VALENCIA. La célebre frase de Groucho Marx, "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros", parece escrita hoy mismo. Mientras que la mayoría de los axiomas van perdiendo fuerza con el paso del tiempo porque se ajustan a un periodo y unas circunstancias muy definidas, Groucho está de nuevo a la última. Desde hace muchos años, pero especialmente durante la última década, las grandes empresas utilizan "valores" para definir su marca.
Ikea dice defender, entre otros, los siguientes valores: "Humanidad y voluntad", "Atreverse a ser diferentes", "Unidad y entusiasmo". Pues bien, resulta que entre los 200 millones de catálogos que cada año distribuye entre los 38 países en los que está presente la marca, en la versión destinada a Arabia Saudí han hecho desaparecer a las mujeres de sus fotografías. Sin ningún pudor adaptan sus "valores" a las necesidades del mercado. Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.
Pero ahí no termina el despropósito del fabricante de muebles. En la misma versión del catálogo han incluido un reportaje en el que se exponen las bondades de la decoración de Ikea en el loft que comparten Clara y Kirsty, dos mujeres lesbianas que viven en Dorset, Inglaterra. Pues bien, en la versión rusa Clara y Kirsty han desaparecido, según dicen porque en Rusia está prohibida la publicidad homosexual. Es mejor no tener problemas, se trata de vender muebles. Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros.
Todos los medios de comunicación se han hecho eco estos días de que la multinacional Ikea ha acordado repartir un dividendo de 3.000 millones de euros. El fundador y dueño del gigante de las tiendas de muebles, el sueco Ingvar Kamprad, ha creado en los últimos años una estructura con sociedades en Liechtenstein, Luxemburgo y Holanda que le permite además un considerable ahorro de impuestos.
El dividendo lo reparte, de hecho, Ingka Holding BV, una sociedad domiciliada en Amsterdam, que controla accionarialmente las filiales y que es la propietaria de las tiendas en todo el mundo. Kamprad no le recibe directamente, sino que lo hace además a través de una fundación, Stichting Ingka, con sede también en Holanda y dueña a su vez del cien por cien de las acciones de Ingka Holding BV.
Holanda no es un paraíso fiscal, pero existe una figura jurídica denominada "privilegio de filiación" que permite a las sociedades holding localizadas en este país no tener que tributar por los dividendos obtenidos de sus filiales.
De forma paralela a la estructura en los Países Bajos, la compañía sueca tiene también otra red societaria similar en Liechtenstein y Luxemburgo. Al igual que ocurre en Holanda, en el primero de estos dos países se ubica otra fundación, Interogo Foundation, que es a s vez la propietaria de Inter Ikea Holding, con sede en Luxemburgo y propietaria de la marca.
Una investigación llevada a cabo por la televisión pública sueca en 2011 sacó a la luz todo este entramado empresarial localizado en varios paraísos fiscales, por el que Ingvar Kamprad habría defraudado a la Hacienda sueca más de 2.500 millones de euros en los últimos veinte años. El documental forzó al grupo a reconocer la existencia tanto de la fundación Ingka como de Interogo, que controlan los pilares de la compleja estructura societaria del grupo.
Ikea es uno más. El descaro de las marcas es cada vez más evidente. Es más fácil predicar que dar trigo. De nosotros depende.
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