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VALENCIA. A finales de la semana pasada, el presidente de Les Corts, Juan Cotino, o quien le lleve su cuenta en la red social Twitter, publicaba una foto de una cena en la que había participado esa misma noche. Estoy por decir que fue el pasado jueves día 8, cuando el jefe del Consell, Alberto Fabra, visitó Xirivella, el pueblo de Cotino. Sin embargo la fecha que aparece en la publicación es del día 9, quizá porque el presidente del parlamento autonómico la colgó pasadas las 12 de la noche.

En todo caso la fecha, más allá de que es reciente, no tiene mayor relevancia para lo que quiero comentar sobre ella. Fíjense un momento, que aquí mismo se la reproduzco.

Les confieso que esa sencillez de casal que respiraba el encuentro, en el que estaba el secretario general del PPCV, Antonio Clemente, y la consellera de Turismo y portavoz, Lola Johnson (un poco tapada en la imagen), me llegó al alma. Vasos de plástico, mantel de papel, bocadillos y tercios de cerveza para un encuentro sin corbatas...

Cuando me puse a escribir esta columna, que iba a dedicar -y así será, no se asusten y permítanme esa pequeña frivolidad como distensión de lo grave del momento económico que vivimos- a los anuncios de recortes y planes de austeridad anunciados hasta ahora por la Generalitat, la foto me vino como un flash a la mente (y dejo la interpretación política de asistentes y ausentes a quien más entienda de ello).

Ya ven. Que el presidente de la Generalitat no va al pueblo de uno todos los días y, para celebrarlo, bien que se podrían haber marcado un festín (ya fuera el PP local o el Ayuntamiento quien pagó el ágape, algo que no sé ni tampoco me interesa en estos momentos). Pues no, algo sencillo sin llegar a la cena de sobaquillo.

Y uno, en su inocencia, se pregunta si es que ya han entrado en razón y esa austeridad es la que va a aplicar en su gestión pública el partido que los comensales representan y que, coincidencia, manda en la Generalitat Valenciana. Que te saquen los colores con un déficit del 1,92% hasta junio, cuando el límite previsto para todo el año es del 1,3% debería ser más que suficiente.

Si les soy sincero les diré que he perdido la cuenta de los millones que la Generalitat ha anunciado que va a recortar de sus gastos desde que Alberto Fabra es presidente. Menos mal que José Manuel Vela, conseller de Hacienda, detalló este domingo en una -dramática- entrevista en El País algo más.

Se la enlazo aquí (a cada uno lo suyo) y les resumo, en todo caso, la cuenta de Vela: El objetivo es ahorrar 1.800 millones el año que viene. De momento el conseller se apunta 600 millones ahorrados en medidas incluidas en el presupuesto de 2010 (ese que acabó con un déficit de 2.000 millones) y, por otro lado tiene contabilizados 680 millones para el próximo ejercicio.

Pero veamos el detalle. Al conseller le salen 25 millones de amortización de plazas vacantes de funcionarios, ocho millones de supresión de liberados sindicales, otros nueve millones por los nuevos reglamentos orgánicos de las consellerías y 2,6 millones en la desaparición de altos cargos (que desaparecer, lo que se dice desaparecer, no desaparecen, más bien los recolocan en otro puesto también a cargo del tesoro público).

Y paren de contar en el capítulo I, el de personal. Dado que esa partida (según la liquidación del ejercicio de 2010 que es en lo que hay que fijarse, que los presupuestos son muy maleables), asciende a 5.297,78 millones, los 44,6 millones que se recortan suponen la friolera del 0,84% del total.

Bien, quizá no se pueda prescindir del personal sin perder calidad en la atención a los ciudadanos -y sin que produzca un grave conflicto laboral- así que tal vez la solución pasa por recortar los gastos corrientes. De momento, y por departamentos, Vela anuncia unos 69 millones en Sanidad, aunque no detalla qué partidas se verán afectadas. Le deja el anuncio al conseller del ramo, Luis Rosado. En Educación apunta otros 19 millones que se ahorran al suprimir algunas ayudas así como la contratación de profesores de refuerzo. En Turismo, Justicia y Agricultura no prevé que la cosa vaya más allá de los 10 millones. Y, ya en general, otros tres millones en la factura de la luz y cinco centralizando las compras.

Y no busquen más, porque el resto, que es el grueso, son de mentirijillas. Y es que Vela cuenta con ahorrar el año que viene entre 215 y 260 millones "con otras medidas que solo serán para este año, como en farmacia, y puede que se les demore el pago de alguna mensualidad". ¿Confusos? Esperen. "Con las universidades hemos pactado diferir el pago de 132 millones de euros que están en el presupuesto. Hay 67 millones de este año que no les vamos a pagar y ya lo saben".

He aquí una nueva teoría contable: no pagar y apuntárselo como ahorro.

Quizá Vela no tenga mucho más margen de maniobra y vaya en su defensa un ejercicio de transparencia que de haberlo practicado en el pasado sus antecesores quizá hubiera despertado la conciencia de más de uno y se hubieran puesto antes manos a la obra. Con el escenario heredado, su lapidaria sentencia "sin la ayuda del Estado no podré pagar nunca" se parece mucho a una llamada de auxilio. ¡Que nos rescaten!

CAIXA DE GROS

Que conste que hasta ahora hemos hablado, exclusivamente, de la administración general. En manos de Enrique Verdeguer, conseller de Economía, está el auténtico pozo sin fondo de las empresas y organismos públicos que merecen trato aparte, como está haciendo la propia Generalitat. El viernes es posible que se apruebe el decreto ley de reordenación del sector público, 128 organismos -algunos tan insondables como la Delegación del Consell en Valencia- y que supone un reto de primera magnitud.

Los más de 5.000 millones de deuda centrifugada en esas sociedades, sus pérdidas alarmantes o sus gastos sin control ya no se pueden sostener. Verdeguer asegura, según Vela, que con el decreto, del que no hay mayores detalles al margen de que incluirá las medidas de control y objetivos de refinanciación, espera ahorrar "entre 400 y 700 millones", al año se supone. Habrá que verlo, porque, de conseguirse, cabrá felicitar sin ambages al conseller y, paralelamente, preguntarse si no hubiera sido posible frenar antes esa sangría de despilfarro del dinero de todos.

De comer aparte, en todo caso, habrá que darle a dos de los agujeros más grandes de la Generalitat, RTVV y CACSA. Necesitarán un plan especial, ya que en esos dos casos (alguno más se me ocurre, como Ciegsa o Sociedad Proyectos Temáticos) más que una tijera lo que hace falta es un desfibrilador.

CAIXA DE MENUT

Y para cerrar, volvamos a la foto del principio. Esa, en apariencia, inocente cena en la que, quien quiera, puede adentrarse desde el punto de vista político. Como en esta columna no hay costumbre de hablar sobre los conflictos internos de los partidos y sus luchas de poder, dejaremos de lado los movimientos de Cotino, de Alfonso Rus, de Carlos Fabra, de Rita Barberá o del propio Francisco Camps.

Pero eso no quita para hacer una reflexión sobre el respaldo que tiene en estos momentos Alberto Fabra en su partido. Un apoyo necesario para tomar medidas impopulares pero obligadas. Como necesario es el apoyo de los grupos de la oposición.

Pero entre luchas internas, desplantes de Génova, cuneros impuestos desde Ferraz y otras lindezas, las prioridades de los grandes nombres de los principales partidos parecen otras en puertas de las elecciones. Desde este periódico hemos insistido en que no se pueden aplazar decisiones urgentes por la proximidad de las Elecciones Generales, dando a los resultados de las votaciones prioridad sobre la gestión de la cosa pública. Si eso ocurre nos encontraremos en puertas de 2012 sin haber puesto si quiera un parche al boquete que nos está inundando el futuro.