VALENCIA. En economía, al igual que en la política, ninguna regla es válida de modo absoluto y las iniciativas que se realizan en estos ámbitos pueden revelarse nocivas a causa de un error de valoración o de transmisión de la información. Eso es lo que realmente quiero interpretar en cuanto a tanto y tanto derroche de noticias en las que se intercala la lógica y la desvergüenza, o dicho de otra forma, las noticias sobre recortes y gastos desmesurados.
Cualquier espacio para la familia o el trabajo necesita condiciones dignas pero, para alcanzar la dignidad no hace falta el derroche y cualquier ciudadano puede sentirse agredido ante una situación de déficits en la sociedad de bienestar que nos circunda cuando su dinero se malgasta. Hoy más que nunca, a todos, nos ha tocado hacer un agujerito más a nuestro cinturón y no podemos obviar que las reglas de juego en todos los aspectos de nuestras vidas han cambiado.
Es de sobra conocido que los recursos económicos son escasos y ante esta limitación el invertir o, mejor dicho, gastar en cosas innecesarias lleva a que estas carencias aún se acentúen más. Si analizamos, por ejemplo, las tablas sobre la distribución de la renta de la Comunidad Valenciana se demostraría que existen grandes diferencias e injusticias. Antes estas injusticias, que creaban incluso tensiones sociales, sólo hace falta repasar la historia. Hoy por el contrario, el que está arriba en la clase social y política no es considerado como un usurpador, si se diera el caso, sino como un lamentable modelo a imitar. En definitiva se pierde el sentido de clase.
Es obvio que las acciones más incisivas son aquellas que además de suscitar consenso consiguen ocasionar un daño a los poderosos, pero no siempre es posible seguir este camino a través de un voto. El otro gran recurso que queda a disposición de la ciudadanía es presionar al sistema a través de la palabra. La palabra escrita (como es este caso) y hablada, para denunciar públicamente situaciones de escándalo y las deformaciones ocasionadas por una espiral de derroche que hoy nos está pasando factura a todos. Si se busca la miseria a través de la complicidad, desde estas líneas denuncio la irresponsabilidad sin valoración, el gasto sin consenso y el despilfarro sin sentido.
La Madre Teresa de Calcuta se dirigió a un grupo de directivos en un congreso internacional sobre la arquitectura del cambio en San Francisco, con estas palabras: "¿Queréis que haya cambio? ¿Queréis que vuestra gente cambie? ¿Les conocéis? ¿Les amáis? Si no conocéis profundamente a vuestra gente no habrá entendimiento entre vosotros, y sin entendimiento no habrá confianza. ¿Amáis a vuestra gente? ¿Hay amor en lo que hacéis? Si no hay amor en vosotros no habrá poder ni fortaleza en vuestra gente. Si no hay fortaleza no hay pasión. Sin fortaleza ni pasión nadie se arriesgará. Y sin asumir riesgos nada cambiará".
Sin duda, hacen falta muchos cambios hoy, pero hechos con confianza, fortaleza, pasión y amor.
Buenos días Sr Guijarro: "pase por alto su artículo" y esta mañana antes de comenzar la semana lo he leído.Su artículo resuma humanidad y a su vez una realidad contundente.- Pero, quizas en lo que mas coincido (como muchos mas) en el concepto manifestado al principio y en el final de su artículo.- Si,Sr Guijarro hace falta "CONFIANZA,FORTALEZA,AMOR Y PASION "y UNA GRAN DOSIS DE TENACIDAD para salir de esta situación y no seguir haciendo "muescas" en nuestro cinturon para lograr sobrevivir.- Y en cuanto a la primeras frase de inicio no siempre los ejemplos que se nos ofrecen son los caminos a seguir.- Atte Alejandro Pillado Valencia 2012
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