VALENCIA (FOTOS: ANTONIO CHAMORRO). Consciente de que este rincón de África no es ni una guía turística, ni una revista de viajes, ni pretende serlo esta semana quiero recomendar un destino. Un lugar perdido en África, un lugar que no me quito de la cabeza. Un lugar donde además de contemplar una maravilla de la naturaleza convives con una de las tribus más auténticas de África. Un lugar para marcar en el mapa. En África, al norte de Namibia, casi frontera con Angola, están ubicadas las Cataratas Epupa, un lugar donde puedes convivir con los descendientes de los auténticos habitantes que en su día tuvo este país, los descendientes de las tribus, los Himba.
Aún recuerdo cómo me impactó Namibia. Y no por sus paisajes, su desierto,sus maravillas varias, que también, sino por la tristeza que me produjo comprobar lo poco "africano" que es este país. Un país que no ha podido recuperar su esencia tras años y años de estar soportando a colonizadores alemanes, ingleses, sudafricanos... colonización que hizo tanto daño que arrasó en algunos puntos con toda la cultura local y nunca se recuperó. Y lo peor es que es una colonización que en parte sigue. Un país que hoy en día sigue controlado por los africanos descendientes de blancos y un país donde te cuesta ver la esencia que un europeo espera encontrar en África cuando viaja a este continente.
Quizá sea un error o un estereotipo del que es difícil salir, pero a mi me gusta de África, su esencia, su vida en las calles, sus medios de transporte tremendamente incómodos, su personalidad, sus estilismos imposibles de aguantar, su manera de entender la vida, el tiempo, los espacios, su olor, me gusta no entender a veces qué pasa, desconocer la lógica de las cosas africana... Y todo esto es difícil encontrar en Namibia. Un país con cierta lógica europea, con orden, limpio, organizado...
Pero es que África también es esto aunque viajando por Namibia a veces me costaba hacerme a la idea de que seguía en África con la gran mayoría de blancos que veía y con todo lo que ello implica. Tras varios días recorriendo Namibia no me esperaba encontrar ese oasis llamado Epupa. Y menos poder convivir de cerca con los himbas.
LOS HIMBAS
Hace más de 3 años que no llueve en la zona, es la razón principal por la que los himbas, tribu nómadas, población mayoritaria de la zona, no abandona las inmediaciones de las cataratas Epupa donde tiene garantizada el agua. Los himbas conviven con las otras tribus de manera natural pero sin abandonar sus tradiciones, su cultura, su manera de entender y de ver la vida. Uno de esos capítulos que te obligan a abrir un poquito más la manera de uno de entender la vida, de quitarse más prejuicios de encima y de entender otras culturas y formas de vida.
Los himbas viven en poblados, en casa construidas de madera, con excrementos de animal y barro. Espacios diáfanos y pobres de materiales donde el fuego tiene un protagonismo especial. Son polígamos, casan a sus hijas desde bien jovencitas y en sus acuerdos, entra el ganado, como buena tribu que se precie. Las mujeres no deciden, son sus padres, abuelos o tíos quienes entienden qué será mejor para ellas.
Su ornamentación, sus peinados y otra serie de atuendos varios distinguen a las mujeres solteras y casadas. Sólo se lavan cuando son niñas. Una vez pasan a ser mujeres, nunca mas se lavarán con agua. Utilizan una loción hecha de barro rojiza por todo el cuerpo tanto como medida para lavarse como medio de perfumarse, y será el humo del fuego que hacen dentro de sus cabañas lo que les sirva de desodorante de sus partes íntimas.
Tanto el humo como la loción les sirve además para evitar picaduras de bichos e insectos. Así son sus medidas higiénicas y punto. Esa loción se la aplican ellas al marido cada mañana antes de levantarse. Es señal que el marido no se ha ido con cualquiera, que ha dormido en casa. Dormir en casa supone dormir cada noche con una de sus mujeres. La primera mujer es la que decide su familia, y la que tiene un estatus especial, coge el mando cuando el marido esta fuera del poblado; y el resto de mujeres las elegirá ya el hombre. Cada una vive en su cabaña con los hijos que tenga, y es el marido el que cada noche duerme en cabaña distinta, va rotando.
CONFIANDO EN LA MADRE NATURALEZA
Las mujeres paren en los poblados, sólo cuando el parto se complique y no haya otra alternativa acuden a la clínica más cercana ubicada a kilómetros de su poblado y a la que llegarán a pie o en burro. Huyen de la medicina del desarrollo y confían mucho mas en la madre naturaleza, santeras o la brujería. En casos extremos se comunican con sus ancestros a través del fuego, del Holly fire.
Se trata de una pequeña sagrada hoguera ubicada frente a la casa principal del hombre con su primera mujer, en la línea que une el puerta casa y la entrada al establo donde está el ganado. La encienden con el amanecer y el atardecer, y la usan para comunicarse con sus antecesores para todo tipo de cuestiones, desde temas médicos, hasta elegir el nombre de un hijo recién nacido, pasando por perdonar a un miembro de la tribu haber tenido un desliz con otra persona de otra tribu... Porque los himbas no se mezclan.
Así son ellos, así viven y así les vemos en Epupa y sus alrededores. Viven del ganado como nómadas que son que utilizarán como moneda de cambio, venderán o intercambiarán como moneda de cambio. Un ganado que cuidan también los niños, pues no todos van a la escuela. Elegirán, entre todos, quienes van a la escuela pues ir a la escuela supone perder una persona más para trabajar ya que el niño se va de la casa, es incompatible estudiar y vivir en el hogar familiar para casi todos pues las escuelas están a muchos kilómetros de distancia.
CATARATAS EPUPA
De hecho para llegar a Epupa se tarda casi 9 horas de carretera desde la anterior parada, en la región de Palmwag, con kilómetros y kilómetros de paisajes secos que podrían recordar a estampas de cualquier paisaje extremeño. Un dorado y una sequedad que contrasta con las palmeras, agua, azules y verdes.
Epupa es un pueblo que mantiene la esencia africana, la esencia de su origen, la parte de África que a veces cuesta tanto encontrar. Es un pueblito donde la tribu de los himbas vive en el mismo pueblo y por tanto no es difícil el contacto con ellos. Los turistas que visitan las cataratas también pueden visitar los poblados himbas o verlos en su hábitat, en el pueblo, en el bar local o paseando por la calle...
Los himbas se reconocen enseguida por el color con el que se cubren el cuerpo y el pelo, una especie de barro. Pero es una visita y una inmersión con esta tribu muy poco agresiva, natural y que fluye por sí sola. Igual que fluye el agua de sus cataratas que también están integradas en el pueblo.
Esta integración tanto de la naturaleza como de sus tribus en el pueblo hace que estemos en un lugar muy especial, auténtico y que consigue mantener la esencia de lo natural en un destino que gestiona muy bien el turismo. Cosa que no consiguen ni las cataratas Victoria ni las del Niagara, que son las que yo he visto, pues están totalmente corrompidas ya por el turismo.
Y aunque la caída del agua pura y dura no sea tan impresionante como otras, en conjunto en conjunto el paisaje es impresionante. Sentarse en uno de sus miradores naturales a contemplar el paisaje de estas cataratas es detener el tiempo, es entender parte del proceso de la vida, es ese momento que necesitamos siempre, es estar contemplando una estampa única. Tiene un magnetismo especial, una energía brutal y, sobre todo, una fuerza inmensa acorde a la fuerza de los himbas.
Los himbas y el resto de tribus hacen más especial aún Epupa. Es una experiencia ver dónde y cómo viven. Una vez te sientas frente a ellos, uno se da cuenta que hay tantas maneras de vivir y entender la vida que pretender acabar con ellas o intentar entrar en sus espacios para trasladar, imponer, nuestra manera de vivir, la que estamos acostumbrados y en la que hemos crecido, es equivocarnos, cerrarnos muchas puertas y hacer el mundo más aburrido y gris.
Podría ser una nueva manera de colonizar, un debate que no viene al caso ahora pero que me preocupa bastante. Cuánto más viajo, más cuenta me doy que en la heterogeneidad y en la diversidad está la riqueza. Me pasó en Etiopía cuando estuve visitando a las tribus en el Omo Valley o cuando visité en Namibia las tribus y me sigue pasando ahora con cada tribu que descubro en Kenia, porque no olvidemos que Kenia es uno de los países de África con mayor número de tribus, muchas de ellas enfrentadas y que generan problemas cada día.
Pero las tribus si no fueran utilizadas en muchos casos como instrumentos políticos o económicos para justificar muchas actuaciones de los gobiernos, son riqueza y diversidad. Son uno de los encantos de África, sin lugar a dudas.
Acabo de leer tus comentarios que transmiten mis opiniones , tras años viajando por Africa . Es mas me queda muy poquito para realizar otro sueño La Gran Ruta del Okavango y sus tribus como no , de ahí la alegría de tus sentimientos tan bien plasmados . Saludos
Me ha gustado mucho el reportaje Enhorabuena Ana por saber expresar ese amor y admiracion por Africa Nos haces sentir un poco lo mismo
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