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VALENCIA. Que trabajar para uno mismo es muy bonito, eso nadie lo duda. Ver tu idea crecer y desperezarse, convertirse en tu sustento y con suerte, el de más gente. Poder demostrar lo que sabes hacer, aprender mucho, crear algo sólido. En eso estamos todos de acuerdo.

Lo que no todo el mundo cuenta es que quizás este 1 de mayo esta idea tan magnífica, que tan hermosa y prometedora te parece, será la que te impida irte de puente con tu marido y tu familia. O la que te tendrá trabajando desde las ocho de la mañana y cuando llames a proveedores y nadie te lo coja, recordarás que es festivo. Para todo el mundo menos para ti.

¿Cuál es la cara B de emprender que nadie cuenta?

ESTOY MÁS SOLO QUE LA UNA

Si has tenido la suerte de contar con un socio desde el primer momento, enhorabuena. Si vas por libre, bienvenido al club. Es probable que hayas pasado de estar siempre en comunidad (del colegio a la universidad, de ahí a algunos trabajos con compañeros) a la soledad más absoluta.

Tu única compañía son tus ideas y el teléfono, así como tus ganas de seguir. Y en ocasiones necesitaríamos un partner in crime, alguien con quien desahogarnos, alguien que nos acompañe a ver a clientes, alguien que supla las habilidades que no tenemos. Y es muy duro.

AY, LAS PREGUNTAS

Si te embarcas en un proyecto personal, tu entorno suele prestarte atención (y en ocasiones dinero), más de la que cualquiera recibiría si entrara a trabajar en cualquier oficina. La gente te pregunta que qué tal la idea, si vendes algo, si crees que funcionará... te lo preguntan tantas veces que puedes terminar harto.

Porque dentro de esas preguntas a veces hay juicios de valor (‘yo es que eso no sé cómo te irá') y consejos que nadie pide, así como desánimo (‘¿aún no has vendido nada? ¿cómo puede ser?) y agobio. Y es lo último que un emprendedor necesita.

MONTAÑA RUSA

Tras esperar y esperar a que un cliente conteste, pensando que las agujas del reloj no se mueve, de pronto lo quiere todo en un día, quiere que nos desplacemos a Madrid y que tengamos un adelanto del proyecto en dos horas. Pasamos de la quietud al ataque al corazón en menos de un segundo.

Y todo se puede venir abajo cinco minutos después y volver a la calma soporífera. Y después, a la tarde, más agobios de creer que nos morimos al teléfono. Un estrés que parece que no acaba nunca, que no hay fin de semana a la vista, que no hay nada. Solo un teléfono que no suena o que suena demasiado.

ODIO MI TRABAJO

Tú querías montar cierto tipo de negocio, porque has estudiado esto o aquello y tienes habilidad para lo otro. Por fin, parece que la cosa funciona. Pero la vida se te va en el banco, en el registro, en el asesor, en Hacienda y en la Seguridad Social.

¡Yo me había metido por mi creatividad! Sí, pero te has quedado porque alguien tiene que administrarlo todo. Tu idea sigue siendo buena, pero tu trabajo es una mierda, con perdón. Paciencia. Quizás con el tiempo puedas contratar a alguien que haga esas gestiones interminables tan odiosas y volverás a tu trabajo...

BUENAS TORTAS

Pues sí, buenos tropezones hay que meterse. Pero de los buenos. De los que ves que diluyen tu dinero y tu tiempo, que se llevan tu ilusión de los pelos y tu fuerza detrás. De lo que te hacen replantearte qué estás haciendo y si algo va bien entre tanto caos.

Será tu decisión la que te haga quedarte o marcharte y es posible que esas buenas tortas te hagan no fiarte de todo el mundo, ser más flexible y resolutivo, modificar lo que haga falta y ver venir otro posible tropezón para poder esquivarlo.

AH SI, LAS FIESTAS...

¿Qué haces este puente? ¿Qué puente? ¿De qué hablas? Bienvenidos al trabajo sin fiestas. Bienvenidos a esa época de tu vida en la que debes echar los restos, aprovechar la oportunidad, acabar ese informe aunque sea sábado por la noche, cogerle el teléfono al cliente el domingo, dedicar cada hora libre a pensar, investigar, buscar clientes nuevos.

Bienvenidos a broncas en casa, a miradas de incredulidad cuando enciendas el portátil, a quejas cuando cojas el teléfono tres veces durante la comida del día de la madre. Eso o tienes una familia de 10 que asume que no va a verte ni a disfrutarte al 100% durante un tiempo.

Ser emprendedor es esto y  más.

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David Vidal

Director de programa en imbs (Internet & Mobile Business School)