VALENCIA. Owen Jones ya lo vaticinó en su primera obra, Chavs. La demonización de la clase obrera. Los resultados de las elecciones británicas, celebradas el jueves 7 de mayo, le han dado la razón al joven profesor y la victoria al conservador David Cameron con el descalabro del partido laborista, que se daba por vencedor. El Miliband bueno, el que quería la working class inglesa era el otro, el hermano. Pero Ed se lo cargó en una lucha cainita. Ahora se ha dado cuenta y acaba de dimitir junto a los otros dos derrotados de la noche electoral, el liberal demócrata Nick Clegg, que pasa de compartir Gobierno a una presencia testimonial en el Parlamento, y el nacionalista de derechas de UKIP, Nigel Farage.
El discurso de que la clase obrera no existe y todos somos clase media ha calado. Aunque en realidad la lucha de clases sí existe, sólo que la han ganado los ricos... Ésta podría ser la explicación del fracaso del partido laborista británico, que desde Tony Blair no ha conseguido simpatizar con su electorado, una clase trabajadora sumida en el paro y dependiente de unos servicios sociales cada vez más exiguos.
El discurso nacionalista, inglés y escocés, se ha afianzado. Ahora, Cameron debe cumplir con la mayoría absoluta que han depositado los británicos en la urnas. El nuevo Gobierno conservador queda libre para seguir sus promesas y su programa, y seguir el camino del Brexit, del referéndum para su salida de la Unión Europea antes de finales de 2017.
El discurso sobre el origen europeo de todos los males también ha vencido. En menos de dos años, el panorama europeo puede ser desolador. En lugar de una Unión más fuerte, vamos a asistir atónitos al espectáculo del comienzo del desmembramiento de Europa. Y todo comenzará por la Isla. Las presiones independentistas de Escocia, cuya región está representada casi por un solo partido (56 de 59 escaños pertenecen al SNP de Nicola Sturgeon), pueden llevar a un ultranacionalismo inglés frente al Continente.
La división interna se extenderá hasta Bruselas y será ejemplo de otros nacionalismos emergentes, como el catalán, cuyo referéndum para votar la independencia de España también tiene fecha.
¿Y cuál es la respuesta de la Unión Europea? El presidente de la Unión Europea, Jean-Claude Juncker, se ha aprestado a felicitar a Cameron y a pedirle hora. En el horizonte están las nuevas negociaciones sobre el cheque británico, que ahora parecen reforzadas del lado inglés. Sobre todo, si tenemos en cuenta las prioridades desde este lado: la crisis del euro y el Tratado Transatlántico de Libre Comercio con los Estados Unidos. Ninguno de estos elementos puede saldarse sin el reforzamiento británico. Y menos cuando la salida de Grecia del euro suena cada vez más como una amenaza. Los europeos no podemos permitirnos un Grexit y mucho menos un Brexit.
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