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Planificar el medio rural, una tarea inaplazable

BALDOMERO SEGURA*. 28/10/2014

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Al inicio de una nueva etapa en los programas europeos de desarrollo rural (periodo 2014-2020), conviene hacer una reflexión sobre lo que esperamos y deseamos con independencia de los programas presentados para su aprobación. El pasado día 14 de octubre, en un seminario sobre la perspectiva Leader en la Comunitat Valenciana, se plantearon las cuestiones que los principales actores del medio rural consideran necesarias para alcanzar los objetivos previstos en los planes. 

En el marco de la política de cohesión de la Unión Europea se incluyen una serie de disposiciones comunes para los fondos de la política de cohesión (FEDER, FSE, FEADER y FEMP) que abren nuevas variantes a la concepción tradicional del desarrollo rural: permiten la coordinación entre estos fondos, así como las prioridades de inversión de cada uno de ellos para el período 2014-2020.

Para nuestra organización es prioritario abandonar la idea de que el desarrollo rural es algo que nos viene de Europa en forma de subvenciones para hacer "cosas" en el medio rural. Veinte años de experiencia en estos programas han demostrado que una serie de inversiones aisladas no han conseguido retener a la población; muchas veces da la impresión de que al medio rural se le trata desde la ciudad como a un moribundo que mantener con vida -pero anestesiado- mediante pequeñas aportaciones económicas para que no genere demasiados problemas. Pero el medio rural necesita mucho más que aportaciones económicas. Necesita que se le contemple como lo que es.

Necesita un marco regulatorio que favorezca la implantación de actividades propias de los sectores productivos que están implantados en él: agrario, pecuario y forestal. En la actualidad, las normas de ordenación del territorio se siguen centrando, básicamente, en resolver los problemas del medio urbano y del suelo que puede llegar a convertirse en urbano. Y despachan la ordenación de más del 80% del territorio en unos pocos artículos.

A nivel local, la situación es si cabe menos alentadora: la inmensa mayoría de las poblaciones sigue planificando su término de manera aislada, pensando solo en la zona urbana y urbanizable y a lo sumo en los espacios protegidos que pueden aportar valor a su entorno visto desde la ciudad. La implantación de actividades productivas, sean estas agrarias, pecuarias, forestales o de sus tradicionales industrias conexas se contemplan como algo a evitar porque pueden estorbar en desarrollos urbanísticos posteriores.

Evidentemente, tampoco existe un marco regulatorio que favorezca la diversificación de las rentas a partir de las externalidades del sector agroalimentario y forestal. Las reglas de juego parecen pensadas exclusivamente para los habitantes de las ciudades y para implantar actividades productivas en polígonos industriales.

No creemos que pueda existir desarrollo rural sin el desarrollo de los sectores productivos vinculados al territorio, y estos no pueden desarrollarse sin una adecuada planificación y coordinación de los planes de uso del mismo. El objetivo debe ser crear un entorno específico que favorezca el desarrollo económico, social y ambiental de las zonas rurales -normas adecuadas, infraestructuras y servicios oportunos y necesarios, coordinación interadministrativa y colaboración público/privada fluida- y no limitarse a gestionar las ayudas que nos llegan. Todos los agentes económicos y sociales del ámbito rural deben estar implicados: la responsabilidad no puede ser solo de una parte de la Administración pública.

Es necesario abordar la planificación del medio rural en toda su amplitud a través de una apuesta seria, realista y técnica para planificar, ordenar e incentivar el desarrollo rural desde la visión que requiere, desde la visión que podemos y debemos dar los ingenieros agrónomos desde todas las administraciones públicas (ministerio, Generalitat, diputaciones y municipios) y desde el sector privado.

Debemos aprovechar la oportunidad que nos brinda el nuevo periodo de planificación 2014-2020: aprender de nuestros errores pasados, evitar la vorágine que ha desmembrado el territorio y hacer una planificación coherente con los objetivos de desarrollo rural sostenible, en el que el regreso a ese medio, que hace un tiempo era impensable, sea valorado como una alternativa al autoempleo y un nuevo modo de vida. La fijación de la población será posible cuando el entorno creado permita el desarrollo de actividades productivas compatibles con el territorio. El medio rural no se puede ver como un estorbo o un vestigio del pasado que mantener, ni tampoco como una postal que recrea un ambiente bucólico, sino como una oportunidad.

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* Baldomero Segura es decano del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Levante

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