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Salvemos las cajas rurales

JOAN RAMON SANCHÍS *. 17/02/2014

Joan Ramon Sanchis Palacio

Catedrático de la Universitat de València y autor del libro 'La Banca Que Necesitamos'
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VALENCIA. Las declaraciones del Ministro de Economía Luis de Guindos el pasado 13 de enero sobre la necesidad de acometer una reforma en el subsector de las cooperativas de crédito y cajas rurales, supone el inicio, de manera oficial, de la última fase de desaparición de las cajas rurales. Después de la eliminación de las cajas de ahorros, salvo dos (Pollensa y Ontinyent) que apenas representan el 0,09% del total de los depósitos del sistema bancario español, le toca el turno a las cajas rurales.

El subsector de las cooperativas de crédito y cajas rurales en España está formado por 65 entidades con poco más de 2,5 millones de socios, casi 20.000 trabajadores y 4.679 oficinas. Sus 93.726 millones de euros de depósitos y sus 86.021 millones de euros de créditos representan alrededor de un 6% de cuota de mercado en el conjunto del sistema bancario español, lo que las sitúa en unos niveles relativos muy bajos en comparación con la banca privada.

Además, su volumen medio de activos totales es de 2.029 millones, lo que supone un tamaño medio relativo muy bajo. Sin embargo, se trata de entidades bancarias saneadas y rentables, que en plena crisis financiera apenas han sufrido problemas de falta de solvencia o liquidez y que están aguantando muy bien la crisis. Esto es así por tratarse de entidades fuertemente vinculadas al territorio en el que operan y a las necesidades crediticias de la economía productiva local y, por tanto, con una escasa participación en la actividad inmobiliaria y de la construcción y en megaproyectos de gran riesgo financiero.

La tasa de morosidad media de las cooperativas de crédito está próxima al 8%, cinco puntos por debajo de la media del sector (que ya supera el 13%) e inferior a la que han tenido las cajas de ahorros. Se trata, por tanto, de entidades viables en el contexto actual.

PULMÓN FINANCIERO

Además, su papel como pulmón financiero de la economía productiva en España es clave por dos motivos principalmente: por su carácter de banca enfocada a la actividad productiva local, financiando sectores clave como la agricultura, la pequeña y mediana industria y el emprendimiento, y porque aunque su cuota de mercado en el conjunto del Estado español es pequeña como ya hemos señalado, en los territorios locales y comarcales donde operan, llegan a alcanzar cuotas de mercado significativas y mayoritarias del orden del 20-30%, en algunos casos superior a la de los bancos e incluso en determinados territorios representan la única entidad bancaria, evitando así la exclusión financiera. Por tanto, su carácter social está más que demostrado.

Ante este cuadro, nos podemos plantear, ¿por qué quieren eliminar estas entidades? y ¿qué consecuencias económicas puede tener su desaparición?. Históricamente, el sistema bancario español se ha caracterizado por tener un modelo dual de banca en el que han coexistido los bancos privados (sociedades anónimas) con finalidad exclusivamente de banca comercial fuertemente rentable y una banca social que ha pivotado en torno a tres ejes: la banca pública, dirigida a financiar actividades productivas y comerciales en condiciones especiales a través de las entidades oficiales de crédito estructuradas en torno al ICO; las cajas de ahorros, dirigidas al negocio bancario urbano y enfocado al pequeño ahorrador y a la pequeña y mediana empresa y con un elemento distintivo como era la obra social; y las cooperativas de crédito, enfocadas al ámbito rural principalmente, con un enfoque de banca democrática y de proximidad.

Pero este modelo de banca social comienza a truncarse a partir de la segunda mitad de los años ochenta por el inicio del proceso de desregulación del sector y de bancarización de cajas y cooperativas y se acelera a partir de los noventa con el comienzo de la creación de la burbuja inmobiliaria y la intensificación del uso político de las cajas de ahorros y su posterior saqueo por parte de directivos y políticos.

Las consecuencias han sido evidentes: desaparición de la banca pública a comienzos de los noventa después de su privatización y venta a un gran grupo bancario y desaparición de las cajas de ahorros después de intensas fusiones, mala gestión del riesgo crediticio, corrupción política ligada a la construcción y aprobación en diciembre del 2013 de la nueva ley de cajas de ahorros y fundaciones privadas. Ahora les toca a las cooperativas de crédito.

UN SISTEMA OLIGOPOLÍSTICO

Todo este proceso de concentración del sector bancario supone la desaparición del doble modelo de banca que ha existido durante más de 100 años en España, abogando por un sistema bancario oligopolístico (con unas pocas entidades cada vez con mayor poder de negociación), donde primarán las operaciones financieras especulativas y oportunistas y la falta de transparencia.

Actualmente, las cajas rurales representan el último vestigio de banca social en España y su desaparición supondrá el predominio absoluto de un modelo bancario inspirado en un sistema económico neoliberal de pensamiento único con graves consecuencias económicas y sociales. La tendencia es llegar a disponer de un número reducido de bancos con un tamaño medio elevado capaz de competir en igualdad de condiciones con los bancos alemanes, japoneses y norteamericanos.

Pero la cuestión clave es: ¿es este el modelo de banca que necesita la economía productiva española?; ese modelo de banca al que vamos, ¿es el que realmente necesitamos para afrontar los retos económicos del futuro y diseñar un modelo productivo basado en el capital humano y en el valor añadido en base a la investigación, la innovación y el diseño?; y en todo caso, ¿no es compatible este modelo con otro de banca social de proximidad que dé respuesta a las necesidades concretas de los emprendedores y las pequeñas empresas?

Si miramos hacia Europa, podemos observar como en países con modelos productivos sólidos y de calidad como Alemania, Francia, Holanda y los países nórdicos, siguen existiendo modelos bancarios donde subsisten grandes corporaciones bancarias con pequeños bancos locales. En esos países existen cooperativas de crédito fuertemente consolidadas como Crèdit Agricole en Francia, Rabobank en Holanda o DZ Bank en Alemania, que mantienen una estructura bancaria arraigada en los territorios y enfocada a las necesidades específicas de sus socios.

¿NO INTERESA LA BANCA ÉTICA?

También existe en estos países una banca ética (transparente, social y solidaria) que cada vez alcanza mayores cuotas de mercado, como Triodos en Holanda, Jak Bank en Suecia o Banca Popolare Ética en Italia. ¿Por qué no es posible este modelo de banca en España? ¿es que no interesa? ¿a quién no interesa?

La sociedad española necesita una banca socialmente responsable y la economía productiva necesita unos bancos que prioricen la financiación a las empresas frente a la especulación. Las cajas rurales que aún existen pero que están en peligro de desaparición pueden garantizar la cobertura de estas necesidades. Si son entidades que han demostrado su viabilidad económica y su profesionalidad durante más de 100 años, ¿por qué ahora ya no interesan? ¿O es que no han interesado nunca y ahora es cuando tienen la oportunidad y la excusa (con la crisis) para acabar con ellas e incrementar así el negocio de los grandes grupos bancarios?.

Este es el momento de la verdad. O consentimos que hagan lo mismo que han hecho con las cajas de ahorros, y ahí tenemos el caso de la Caja Rural de Mota del Cuervo en Cuenca (primera caja rural intervenida después de engañar a los socios y de no atender sus peticiones) o nos movilizamos y hacemos frente a unas decisiones políticas que sólo benefician a los más poderosos. Salvemos las cajas rurales, aún estamos a tiempo.
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Joan Ramon Sanchis Palacio es catedrático de la Universitat de València y autor del libro "La Banca Que Necesitamos"

Joan Ramon Sanchis Palacio

Catedrático de la Universitat de València y autor del libro 'La Banca Que Necesitamos'
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1 comentario

Edutt escribió
18/02/2014 17:28

Magnífico artículo profesor. Por desgracia parece que la guerra está perdida, el neoliberalismo atroz al que nos abocan los dos partidos mayoritarios de este país no contempla la palabra "social" sólo se basan en la palabra "beneficio económico" o mejor dicho "aumento del beneficio económico para siempre", lo les basta con ganar, sino que quieren ganar más y más a costa de lo que sea (puestos de trabajo o beneficios sociales). Vivo en un pequeño pueblo en donde únicamente tenemos una oficina de una caja rural, estoy seguro que mi pueblo no es rentable para un banco comercial ya que no somos muchos los potenciales clientes, pero esta oficina lleva abierta en mi pueblo desde que tengo consciencia y siempre ha ofrecido un buen servicio a toda la población. Repartirse las migajas que representa las cooperativas de crédito es la única explicación para que aprueben la ley de su defunción, la única manera en la que podemos luchar contra la voracidad de este sistema perverso es no votar a las formaciones que alimentan sus fauces, eso, o tomar las calles, pero esto último cada vez es más difícil porque también las han privatizado y pretenden que generen beneficios económicos...

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