VALENCIA. "Memento mori" es una frase latina que significa «Recuerda que morirás» en el sentido de que debes recordar tu mortalidad como ser humano. Suele usarse para identificar un tema frecuente, o tópico, en el arte y la literatura que trata de la fugacidad de la vida
La frase tiene su origen en una peculiar costumbre de la Antigua Roma. Cuando un general desfilaba victorioso por las calles de Roma, tras él un siervo se encargaba de recordarle las limitaciones de la naturaleza humana, con el fin de impedir que incurriese en la soberbia y pretendiese, a la manera de un dios omnipotente, usar su poder ignorando las limitaciones impuestas por la ley y la costumbre.
Lo hacía pronunciando esta frase, aunque según el testimonio de Tertuliano probablemente la frase empleada era: "Respice post te! Hominem te esse memento!". Algo así como: "Mira tras de ti y recuerda que eres un hombre y morirás".
Tal vez esas palabras, si no fuera por el reparo y el repelús que nos produce pensar que nuestro paso por la vida es un tránsito, con principio y final, debieran acudir a nuestra mente más a menudo. Y entonces, con esa consciencia de nuestros propios límites, aceptaríamos mejor los avatares que nos suceden, y no nos sentiríamos con esa sensación de frustración constante.
Nos han acostumbrado a que somos los reyes de la naturaleza, cuando nos deja tumbados y moqueando un simple e invisible virus; la ciencia avanza a pasos agigantados pero se muestra inerme ante un terremoto o un tsunami; nos hablan de esperanza de vida y nosotros entendemos certeza de supervivencia o de casi eternidad.
Vivimos angustiados por un futuro y no vivimos el presente. Queremos tener y una vez que poseemos tememos perder lo logrado. Tenemos dinero a base de sacrificar tiempo. Tenemos trabajo y solo pensamos en el momento de jubilarnos; perdemos el trabajo y nos desesperamos. Ciframos nuestra salud en la ingesta de bífidus y fibra y nuestra juventud en la cirugía reparadora.
No somos dioses, somos hombre y mujeres, ni más ni menos, con todas sus grandezas y todas sus miserias, pero capaces de hablar, de pintar, de escribir, componer música, de amar, de llorar y de reír y sobre todo de disfrutar de la vida, de la vida que tenemos y que nos creamos.
Hombres y mujeres mortales también son nuestros políticos, nuestra clase empresarial, y así podríamos decir de todos los que tienen poder, se agarran a él y se creen que perdurará hasta el final de sus días. ¿Hacemos un censo de nuestros dirigentes y contabilizamos los años que llevan cada uno en su cargo y no se marchan ni con agua hirviendo?
Es momento de la regeneración en todos los estamentos, es el momento de aire fresco, es el momento de vivir porque aunque disfrutes de prestigio, de fama y de gloria, todo esto es momentáneo, y tarde o temprano te igualarás a todos los mortales.
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