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VALENCIA. El martes 2 de abril ha tenido lugar en el Teatro Real la presentación a la prensa del próximo título de su temporada 2012-2013, Don Giovanni de Mozart, en la intensa y polémica producción de Dmitri Tcherniakov (Moscú, 1970), estrenada en el Festival de Aix-en-Provence de 2010 y posteriormente en el Bolshoi de Moscú, que se representará en ocho funciones del 3 al 24 de abril, dirigidas musicalmente por el argentino Alejo Pérez (ya conocido en el Real por sus intervenciones en Rienzi y Ainadamar), y en cuyo reparto destacan las sopranos Christine Schäfer (Anna), Ainhoa Arteta (Elvira) y Mojca Erdmann (Zerlina), junto al barítono canadiense Russell Braun en el rol titular y los americanos Kyle Ketelsen (Leporello) y Paul Groves (Don Ottavio). En la presentación han intervenido ambos directores (en la foto) junto al director general del Teatro, Ignacio García-Belenguer, y el director artístico, Gérard Mortier, quien ha calificado la obra de “ópera de las óperas”, y subrayado su temática muy próxima a la del anterior título de la temporada, el también mozartiano Così fan tutte; ambos tratan los temas del Eros y de la dialéctica libertad-fidelidad. 

En su intervención, Tcherniakov, que ya ha presentado en el Real Eugenio Oneguin y Macbeth, ha comentado que su visión de Don Giovanni ha ido madurando en sucesivas fases de reflexión, desde 2007 hasta su estreno en Aix en 2010. Entiende que su interpretación será más accesible a un público familiarizado con la obra que a quien se acerque a ella por primera vez. Ha decidido dar a la escena un ambiente de obra de cámara, un espacio pequeño y fijo, una casa burguesa de hoy no ubicada en un país concreto. Es una obra sobre personas: este Don Giovanni no es el iniciador del mito, sino que pone un punto final al mito; él acumula todo lo que sabemos sobre él, es un hombre ya casado, de mayor experiencia (incluido su conocimiento del propio mito), con sus esperanzas y sus decepciones, al igual que los restantes personajes. 

¿Quién castiga a Don Giovanni y por qué? No por matar al Comendador, que es su única acción reprochable. Ha sido infiel, pero a cada una de sus conquistas les ha dado felicidad y ensanchado los límites de sus vidas. Es un castigo no divino sino creado por los hombres, porque resulta incómodo para ellos, por eso se ha concebido ubicarlo dentro de un grupo de personas que forman un sistema coherente; en el original hay estratos sociales distintos, aquí todos son miembros de una familia burguesa, pero en la que se distinguen también varias generaciones. En cuanto al espacio y el tiempo de la acción, si en el original transcurre en unas pocas horas pero en una pluralidad de espacios, aquí se ha optado por concentrarla en un espacio único, pero dilatándola en el tiempo; nada sucede casualmente, por eso es necesario ir informando del transcurso del tiempo mediante un telón que cae bruscamente interrumpiendo la acción entre secuencias.

El director Alejo Pérez ha explicado que su tarea es dar una especie de colchón psicológico, adaptando sutilmente los tempi, aunar los distintos enfoques para que los cantantes encuentren un apoyo sobre el que construir sus personajes. En esta obra inagotable, en la que cada vez que uno se aproxima a ella se descubren nuevos aspectos, cada personaje tiene rasgos diferenciados en la música, en la orquestación, en el texto.