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Un vídeo promocional grabado por dos italianos reabre el debate sobre qué imagen turística quiere difundir Valencia de sí misma

VALENCIA. En ocasiones en el diván surgen momentos donde irradia la autoestima. Incluso un personaje profundamente deprimido como Tony Soprano tenía episodios de luminosidad ante su impactada doctora.

Valencia es una ciudad con una imagen deprimida y sin tratamiento médico que remita su queja. Por eso en gran parte un vídeo turístico lleva circulando con éxito durante los últimos días. Ha supuesto un breve chute de autoestima para unos habitantes necesitados de ver imágenes positivas de su entorno. Y ha despertado a Turismo Valencia.

Se trata del vídeo 'Valencia 4 US' grabado hace varios meses por una pareja de turistas italianos, y que por arte de magia viral ha tomado relevancia de repente, multiplicando por diez sus visitas en una semana, coincidente en el tiempo con la celebración de Fitur. El artefacto turístico más celebrado no estaba en Fitur, sino entre redes. Tuvo un coste de cero euros pero elogia a la ciudad con la potente eficacia de lo que surge con naturalidad.

Durante la cinta se ve a dos protagonistas rodando su romance en la playa, el centro histórico, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Jardín del Turia y L'Albufera. Es un relato sencillo, vendido con cercanía. La tradicional imagen oficial de una Valencia ampulosa y grandiosa, casi una Alejandría, deja paso a una ciudad más real, poco pretenciosa pero muy vital, que perfectamente podría haber puesto los exteriores para la película indie '500 días juntos'. Un restyling en toda regla.

Turismo Valencia se interesó por el documento. Escribió comentarios elogiosos (algunos los borró posteriormente) y les emplazó a: "Contactar con nosotros. Hay una sorpresa esperándoos". La cuenta en Youtube de la Ciudad de las Artes y las Ciencias se adhirió a las felicitaciones: "Muchas gracias por realizar este vídeo tan emocionante y bonito de nuestra ciudad".

LOS ITALIANOS

Quienes lo grabaron y protagonizan son Alessandro Bordini y Sole Ermeti. Desde Rimini, donde viven, cuentan que no conocían apenas Valencia cuando llegaron, el pasado 15 de junio. "Es una recompensa enorme que personas que viven allí nos feliciten por nuestro modo particular de ver la ciudad", comenta Sole, una arquitecta que trabaja en una empresa de comercio exterior.

Alessandro, propietario de un negocio de productos de surf y snowboard, además de creador de vídeos, añade que la grabación la hicieron "para tener un recuerdo personal que compartir con nuestros amigos. No esperábamos una repercusión así". Estos embajadores improvisados de Valencia valoran que "es raro encontrar en un único lugar tantas cosas distintas".

Como resultado, regresan para Fallas. "Pero esta vez llevamos los instrumentos necesarios para hacer un vídeo de mejor calidad", amenazan. Desde Turismo Valencia les han emplazado a "conocerse".

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Aunque no deja de ser anecdótico, el vídeo -además de para exhibir una urbe más fresca y natural- ha servido para reincidir en el debate sobre cómo quiere ser conocida a partir de ahora Valencia en el mundo. ¿Una ciudad de sol y playa? ¿de eventos y negocios? ¿de todo a la vez? ¿Valencia promociona bien su imagen turística?

Precisamente fue otro vídeo ('Valencia. Increíble pero cierta', de impactante pomposidad) el que culminó el proceso de transformación de la imagen. En palabras de Pau Rausell Köster, profesor de la Universitat y experto en política turística, "es el resultado más depurado de un proceso de transición desde la ciudad de referencia mediterránea de la época de Pérez Casado a la pérdida progresiva del peso cultural e intelectual de finales de los años 90 (Mostra, Palau de la Música, Bienal, Valencia III Milenio...) para quedarse con los eventos deportivos y la parte más espectacular de la arquitectura".

Si el presidente de los hosteleros valencianos, Luis Martí, ha apuntado varias veces que la idea de acoger la Copa América nace por casualidad, y en esencia porque el presidente del Club Náutico veía las regatas por la tele (luego nacería de improvisto la idea de captar el turismo de elite), Rausell Köster incide precisamente en eso: en la ausencia de una verdadera planificación. "Se ha llegado hasta aquí por un proceso de prueba y error, al margen de toda estrategia planificadora".

"Se trata de la sucesión de ocurrencias más o menos inconexas que se materializan a lo largo del tiempo", remata. Los resultados, en cambio, han sido rigurosamente positivos: "En términos estrictos, Valencia se ha convertido en una ciudad turística, cosa que no era a finales de los años 90. La tasa de crecimiento de los visitantes en la última década muestra un vigor muy superior a la media de las ciudades turísticas europeas", explica el profesor Rausell Köster.

La futura imagen turística

Pero... ¿y qué hay del futuro? En Fitur, el conseller Máximo Buch conminaba a lanzar un mensaje alternativo al sol y playa ("el turista asiático se identifica más con el turismo cultural") al tiempo que anunciaba un 2014 turísticamente extradulce. Ximo Puig reclamaba en genérico "una concepción global de lo que tiene que ser el turismo".

Bajando a lo concreto, Pau Rausell adelanta los peligros del "efecto inauguración", que construyen en parte el éxito reciente, "pero que van a tener dificultades de persistencia en el tiempo". El arquitecto David Estal llama a “potenciar la ciudad construida. Todos aquellos espacios infrautilizados e inacabados que han quedado tras 30 años de Plan General. Si la ciudad decrece y se deshabita, su encanto se puede perder o momificar”. Una vez que no se puedan atraer más turistas con grandes eventos, “la política turística, vinculada al modelo urbano, debe ser cuidadosa con el entorno y relacionada con el territorio”.

Una de las voces jóvenes con más autoridad para valorar la ciudad, el economista urbano Ramón Marrades, cree que "aquello que nos hace únicos está esencialmente desaprovechado; por ejemplo el Jardín del Turia y la huerta". "La Ciudad de las Artes y las Ciencias puede estar bien, pero podría estar en cualquier ciudad que pudiera pagarla. Y se ha demostrado que nosotros no podemos hacerlo".

La nueva fase turística de la ciudad comienza a articularse entre confusión. Básicamente dirigiéndose hacia caladeros de buena potencia (Rusia y Asia), pero sin definir la imagen que Valencia quiere proyectar.

Mientras tanto, alrededor de la 'guardia de corps' que sustenta institucionalmente el turismo de la ciudad siguen escuchándose ruidos de reverberación sopraniana.