VALENCIA. Hemos asistido a una semana trágica en la que la gente pobre "salta" por la ventana y muere ahogada en el cementerio del Mediterráneo. Una semana trágica en la que cada día nos asesinan sin tregua por ser mujeres. Una semana trágica que, sin embargo, ya dura años. Son realidades que a pesar de documentarse cada día hemos llegado a naturalizar como sociedad y no dejan de sucederse sin que el mundo se pare.
"Hemos traído aquí una iniciativa parlamentaria que pretende hacer que en esta cámara todas y todos abramos los ojos a una realidad invisible para nuestra sociedad, para nosotras y nosotros cada día. Porque conseguimos pasar la página del periódico sin detenernos en noticias como la de hoy: «Una treintena de personas inmigrantes subsaharianas ha conseguido acceder a Melilla en nuevo salto a la valla fronteriza, que se ha producido poco antes de las siete de la mañana». En este momento todavía veinte personas se encuentran encaramadas a la valla de Melilla. Y esta mañana pasamos la página del periódico y seguimos desayunando".
Así comenzaba hace unos meses mi intervención parlamentaria para exigir el cierre del Centro de Internamiento para Extranjeros de Zapadores en Valencia. Y mi sensación era la misma que me arranca hoy estas palabras del estómago: ¿Quiénes somos para normalizar lo intolerable? ¿A qué niveles de deshumanización ha llegado nuestra sociedad para aceptar que noticias como las de esta semana no paren el transcurrir normal de nuestro miserable mundo?
Para preparar mi intervención sobre el CIE de Zapadores exigí primero una visita a ese lugar. Me puse en contacto con la plataforma que lucha por el cierre de estos penales "CIEs NO" y conseguimos entrar. Nos guiaron un comisario de policía y un responsable del centro que nos fueron mostrando las distintas partes de esa prisión en la que las celdas contaban con un mínimo colchón sobre unas estructuras metálicas muy lejos de parecer unos lechos dignos, sin sistema de apertura automático de las puertas en caso de necesidad de evacuación, con una atención médica muy limitada en horario y de gestión externalizada. Todos los internos se encontraban en el patio, desde el que nos gritaban en francés que les ayudáramos, que no tenían agua caliente en dos semanas, que había menores en el pabellón femenino...
Las peticiones de ayuda eran muchas y por ellas exigimos explicaciones. Conocí personalmente a las mujeres que había en el CIE, unas cinco, que se encontraban sentadas, con la mirada perdida. Dos de ellas me dijeron en francés que eran menores. Apunté sus nombres, se los di a la compañera abogada de la plataforma y nos dirigimos a preguntar al responsable del centro por sus expedientes. Nos confirmaron que se les hizo un reconocimiento médico que, al parecer, confirmaba que tenían 19 años a través de una radiografía ósea.
Antes de marcharnos, uno de los internos simuló un ataque epiléptico, nos dijeron que "era para llamar la atención". Los responsables del centro estaban tranquilos: habían naturalizado lo intolerable. Y esa sensación de deshumanización palpable que se respiraba me acompaña aún hoy cuando recuerdo mi visita al Centro de Internamiento para Extranjeros. Esas personas, en su mayoría, procedían de un viaje en patera del que habían sobrevivido milagrosamente para llegar a la costa de un país que pensaban lleno de esperanza y que, sin embargo, les recibió con otra pesadilla.
"¿Quiénes somos para levantar muros que nieguen la libertad y el derecho a otras personas a vivir en paz? Y ahí tenemos la clave, señorías: que se olvida precisamente eso, que son personas como nosotros y nosotras, no son seres humanos de segunda. Y eso se olvida. Y por eso se naturalizan noticias como ésta de hace poco tiempo: «a pesar de que el ministro ha insistido en que no existe una relación causa-efecto entre el uso de material antidisturbios en el agua y el fallecimiento de los inmigrantes, ha admitido que los agentes dejaron de disparar cuando se dieron cuenta de que corría peligro la vida de las personas que estaban en el agua. En el momento en el que el lanzamiento de esas pelotas de goma como material disuasorio, de acuerdo con los protocolos de actuación establecidos, se entendió por parte del oficial al mando que podían poner en riesgo mínimamente a esas personas, se dio entonces la orden inmediata de dejar de utilizarlas», expresó el ministro ".
Y no dejo de pensar en que las personas encaramadas a la valla de Melilla aquel día y todos los demás días que les siguieron han cometido un único delito: el de haber nacido pobres, en países empobrecidos a costa de la riqueza de otros, los nuestros, los mismos que levantan los muros, y que tienen las mismas necesidades que tenía mi bisabuela cuando se lanzó desesperada a buscar un futuro mejor en Francia y después en América. Incluso mi madre, nacida en Uruguay, fruto del exilio familiar, cuando vino a España y durante años fue también una sin-papeles en la España de Franco y la sacrosanta Transición. Quienes venimos de familias trabajadoras encontraremos rápidamente el hilo que nos une a esas vidas que luchan encaramadas en las vallas por cruzar una frontera de futuro. Son las políticas migratorias represivas las responsables de contribuir a invisibilizar ese hilo que nos une y a enfrentarnos entre iguales.
Porque no podemos ignorar que, generalmente, las personas migrantes lo son por la imposibilidad de sobrevivir en sus sociedades de origen, en gran parte por una cuota de responsabilidad, por acción o por omisión, atribuible a nuestros países, esos que llamamos desarrollados. No sólo les negamos el derecho a emigrar, sino que contribuimos a que no puedan ejercer el derecho a no migrar.
Esta política de represión hace prácticamente imposible la entrada en condiciones de legalidad y aplica la expulsión como única medida a los que no tienen permiso administrativo. Porque el actual marco normativo de la ley de extranjería dificulta el acceso a la documentación e impone un régimen sancionador represivo. La dificultad para conseguir el acceso a los papeles, a la documentación, es inhumano. Tener a personas en situación administrativa irregular, negarles el derecho a la identidad y a la visibilidad, es un gran negocio que sirve para dificultarles el acceso a los servicios básicos, para impedirles obtener un contrato de trabajo y, por tanto, abre la veda para que puedan ser explotados por empresarios sin escrúpulos.
Y a pesar de que toda esta información es de sobra conocida y documentada cada día, no conseguimos que el mundo se pare. Y el ministro de Interior lejos de dimitir por aquella operación que acabó con la muerte de 11 inmigrantes, continúa ejerciendo y, no sólo eso, sino que además asesora en su despacho oficial a un compañero de partido, como Rodrigo Rato, al parecer tratando temas personales, aunque ya sabemos que nunca lo son, como decía el Padrino, "son sólo negocios".
Y a pesar de que toda esta información es de sobra conocida y documentada cada día, continuamos la vida cotidiana y tranquila después de saber que un hombre, al parecer, cuando entró la policía en su casa para registrar su peligroso material top-manta, saltó por la ventana. Y, sin querer, recordé a Julián Grimau y aquella ventana de la comisaría de la Puerta del Sol.
Y a pesar de que toda esta información es de sobra conocida y documentada cada día, parece que la cifra de casi 800 mujeres asesinadas en España desde 2003 no es suficiente como para que el terrorismo machista sea considerado una cuestión de Estado. Y seguimos leyendo algunos titulares informativos que hablan de "mujeres halladas muertas", no asesinadas, como si se tratara de la consecuencia de un fenómeno desconocido y azaroso. Cuando denunciamos el carácter profundamente machista de nuestra sociedad tenemos que enfrentarnos al escarnio y la descalificación por parte de demasiada gente que nos llama "feminazis" y "hembristas".
Las feministas sabemos lo que es tener que explicar constantemente nuestra razón de ser y hasta la definición que la Real Academia de la Lengua da al concepto. La lucha por la igualdad sigue siendo un camino largo que debe comenzar en la educación, continuar por el desarrollo de los mecanismos de prevención de la violencia de género y la protección de las víctimas, por una aplicación real de las políticas de igualdad y una lucha denodada contra todo atisbo de desigualdad y sexismo en las relaciones sociales y laborales. Mientras estos elementos no constituyan un eje vertebrador de un pacto de Estado por la igualdad y contra el terrorismo machista, tendremos que inundar las calles de feminismo.
No podemos continuar impasibles. Es hora de que desnaturalicemos lo intolerable, es hora de hacer que el mundo se pare.
Esther López Barceló, es una gran mujer y política, el primer mundo a explotado al tercer mundo y tenemos un deuda con ellos, si no rebasen tantos millones políticos y empresarios mangantes, en España se podría vivir, estoy de acuerdo con Esther ningún ser humano es ilegal, todos debemos tener los mismos derechos, en este mundo cabemos todos.
Buen artículo. Conoce bien la situación de los CIEs, que creo que es peor incluso que esta. Como me decía una muy buena amiga griega (principal país receptor de inmigrantes sin papeles de la UE), se había enviado buena cantidad de fondos, antes de 2008 para la creación de medidas, mejoras y ampliación de estos centros, prevención etc, pero este dinero no se invirtió ahí, y como suele pasar "se esfumo". Al igual que las prisiones españolas no están hechas para reinsertar, no interesa. Están para machacar e identificar enemigos de la sociedad, estereotipar y señalar culpables de nuestra desgracia, es más fácil echarle la culpa al negro que entender o cambiar el capitalismo neoliberal, no digamos ya el neocon. Hecho en falta únicamente alguna propuesta de alguna medida que se pudiese tomar con brevedad y posibilidades reales para aliviar y mejorar la situación de quienes lo arriesgan todo por un sueño, que casi siempre se torna, pesadilla.
Según esta Sra. hay que abrir las fronteras por razones humanitarias, y que España, un pais en quiebra técnica, con un 50% de paro juvenil que a su vez tambien está emigrando, acoja a no menos de 30/40/50..... millones de africanos. Brillante propuesta que justifica sobradamente el salario publico que percibe/ía esta arquelologa metida a politica,
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