VALENCIA. Segundo viernes de Ramadán en Valencia. La silueta de una hermosa joven con yihab se perfila contra el petril y la alameda que jalona el río Túria. Su atuendo es elegante. Esta noche hay fiesta. Acabamos de conocer los atentados en Francia, Túnez y Kuwait. Por este orden, por proximidad... Hace una semana, el coronel de artillería Emilio Sánchez de Rojas anunciaba en el seno de una conferencia organizada por la Universitat de València en Gandia una escalada de violencia en Europa y el mundo musulmán durante la celebración del Ramadán.
¿Estamos preparados para asumir como cotidiano un atentado a un periódico, a un museo, a una fábrica o a una playa infestada de turistas? La gran parte de la población es escéptica o ignorante. "Es impensable una guerra en Europa...", dicen, mientras se imaginan los tanques atravesando las ciudades bombardeadas por la aviación alemana a principios del siglo XX o el cuerpo a cuerpo de la guerra fratricida de los Balcanes.
No, no vamos a ver a los ejércitos desfilando por las calles ni vamos a escuchar el rugir de los aviones en los cielos. Va a ser una guerra de guerrillas, de lobos solitarios, de kamikazes que se inmolan a la llamada del imán frente a la mezquita, causando el terror incluso entre sus hermanos de fe durante el rezo del mediodía.
Desde los atentados de Charlie Hebdó, lo que vamos a ver y lo que estamos viendo ya es una guerra silenciosa, tecnológica, vía satélite. Una guerra que, al mismo tiempo, aprovecha el altavoz universal de las redes sociales, del gran hermano: internet. Para captar, para aprender, para convencer, para aterrorizar...
¿Está preparada Europa para combatir a un ejército invisible, sin armada ni infantería, que se ceba en la población civil? ¿Estamos preparados los ciudadanos europeos para sospechar de nuestro vecino porque reza los viernes? Nos están preparando. Psicológicamente, llevará tiempo. Estratégicamente, la Unión Europea sigue su camino, lento pero seguro, silencioso también para no provocar una estampida entre la población. Tácticamente, ya lo están haciendo...
Un ejemplo son las nuevas tecnologías al servicio de la inteligencia militar. Desde el año pasado, la Agencia Espacial Europea (ESA, en sus siglas en inglés), está haciendo un llamamiento en su página web para mejorar los algoritmos de visión en los drones promocionando un juego llamado Astro Drone. ¿Pero es un juego? El objetivo de este proyecto científico es reclutar a los ciudadanos europeos que posean un Parrot AR.drone para entrenarles en la navegación vía satélite. Sólo tienen que bajarse una aplicación gratuita de Internet y... ¡a jugar!
Pero no es tan fácil concienciar. En ninguno de ambos lados. En una reciente conferencia organizada en Túnez por la Liga Árabe del Magreb, ex ministros y embajadores de nuestros países vecinos en la otra orilla del Mediterráneo apelaban al esfuerzo que tiene que hacer la sociedad civil para su integración en una sociedad democrática. Obviaban que la conciencia surgida de la Primavera Árabe ha supuesto una involución y que ha dado un paso atrás en su concepción del Islam.
Mientras los demás reivindicaban la Unión Magrebí, como ponente y única representante del Norte del Mediterráneo, me atreví a recodar a los presentes que Europa les pedía reforzar la seguridad de sus fronteras terrestres con el Sahel y las de las fronteras marítimas con el Mediterráneo. En definitiva, que debían armarse hasta los dientes para garantizar nuestra seguridad y para frenar el avance de Daesh.
Este viernes, el segundo del Ramadán, han sido 37 hermanos asesinados en Túnez mientras tomaban el baño; un decapitado y dos heridos, obreros de una fábrica en Francia, y otros 25 muertos más 202 heridos musulmanes en una mezquita de Kuwait. El Estado Islámico, Daesh, ha reivindicado tiñendo de sangre su mes más santo.
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