el cual parece que esté naufragando y cada uno que se salve como pueda. Tenemos muchas preguntas sin respuesta, son: porque no se pueden responder y porque no se quieren responder. Los políticos Europeos al principio de la crisis se hablada de terminar con los paraiísos fiscales, ya que peligraba el sistema capitalista, así como imponer la tasa Tobin, ya se han olvidado. De España han salido des que comenzó la crisis 296 mil millones de $ http://www.levante-emv.com/economia/2012/10/13/capital-fuga-alemania/943633.html mirar en el artículo donde han ido a parar. En resumen, en problema. ¿Pero pueen arreglarlo los políticos, quieren, pueden? Tenemos un futuro incierto con unas tasas de desempleo juvenil insoportables, unos salarios basura que irán paulatinamente descendiendo en la clase media. No será que ya no sirve el sistema en el que estamos, el problema ¿Cómo se cambia? Estas en lo cierto en cuando a la ciudadanía que somos los que votamos, pero no creo que solamente seamos los culpables, sinceramente fallan muchas más cosas.
No veo discutible que evidentemente la culpa no es exclusiva de la clase politica, ahora bien, y esto es lo que encuentro a faltar en el articulo, la clase gobernante maneja dos variables muy importantes que afectan al sentido del voto ( incertidumbre y resultados multicausados) y son los medios de comunicación y el ejercicio del poder orientado a la perpetuación en el cargo, estos dos factores desvirtuan la limpieza o la candidez del voto.
Evidentemente no hay una solución completamente válida e instantánea para romper la brecha entre los políticos y los votantes pero considerar listas abiertas lo del Senado resulta cómico: ¿puede un candidato militante de un partido entrar en la papeleta sin el beneplácito del "aparato"? ¿se le toleraría que hiciera un mínimo esfuerzo por presentarse personalmente ante sus electores potenciales, o se consideraría eso un personalismo peligroso y se le laminaría? ¿Qué hay de las papeletas con las cruces ya preimpresas? Todo un ejemplo de listas abiertas... y siendo cuatro los candidatos por cada partido y con un reparto ya presabido de 3-1 para las dos principales fuerzas políticas y cero para el resto ¿qué opciones se presentan al elector? Si sus preferencias están por el partido que cree que va a ser mayoritario difícilmente va a poder evitar que salga elegido un candidato que no le guste si va en alguno de los tres primeros puestos. Si sus preferencias están en la supuestamente segunda fuerza política difícilmente podrá colocar a ningún candidato que no sea el primero (donde lo significativo es el orden alfabético del apellido). Y si sus preferencias están por candidatos de otros partidos... mejor no votarles porque su voto no pasará de testimonial. Así es como en España acabamos no ya no eligiendo representantes con nombre y apellidos sino sencillamente "antivotando", es decir votando para tratar de impedir que gane el partido que no nos gusta, lo cual es escasamente motivador. Listas abiertas con menos control de los aparatos, más protagonismo de los candidatos y segundas vueltas como en Francia ayudarían a conectar a los políticos con el electorado porque de esa manera a medio plazo los ciudadanos influiríamos en cómo se conforma la "clase" política, que ahora ni siquiera es posible participando en los partidos como militante de base.
no mareemos. Me acuerdo perfectamente de a quién NO VOTÉ en las listas para el Senado. Que no se prive al ciudadano de su ejercicio representativo y a la vez se desarrollen los mecanismos de armonización constitucional y acción judicial directa frente a los poderes públicos (menos blindaje suplicatorio). Bildu está ya. Pero Bildu no es el problema ni debe ser excusa para corregir los fallos de nuestro "modelo" politico. Incluida la deslealtad institucional (y el saqueo de las arcas públicas) de los representantes del Estado, empezando por Jose Luis Rodríguez (!!!) y continuando por los Camps, Más, Matas,Solbes, Salgado... y tantos otros!
Pues sí oiga, toda la razón. Solo le ha faltado decir lo que no se puede decir: no estamos capacitados para elegir a nuestros representantes. Para eso nos haría falta una educación con unos valores y unos conocimientos que distan mucho de los actuales y que la información con los elementos de juicio para poder decidir nos llegue completa, veraz y rápidamente. Justo lo contrario de lo que está pasando.
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