¿Es usted empresario familiar? ¿Nada sale bien cuando no está en todo? ¿No está satisfecho con sus resultados? ¿Llega sin aliento a estas vacaciones? Pues aprovéchelas y reorganícese. Le decimos cómo
VALENCIA. Lo llaman el Síndrome del Llanero Solitario y suele afectar a buena parte del empresariado familiar, ése que suele confiar la dirección de su actividad a sí mismo o a un reducido equipo de personas (dos, máximo tres, que además no tienen por qué ser los más preparados). Si usted pertenece a este grupo, puede que tenga un problema cuya verdadera dimensión es directamente proporcional con el tamaño que de su empresa.
Los síntomas de este síndrome se manifiestan especialmente en esta época del año, cuando aceleramos nuestro ritmo para dejarlo todo "más o menos en orden" antes de las vacaciones y constatamos que, ni siquiera llegando a ellas sin aliento, los resultados del año son los esperados.
El Llanero Solitario es un héroe de leyenda, pero no es Superman. Es decir, un super empresario con tiempo para ser estratega, creativo e innovador sin dejar por ello de ser catalizador para sus empleados, buen comunicador, hábil negociador, documentado y ágil en la toma de decisiones, con acreditada capacidad para cuidar y retener a los mejores, para tener buenas relaciones con la banca, estar al día con los cambios legislativos, internacionalizar la empresa, preparar la sucesión familiar... Ah, y todo ello sin olvidar lo más importante: atender a sus clientes.
Sin buena parte de asuntos resueltos o confiados en buenas manos, sus vacaciones se presentan pegadas al móvil, la tablet y los e-mails. Si esto ocurre más allá de lo razonable, tiene un problema y no sólo para sus vacaciones de verano. También para el resto del año y los sucesivos, que es lo que realmente importa. ¿Cómo solucionarlo? Ahí va mi receta en siete puntos:
1) Aproveche las vacaciones de verano, es el mejor momento para el cambio
Un empresario es, ante todo, un estratega y un organizador. Si durante el resto del año su actividad le quita tiempo para desarrollar esas estrategias, aproveche la distancia de las vacaciones y sus horas de asueto y tranquilidad para diseñarlas. Por mucho que se vea obligado a seguir con el "día a día" de su empresa durante las vacaciones, éstas seguirán siendo su época del año con más tiempo para pensar y encontrar soluciones. La distancia geográfica también ayuda en la toma de decisiones. Además, la reentrè de septiembre es el mejor momento para aplicar los cambios que haya concebido.
2) Sea metódico y realista
No reflexione en la hamaca o tumbado en la arena. Sea metódico y siéntese delante de su tablet o de lápiz y papel. Identifique y ponga en una columna sus problemas de gestión empresarial y en la de al lado sus posibles soluciones. Verá que buena parte de ellas se basan en encontrar la persona adecuada para el puesto idóneo. Aun así, sea realista y evite objetivos inalcanzables que sean fuente de frustración. Plantéeselo todo como el inicio de un camino en la buena dirección. Los trayectos más largos también se inician con un paso.
3) La gran cuestión frente al síndrome: con quién puedo contar
¿Con quién compartir la gestión de mi empresa? Paradójicamente, esta es una cuestión que se plantean muy seriamente los mejores empresarios, aquellos capaces de crear algo que les trascienda. Busque entre su familia, sus directivos, sus empleados... Si es necesario, contrátelo fuera de la empresa. La única condición es que sea gente con capacidad para adoptar las responsabilidades del día a día en el ámbito de su especialidad. No vale decir "no tengo a nadie". Si es así, despida a unos cuantos antes de irse de vacaciones y piense en contratar a buenos profesionales a la vuelta del verano. Sin buenos gestores le será imposible delegar con eficacia, tranquilidad y resultados.
4) Reúnase con ellos periódicamente
Una vez acordado quiénes forman parte de ese reducido grupo de colaboradores directos, reúnase con ellos colegiadamente al menos una vez al mes. Y no frente a una paella, desde luego, sino en un despacho o sala de reuniones, sin móviles ni interrupciones. Que cada uno llegue con sus deberes hechos, algo que se descuida en las "comidas de trabajo".
Que exponga cada uno los problemas de su parcela y todos piensen conjuntamente en las soluciones. Tenga en cuenta que en este tipo de reuniones se adoptarán las decisiones más determinantes para su empresa. Es fundamental marcar una agenda de temas pendientes y seguirla semana a semana o mes a mes, según la cadencia de las reuniones. No pensemos en grandes estrategias para empezar. Sólo lo básico: qué hacemos bien, qué mal y cómo solucionarlo. En el futuro, pensaremos en definir objetivos a medio plazo. Estamos empezando con un nuevo método, así que seamos realistas y, al menos inicialmente, pensemos a corto.
5) Conocer la situación financiera en plazos razonables
¿Tenemos la información financiera y de gestión en un tiempo razonable? Por ejemplo, ¿a los 20 días de cada mes cerrado? Si no sabemos dónde estamos, difícilmente podremos decidir conjuntamente cómo y a dónde vamos. Si no somos capaces de tener sobre la mesa la información contable del mes anterior y saber cuánto ganas o pierdes, cambia al responsable de los números. Los números no debe llevarlos tu asesor fiscal, como viene siendo habitual en las pequeñas empresas.
No es necesario comenzar con grandes cuadros de mando. Basta lo fundamental para saber cómo está la empresa en sus ratios más vitales. Al fin y al cabo, usted no gana neto más del 5% de lo que factura y, con ese margen de beneficios, no puede dejar de hacer algo si los números se tuercen. Se requieren decisiones acertadas y ágiles para enderezar los balances torcidos cuanto antes. Si pasa más tiempo, su cuenta de resultados no podrá reparar un error mantenido durante varios meses del ejercicio.
6) Cuide y mejore su equipo de colaboradores directos
Todo equipo de gestión necesita de un período de aprendizaje y rodaje. Si ya tenemos un equipo con responsables, necesitaremos tiempo para mejorarlo. La optimización de este grupo directivo se sustenta sobre tres pilares: delegar plenamente en quien es trabajador y capaz (te dará tiempo), ayudar al que es más trabajador que capaz (acabará aprendiendo) y supervisar al que es más capaz que trabajador (acabará haciendo sus deberes, por la cuenta que le trae). Al final, puede que estas dos últimas tipologías se reconviertan en la primera, que es la ideal. La que te dará tiempo para ser empresario.
7) Y por fin... ¡Dedíquele tiempo al cliente!
Y por fin llegamos al solomillo de la cuestión, a lo que nos da de comer: el cliente. Al fin y al cabo, ¿qué es un empresario? Alguien que genera bienes y servicios en favor de quien los pague. Sin él, no hay ingresos ni beneficios. Sencillamente, no hay empresa. Todo el tiempo y la dedicación que ahorremos en gestión interna se lo tenemos que dedicar al cliente para averiguar qué es lo que en verdad quiere, qué querrá dentro de unos años, cómo puedo no perderle, cómo conseguir otros...
Para recapitular sobre estos siete puntos, traeré aquí la reflexión de un gran empresario: "No hay buenas ni malas compañías. Lo que hay son buenos o malos gestores". Y para eso, nada como la gestión compartida.
Aun así, seguirá necesitando suerte en el ámbito de los factores externos: que ningún cliente le deje de pagar, que ninguna inversión sea fallida, que la banca le abra el grifo... Pecata minuta si usted tiene ADN de empresario con equipo en vez de amo con empleados. Definitivamente, ser Llanero Solitario es una opción tan poco recomendable para la salud de su empresa como para la propia. Así pues, felices y sanas vacaciones.
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