Cuatro meses después del ascenso de Esther Pastor a la Secretaría Autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales, el gabinete de Presidencia presenta una fotografía desenfocada en la que los roces y la desconfianza se han instalado y expandido a diversos niveles
VALENCIA. El núcleo duro del presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, se encuentra en una fase de marcada inestabilidad. En el Palau, situado en la calle Caballeros, se concentra el equipo del que manan las políticas y estrategias de difusión, coordinación gubernamental y un largo etcétera que lo convierten en el cerebro y motor de de todo el Ejecutivo autonómico. Todos los grandes acontecimientos o decisiones que tome el Consell pasan -o nacen- por Presidencia de la Generalitat, 'el Ala Oeste' del Palau en un remedo de la famosa serie de televisión.
Es por ello por lo que resulta fundamental que toda esta maquinaria funcione con precisión y solidez para que el Gobierno valenciano y, sobre todo, el propio presidente, cumpla los objetivos marcados. Una situación que, a día de hoy, está adoleciendo de ciertos problemas que entorpecen su función.
El núcleo duro de Presidencia está formado por el jefe de Gabinete, Jesús Lecha; la secretaria autonómica de Comunicación, Paula Meseguer; la secretaria autonómica de Organización, Esther Pastor; el director general de Relaciones Informativas, José Santamans; la directora general de Organización, María Jesús García Frigols, y el director general de Análisis y Políticas Públicas, Rubén Cortés.
Desde el ascenso, hace cuatro meses, de Esther Pastor a la -creada a medida- Secretaría Autonómica de Organización, Coordinación y Relaciones Institucionales, la fotografía de unidad del gabinete de Presidencia ha ido desenfocándose debido a los roces por las competencias generando así una desconfianza que se ha expandido a diversos departamentos.
El nombramiento en junio de Pastor ya generó cierto malestar en las estructuras provinciales,dado que coincidió con la destitución de los delegados del Consell, próximos a los barones de Alicante (José Císcar), Valencia (Alfonso Rus) y Castellón (Javier Moliner). Además, Fabra acompañó esta decisión la de elevar a su colaboradora al rango de secretaria autonómica, situándola al mismo nivel de Paula Meseguer, responsable del área de Comunicación.
A partir de ahí, con los galones otorgados, Pastor comenzó a asumir responsabilidades y tomar decisiones que han tropezado con otros altos cargos del Consell. Uno de los primeros damnificados en este sentido ha sido el vicepresidente del Ejecutivo, José Císcar, con quien Pastor no mantiene buena sintonía.
La marcha al sector privado del subsecretario de Presidencia, Jesús Marí, próximo a Císcar, generó un debate sobre el relevo en el cargo. Fuentes de la conselleria aseguran que Pastor propuso al menos dos nombres que fueron rechazados por el vicepresidente: uno no revelado que, a juicio de diversos altos cargos consultados, "no cumplía los requisitos" para un puesto de tanta responsabilidad. El otro, según señalan las citadas fuentes, era Jesús Lecha, el actual jefe de Gabinete del presidente. Tras esto, Fabra señaló al elegido finalmente, Rafael Sánchez Pellejero, director general de Economía en ese momento.
Este proceso ahondó en la sensación de que, desde la llegada de Pastor, se ha producido una desconexión entre la calle Caballeros (Palau de la Generalitat) y la plaza de Nules (vicepresidencia). Aunque Císcar sigue llevando el peso en los asuntos de mayor envergadura, la labor de control y coordinación de las consellerias está capitaneada ahora por Esther Pastor, quien ha establecido una buena relación con Serafín Castellano, secretario general del PPCV y conseller de Justicia. Sin embargo, no existe ese feeling con otros responsables autonómicos como Máximo Buch, Manuel Llombart, María José Catalá o el presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus.
DEMASIADAS VECES NOTICIA PARA UN CARGO DE CORTE INTERNO
Así, la mano derecha de Fabra ha sido noticia, especialmente desde su ascenso, por varias decisiones que se han adoptado desde su área de influencia. La contratación de un ‘coach' -luego anulada- para el presidente; la incorporación como asesor de un cocinero; su excéntrico debut en Les Corts o la organización del surrealista acto con la sociedad civil -fichaje de Cristina Tárrega como ponente incluido-, han sido algunas de sus actuaciones más cuestionadas.
Todo ello sumado a la discutible -así lo ven diversos cargos del Consell y del partido- agenda que compone para el presidente o las vacilaciones para establecer relaciones institucionales de altos vuelos.
Estas líneas de actuación han sembrado las dudas -cuando no incomodado- a varios altos cargos, ya no solo en Presidencia, sino en otras consellerias, al considerar que no benefician a la imagen del jefe del Consell, Alberto Fabra, que deberá conseguir entroncar las piezas del puzzle para que la maquinaria funcione a la perfección de cara a 2015.
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