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del éxito al fracaso

Cinco de los muchos pasos para arruinar una inversión

DAVID VIDAL. 23/04/2015 Uno de los momentos clave en los que un novato emprendedor debe demostrar de qué pasta está hecho su proyecto es ante un posible inversor

David Vidal

Director de programa en imbs (Internet & Mobile Business School)
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VALENCIA. La línea que separa el éxito del fracaso es tan delgada que a veces en un traspiés nos vemos con las rodillas metidas en el fango sin habernos dado ni cuenta. Un emprendedor quizás ha sido un trabajador con experiencia pero a la hora de hacer crecer su propia empresa es un novato y eso adelgaza aún más esa temida línea entre triunfar y cometer cien errores. Uno de los momentos clave en los que un novato emprendedor debe demostrar de qué pasta está hecho su proyecto es ante un posible inversor y cómo no, es uno de los instantes en los que más fácil es echarlo todo a perder.

1) Tienes una idea y un proyecto, pero ¿sabes hablar? Y no solo nos referimos a eliminar de tu diálogo los ‘sabes’, ‘vale’, ‘quiero decir’ y ‘es cuando’ (que también). Nos referimos a varias cosas:

- ¿Estás usando tantos acrónimos y tanta terminología en inglés que parece que vivas en otro planeta? ¿Para qué decir chance, suppliers o knowledge si puedes decir oportunidad, proveedor y conocimiento a un español nativo? ¿qué quieres demostrar? Por dios.

- ¿Te estás liando tu solo? No saber transmitir bien tu idea, destacando sus oportunidades y su mercado, es un fallo doble. Ensaya tu discurso todas las veces que te haga falta y asegúrate de tener un elevator pitch (ya estamos con el inglés…) que quite el hipo.

- Te trabas, toses, te pones rojo, gesticulas, pestañeas como un loco, te tocas el pelo, te muerdes una uña… ¿Conoces la importancia de la comunicación no verbal? Estás haciéndote a ti mismo un atentado.

2) La idea que tienes en tus manos está verde. Tanto que ni siquiera puede considerarse un proyecto y evidentemente no tiene la tracción que el inversor quiere analizar antes de formar parte. Esto significa varias cosas. Has perdido una oportunidad de oro ante un inversor porque le has llevado una fruta demasiado verde. Has demostrado que no conoces lo que el inversor quiere ver en un proyecto. Has pecado de ansias y de prisas, sin darte cuenta de que una idea por si misma no es nada. Le has hecho entender al inversor que al no tener un proyecto, es probable que no hayas hecho estudios de competencia y viabilidad, entre otras cosas, por lo que tu idea está tan desnuda como cuando la pariste. Mal hecho.

3) Hablas y hablas. Hablas aún más. Hablas cuando ya no queda nada que decir y hablas del tiempo, del gobierno, de decoración y de la prima de riesgo. Hablas tanto que hablas solo. Literalmente. Claro que el inversor quiere escucharte. Por supuesto. Pero también quiere preguntarte. Reserva tiempo de tu exposición para sus cuestiones e incluso, prepara posibles respuestas ante las preguntas que creas más evidentes. Déjale hablar. Muestra respeto. Y recuerda que esto es cosa de dos, pregúntale tu también, no tengas miedo.

4) Es posible que escuches cosas que no te gusten. Pero evita enfadarte, sacar tu orgullo a pasear, discutir o defenderte como un chiquillo. Eso evidencia poca madurez, inseguridad y falta de educación ante una persona a la que estás pidiendo algo. El posible inversor está en su derecho de decirte que ve tu proyecto demasiado inmaduro. O que no le han gustado los márgenes que le has mostrado, que no cree que tu competencia sea tan limitada o que el nombre no le suena bien. Puedes o enfadarte o aceptar las críticas, señalar que su experiencia es muy importante para ti y que analizarás lo que te ha comentado con detenimiento, ya que tiene una visión del sector de la que tu careces. Y ya. De verdad.

5) Que tu personalidad es interesante e importante lo sabemos todos. Pero la madurez te hará aprender que hay momentos para mostrarse tal y como uno es y momentos en los que ponerse el uniforme. Si entras en un paritorio, tienes que ponerte bata, guantes, gorro y mascarilla. Si entras en una piscina, bañador y chanclas. Y para ir a un encuentro con un inversor, debes ir vestido de forma seria y respetuosa.

David Muñoz, el de las tres estrellas Michelin de Diverxo, va con cresta. Que sí. Pero tú no eres David Muñoz (y si lo eres, ¡hola, maestro!) y quieres conseguir algo importante, por lo que tu vestimenta y actitud debe estar acorde al lugar al que vas, por varios motivos:

- Transmitirás más confianza si vas vestido de forma correcta que si vas de adolescente trasnochado.

- Mostrarás respeto por la persona a la que vas a ver si cuidas tu vestimenta. - Demostrarás que sabes adaptarte a las situaciones y a los lugares, que eres flexible y que tu personalidad es la misma vistas lo que vistas.

Si aún te identificas con una tribu y tienes necesidad de demostrarlo cada día caiga quien caiga pasados los 30, tienes varios problemas. Con estos cinco sencillos pasos habremos lanzado bien lejos la oportunidad que tanto nos ha costado. ¿Fácil, verdad?

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David Vidal


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