VALENCIA. Se esperaban con mucha expectación los resultados de las Elecciones Andaluzas, que inauguran el ciclo político del año. Comentábamos la semana pasada que sus resultados probablemente tendrían consecuencias sobre las próximas convocatorias electorales, porque la política es en buena medida una cuestión de percepción, y las expectativas electorales dependen no sólo de las preferencias ideológicas o programáticas de los ciudadanos, ni del carisma de los candidatos, sino de las posibilidades reales de cada apuesta electoral: para lograr un puesto en el Parlamento, para ser indispensable en la configuración de mayorías, o para gobernar.
Por esa razón, los resultados electorales, que objetivamente son malos para el PSOE (un 35%) si atendemos a la serie histórica desde 1983, constituyen, sin embargo, un enorme balón de oxígeno para el partido, que mantendrá su principal feudo electoral y la hegemonía en Andalucía. Sin embargo, los resultados de Podemos (15%), aunque en realidad son espectaculares para un partido fundado hace poco más de un año, resultan decepcionantes, porque Podemos aspira a sustituir al bipartidismo (o, más bien, a formar parte de un nuevo bipartidismo), y su principal rival, el PSOE, a la hora de la verdad le ha triplicado en escaños, y más que doblado en votos, en la comunidad autónoma más importante.
Por el contrario, los votos alcanzados por Ciudadanos (9%), aunque en realidad sean muy inferiores a los de su principal rival (el PP), han hecho que sean vistos como los grandes triunfadores de las elecciones. Las encuestas indicaban un crecimiento aceleradísimo de sus expectativas y esta vez, desde luego, no se equivocaron. Con estos resultados, Ciudadanos aspira a formar parte de un sistema "tetrapartidista", aunque sea como socio menor del PP.
Por último, y en lo que se refiere a los demás partidos, los resultados son malos para IU (7%, pierde la mitad de los votos en uno de sus nichos electorales más importantes); horribles para el PP (27%), no sólo por el obvio descalabro electoral respecto de 2012, sino por la aparición de Ciudadanos, el "Podemos" del PP; y catastróficos para UPyD (2%), partido que no obtiene ningún escaño y se encuentra inmerso en un escenario previo a la desaparición, producto de errores pasados, como las sucesivas purgas o el veto de la cúpula de UPyD al pacto con Ciudadanos cuando aún podían hacerlo desde una posición de fuerza.
Los efectos de estos resultados ya comienzan a notarse en todos los partidos (más que en ningún otro, como es obvio, en UPyD). Y esto también tiene consecuencias, obviamente, en el escenario electoral valenciano.
Cambio de escenario en la Comunitat con la mirada puesta en los pactos postelectorales
Hasta hace muy poco tiempo, las encuestas ciudadanas, y también la percepción pública, asumían que el escenario postelectoral más probable en la Comunidad Valenciana tras el 24 de mayo sería el siguiente: el PP vencería en las elecciones, pero con una mayoría totalmente insuficiente para gobernar, incluso pactando con UPyD, Ciudadanos, o ambos; en cambio, los partidos de izquierda (PSPV, Podemos, Compromís y EU) sí que sumarían una mayoría suficiente, y las incógnitas fundamentales al respecto eran dos: cuál sería el partido que obtendría mayor representación, y qué socios resultarían imprescindibles para formar gobierno (o mayoría para la investidura de un gobierno).
En el primer caso, la batalla estaba planteada, sobre todo, entre el PSPV y Podemos. En el segundo, la gran incógnita era si podría configurarse una mayoría sin el PSPV (muy improbable), sin Compromís (más probable aritméticamente, pero muy poco en lo político, dado que ello comportaba un pacto PSPV+Podemos), o sin EU (muy probable).
Pues bien: tras las Elecciones Andaluzas, con todas las prevenciones derivadas de extrapolar los resultados de una autonomía a otra, el escenario incorpora ciertos cambios. Por una parte, para el PP, y no necesariamente malos. Es cierto que los resultados de Andalucía son desastrosos, y que la existencia de Ciudadanos es una pésima noticia para el futuro (y, en particular, para las Elecciones Generales; otro día comentamos este escenario); pero, paradójicamente, puede no ser tan malo para el presente, porque le ofrece al PP la posibilidad de continuar gobernando merced a los posibles pactos con este partido. Quizás no para mantener la Generalitat, pero sí, al menos, algunos ayuntamientos importantes. La pujanza de Ciudadanos permite augurar que algunos votos conservadores, hoy en la abstención, se recuperarán para la causa de la derecha, y que algunos votos-protesta, hasta hoy en Podemos, tal vez se los apropien también.
Por supuesto, los resultados andaluces también son muy buenos para el PSPV. El principal objetivo del PSPV, que es liderar el bloque de izquierda, parece más fácil hoy que la semana pasada. Su suelo electoral puede ser suficiente para superar a Podemos y a Compromís, quizás incluso con holgura. El principal problema que puede tener es que Podemos se niegue a cualquier tipo de componenda, pero ese escenario, en un contexto en el que es el PSPV el que intenta desalojar al PP del gobierno, y Podemos el que lo impide, objetivamente perjudica a este último partido.
Las dificultades se acumulan para Podemos: algunos votantes pueden estar tentados por volver al PSPV, y no sólo por el éxito de Susana Díaz en Andalucía; también por los problemas de Podemos como partido, su falta de consistencia, más allá del núcleo dirigente en Madrid y la indudable inteligencia y capacidad dialéctica de algunos de sus principales representantes. Otros votantes tal vez prefieran Compromís, otra alternativa que satisface las necesidades de muchos por protestar frente a los partidos del establishment, que ya tiene una trayectoria consolidada y un liderazgo carismático indiscutible en la figura de Mònica Oltra.
Ese es el problema fundamental de Podemos: que hasta las Elecciones Andaluzas las encuestas mostraban una tendencia de crecimiento sostenido, como mucho estabilizado, en la que Podemos no paraba de crecer a costa de todos los demás partidos; pero ahora, tras un 15% de los votos en Andalucía que, evidentemente, no basta para superar al bipartidismo en el corto plazo (aunque es una base importantísima en el medio y largo plazo), parece mucho más probable que haya bajas en sus apoyos, de aquí a mayo, que seguir congregando nuevos votantes. Sobre todo en un escenario electoral tan diverso, con tantas opciones (por primera vez en mucho tiempo) como el actual.
Como se deduce de lo anterior, el resultado electoral andaluz también es muy bueno para Compromís. La coalición, hace un año, parecía en condiciones incluso de disputarle el liderazgo al PSPV; luego apareció Podemos, combinado con un modesto resultado electoral en las Europeas, y más adelante asistimos a un larguísimo y farragoso proceso de selección de candidatos, y las expectativas se moderaron bastante. Ahora tal vez comiencen a repuntar de nuevo.
Finalmente, las expectativas para EU e UPyD, como ya aventurábamos la semana pasada, son tan malas como muestran sus resultados en Andalucía. EU ve cómo muchas encuestas descartan su entrada en las Corts, en una profecía autocumplida que se alimenta a sí misma: ¿para qué "despilfarrar" el voto en EU, si probablemente no entre? Un factor que es, además, un problema para el bloque de izquierdas (la posibilidad de "tirar" un 3% o un 4% de los votos, como sucedió con el Bloc en 2003), y que sólo se compensa, en parte, por la existencia de... UPyD, que hasta hace unos meses parecía un candidato claro a superar el corte del 5%, y ahora parece tenerlo muy difícil, si no imposible; y más con las tensiones entre el -por ahora- candidato, Toni Cantó, y la -por ahora- cúpula en Madrid, encabezada por Rosa Díez.
#prayfor... tragedia en los Alpes
La semana ha estado marcada por el accidente del avión de la compañía GermanWings. Un accidente, según muestran todos los indicios que van conociéndose sobre el caso, provocado por el copiloto del avión.
El aluvión de informaciones sobre el suceso, alimentadas por todo tipo de teorías y de datos contradictorios entre sí, a menudo mostraron lo peor de los nuevos medios sociales y su capacidad para difundir, a gran velocidad y sin control, todo tipo de mensajes. Del asunto me quedaría con dos ejemplos, a cual peor: por un lado, los tuits de algunos energúmenos que se alegraban de la muerte de los pasajeros del avión según cuál fuera su país o región de origen; en el caso español, y particularmente, algunos mensajes que celebraban, en un infecto canto a la maldad y la estupidez, la muerte de pasajeros catalanes. Una infamia que, sin embargo, tampoco debería responderse, a mi juicio, con el recurso a la justicia para perseguir esos mensajes [ (ser un imbécil y un miserable no es delito).
Por otro lado, "brilló" con luz propia el surrealista tuit de Eduardo Garzón, hermano del líder de IU Alberto Garzón y asesor de IU en el Parlamento Europeo, y que tras el accidente, antes de que pudiera despejarse ninguna incógnita, publicó lo siguiente:
Sobre lo cual podemos hacer dos lecturas. La más evidente, que Eduardo Garzón actuó frívola e irresponsablemente, y -obviamente- se equivocó. Pero también hay una segunda lectura, compatible con la anterior. Y es que, en su crítica a las aerolíneas low cost (criticables por muchos motivos, pero no, hasta la fecha, por ignorar las medidas de seguridad, entre otras cosas porque son protocolos comunes a todas las compañías), Garzón parece no tener en cuenta que dichas compañías son, efectivamente, low cost, y permiten desplazarse a mucha gente de forma mucho más barata que en un pasado no tan remoto (cuando volar era un lujo reservado a unos pocos), y que resulta demasiado fácil confundir el sentido de esta crítica con la de los que critican genéricamente este tipo de compañías, tan ordinarias, tan incómodas,... por comparación con las compañías en las que vuelan ellos. Que, obviamente, no son low cost.
Ah, la bendita democracia, se deja votar al pueblo que es sabio y el pueblo vota a los mismos cretinos de siempre. Los candidatos siempre declaran en público que el pueblo es sabio y que al pueblo nadie le toma el pelo. Pero en la práctica todos los partidos, los viejos y los nuevos, basan su campaña electoral en lo idecible: el pueblo es idiota. Todos apelan a los sentimientos más futboleros, a una visión de las cosas simple y estereotipada, a decir las cuatro tonterías que hay que decir... en fin todos (PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos...) saben que quienes de verdad deciden quién va a ser el gestor del chiringuito son los mismos que adoran a Belen Esteban y David Bisbal, y a esos es a quienes hay que venderles la moto. Pero claro, en tomarle el pelo a la gente y llevarse el gato agua nadie como los partidos de siempre. Y si no estás de acuerdo con las reglas del juego pues es porque eres un terrorista revolucionario o un partidario de las execrables dictaduras. Difícil solución.
Tengo dos pequeñas puntualizaciones: 1.- No echemos aún las campanas al vuelo por Susana Díaz que no ha logrado por ahora apoyos para formar gobierno. Con la chulería que está gastando ("gobernaré sola") y el ridículo discurso de "por responsabilidad me tienen que apoyar a mí que he sido la más votada" (olvidando que ella está ahí porque el IU y el PSOE-A impidieron a un mucho más votado PP gobernar en 2012) se está jugando llegar a las municipales aún en funciones. 2.- El tuit de Garzón, por desafortunado que fuese, empieza a reivindicarse (de pura chiripa) a medida que parece ser que elcopiloto estaba trabajando a pesar de estar de baja, lo cual indica a... un posible problema derivado de la nefasta política laboral de estas empresas. Sorpresas nos da la vida.
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