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VALENCIA. El reciente acuerdo sobre el programa nuclear iraní entre el grupo 5+1 (miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania) e Irán ha generado muchas expectativas y esperanzas, por ejemplo económicas, y, aunque no tan numerosas, también existen voces que dudan de la utilidad del mismo, sobre todo en el ámbito de la seguridad. En estas breves líneas analizaremos los efectos positivos o negativos del acuerdo, comenzando con el quid pro quo de la cuestión, a quién beneficia.

Muchos son los que creen haberse beneficiado del acuerdo, unos por los réditos políticos, su éxito personal, como Obama, otros porque creen haber detenido la amenaza de proliferación nuclear en el Oriente Medio, además de buscar el apoyo de Irán en la lucha contra el ISIS.

Otros por los intereses económicos que les va a reportar el pacto, con el mantenimiento del precio bajo del petróleo (incluso pudiera bajar más, para el disgusto de Venezuela o Rusia) y la apertura de un nuevo mercado de unos 80 millones de personas. Para España en particular, este enfoque económico le será beneficioso al ser un tradicional importador de sus hidrocarburos, además ya existen empresas españolas que exportan maquinaria, cerámicas, productos minerales, etc., estando Valencia y Castellón entre las 5 provincias que más le exportan.

Pero el principal interesado es el régimen de los Ayatolás, al que el acuerdo les va a resultar más que beneficioso, vital, permitiendo su supervivencia. Irán está sometido a un conjunto de sanciones por las actividades en su programa nuclear y de misiles balísticos que ha afectado a la propia viabilidad de la economía y estabilidad del sistema político. Con el acuerdo, todo este sistema punitivo se desmontará.

Por otra parte están los riesgos que se asumen al firmar el acuerdo, por eso hay países contrarios al mismo o que dudan de él, al calcular que éste permitirá a Irán recobrar capacidades y recursos (potencial económico y posicionamiento internacional) para proseguir el desafío a sus intereses, siendo:

1º.- Israel: el gobierno de Benjamín Netanyahu ha manifestado su contrariedad por el mismo, por dos motivos; a) uno de fondo, el hecho de que dirigentes del régimen iraní, el caso de Mahmud Ahmadineyad es muy claro, niegan el derecho a existir de Israel y apoyan diferentes grupos insurgentes o regímenes que les rodean como Hizbullah o el régimen de Bashar al-Assad, y b) otro por las formas, los continuados incumplimientos, ocultamientos y deformaciones de la realidad del régimen teocrático iraní, respecto a su programa nuclear y misilístico a lo largo de casi ya dos décadas, les hace dudar de las intenciones y de la fiabilidad de lo firmado, así como su comprobación. Estas motivaciones son compartidas en parte por el partido republicano norteamericano que se ha manifestado en contra del acuerdo.

2º.- Arabia Saudí: líder del bloque Suní, ya que el enfrentamiento entre chiíes y sunníes es uno de los factores que más desestabilizan el Oriente Medio, véase antecedentes del ISIS, guerra civil en Siria o en Yemen, revueltas en Emiratos del Golfo... e Irán es el líder del bloque chií (Persia-Siria-Líbano-Hutíes en Yemen), a la par de ser su competidor directo regional por el liderazgo en el golfo pérsico (aderezado todo ello por la rivalidad árabe-persa).

Para finalizar, y en el ámbito de la prospectiva, el acuerdo previsiblemente se mantendrá en el corto plazo, ninguna de las partes lo pondrá en riesgo, los iraníes por sus intereses económicos y la intención de mejorar sus relaciones internacionales, la contraparte, el Grupo 5+1 y la propia ONU, por vender el éxito político del mismo, buscar el apoyo de Irán en la lucha contra el ISIS, el precio del petróleo y detener, por supuesto, el programa nuclear iraní, pero atención, la amenaza de que se fabrique un arma nuclear no se ha anulado del todo, si no que se ha dejado en suspenso, por lo que una futura proliferación nuclear en la región no se ha eliminado, sólo se ha contenido.

A medio y largo plazo es más difícil hacer pronósticos dado el entorno regional tan volátil, y dependerá de la propia evolución del régimen teocrático iraní, con sus posicionamientos en los conflictos ya citados entre sunníes y chiíes, a su agresividad contra Israel (único país democrático en la zona y de claro alineamiento occidental) o contra los propios EEUU y Occidente, y su voluntad de erigirse en potencia nuclear, en cuya programa se han gastado miles de millones de dólares

Por todo ello seamos cautos y analíticos a la hora de hacer posibles negocios en la República Islámica de Irán, y seamos previsores y firmes frente a los desafíos a la seguridad que nos aguardan en esa parte del mundo, y no nos dejemos deslumbrar por el brillo del oro negro, pues la economía es fundamental, sí, pero no lo es todo.