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2013, CENTENARIO DE RICHARD WAGNER

Wagner y el nazismo de camino al elitista
Festival de Bayreuth

MANUEL MUÑOZ. 20/10/2012
Adolf Hitler con Wieland, nieto del compositor, y su madre Winifred, en aquel momento directora del festival.

VALENCIA. Estamos en vísperas de un año singularmente wagneriano. El 22 de mayo de 2013 hará exactamente 200 años que Richard Wagner nació en Leipzig y el mundo se prepara para celebrarlo. Es verdad que la música de Wagner es difícil, que sus obras escénicas son singularmente largas y que contienen larguísimos parlamentos cantados con poca acción.

Pero no lo es menos que, pese a todos los reparos de muchos, la fobia de otros y los prejuicios de algunos, el wagnerismo se abre paso en el mundo y hoy se representa más Wagner que nunca en la historia. Las razones son básicamente dos: una,La Fura dels Baus en su producción wagneriana que los grandísimos avances en la fonografía han contribuido de forma decisiva a hacer adeptos en ese especie de religión que es el wagnerismo; dos, que el nivel técnico de las actuales orquestas y las posibilidades escénicas de los actuales teatros de ópera hacen posible lo que hace unas décadas era en muchos casos un sueño imposible.

Sin ir más lejos, si hace sólo 15 años alguien hubiese dicho que Valencia no sólo representaría completa la tetralogía El anillo del Nibelungo, sino que haría un montaje propio que sería referencia mundial habría parecido una broma. Hoy no solo sabemos que fue así, sino que hay una espléndida edición en DVD y Blu-Ray que atestigua la espléndida producción de La Fura dels Baus con dirección musical de Zubin Mehta. Pero, evidentemente, hay algo más: la enorme calidad de la música de Wagner y ese componente indefinible que le confiere una magia, un atractivo singular. Si un melómano es un adicto por definición, un wagneriano lo es doblemente.

El nuevo Anillo de Bayreuth

Pero volvamos al aniversario. El Festival de Bayreuth, que el propio Richard Wagner puso en marcha en esa pequeña ciudad del norte de Baviera con la primera representación completa del Anillo en 1876, se dispone a ofrecer en 2013 un nuevo montaje de esa magna epopeya de cuatro obras y unas 15 horas de duración total, bajo la dirección musical de un extraordinario director ruso, Kirill Petrenko, nacido en 1972, con dirección escénica de Frank Castorf.

Fanfarria que avisa del inicio de los actos en el Festspielhaus (teatro del festival) de Bayreuth.

Este último es un hombre de teatro nacido en 1951 en Berlín Este que ya ha anunciado que situará su montaje después de la Segunda Guerra Mundial con importantes alusiones al socialismo, el capitalismo y el mundo de las finanzas. Nada de esto es completamente nuevo para quienes saben que el primero que relacionó la narración wagneriana de inspiración mitológica con la lucha de clases y el socialismo fue George Bernard Shaw, y que a su vez Patrice Chéreau se inspiró en ese concepto para su espléndida puesta en escena del Anillo del Centenario, en 1976, con revolucionaria dirección musical de Pierre Boulez, hoy disponible en DVD.

Ahora bien, entre los melómanos abundan los que que nunca se han adentrado en el brumoso y mágico mundo de Wagner. Ellos se lo pierden, por supuesto. Hay otros, los "creyentes", que decía Ángel Fernando Mayo, que, por el contrario, son capaces de cualquier cosa por asistir a un buen Wagner. Y entre estos, muchos que quisieran poder acudir al mítico templo de Bayreuth, en el que la orquesta está por completo oculta a los ojos de público y la música parece surgir del "abismo mágico" entre el público y el inmenso escenario.

Pues es cierto que es difícil, pero no imposible. El procedimiento habitual consiste en inscribirse en una especie de cola en la que al término de entre ocho y diez años uno puede ver satisfechos sus deseos. Para ello lo mejor es dirigirse al festival, cuya página es www.bayreuther-fespiele.de. También hay otras vías para quien piense que no está dispuesto a tan larga espera. Por ejemplo, la venta de las entradas con recargo que ofrecen algunas de las agencias especializadas en viajes musicales, pese a que esa práctica está expresamente prohibida por el festival.

La vía del patrocinio

Para aquellos que verdaderamente deseen ir a Bayreuth y repetir cada año yo recomendaría una vía más segura: hacerse miembro de la Asociación de Amigos de Bayreuth (Gesellschat der Freunde von Bayreuth), cuya página web es www.freunde-bayreuth.org. Eso quiere decir patrocinar el festival; pero hay que tener en cuenta que la cuota mínima es relativamente módica: 205 euros anuales. Con ello, a partir del segundo año todo amigo de Bayreuth tiene prácticamente asegurada la opción a dos entradas para una o dos representaciones. Eso sí, pagándolas. Y recordemos que para 2013 los precios están entre 280 y 35 euros por localidad.

Pero cuando hablaba de prejuicios no debería pasar por alto el que relaciona a Wagner con el nazismo. El compositor fue amigo del líder anarquista Bakunin y tuvo una participación en la revolución de Dresde que a punto estuvo de pagar con su vida. Su ideología estaba muy lejos de la que dominó Alemania bajo el yugo de Hitler medio siglo después de la muerte del músico. Pero no es menos cierto que su música era la favorita del dictador y que este la utilizó como emblema de su régimen.

Además, Wagner escribió un desafortunado panfleto, 'El judaísmo en música', en el que ridiculizaba a los judíos, aunque en absoluto se puede interpretar como precursor o inspirador del antisemitismo asesino del posterior nazismo. Y tampoco se puede olvidar que algunos de sus principales colaboradores fueron judíos. Por ejemplo Hermann Levi, que dirigió el estreno de Parsifal en Bayreuth en 1882. Ni que algunos de los más destacados intérpretes de Wagner también lo son: Klemperer, Solti, Barenboim, por citar solo algunos.

Hitler, invitado en Wahnfried

La verdadera y estrecha relación de la familia con el nazismo no fue de Richard, sino de Winifred, la esposa de Siegfried, hijo de aquél, que dirigó el festival desde la muerte de su marido en 1930 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Winifred sí tuvo una estrecha amistad con Hitler y éste acostumbraba a acudir al festival y residir en Haus Wahnfried, la vivienda que mandó edificar Richard Wagner.

Tras la guerra, Winifred fue apartada de la dirección del festival por los tribunales de 'desnazificación' y sus hijos, Wieland y Wolfgang reanundaron el festival en 1952 (la última edición se había celebrado en 1944) con un aire de renovación escénica y cosmopolitismo artístico voluntariamente alejado del nazismo.

Hitler con Winifred, organizadora del festival a la muerte de su marido, hijo de Richard Wagner

Sin embargo la herencia de la vinculación del festival al hitlerismo siempre ha sido como un viejo pecado oculto que nadie ha querido abordar. De hecho el museo de Haus Wahnfried, ahora cerrado por reformas, omitía por completo las alusiones a esa época, "los doce años que nunca existieron", como dicen algunos alemanes.

Tras la muerte de Wolfgang en 2010, sus hijas Eva y Katharina han prometido levantar el velo histórico de esa época en los archivos de Bayreuth. Por lo pronto, este pasado verano sendas exposiciones en los jardines del Festspielhaus y en el Ayuntamiento de Bayreuth hacían un minucioso repaso por las figuras de la música alemana, judíos o no, que debieron exiliarse o murieron en los campos de concentración cuando el nazismo, muchos de ellos destacados intérpretes de Wagner.

En cualquier caso, hay Wagner esta temporada en todos los teatros importantes del mundo. Sin necesidad de ir a Bayreuth y entre los más cercanos, cabe destacar 'El oro del Rin', que se representará en el Liceu de Barcelona como inicio de una Tetralogía que continuará en temporadas sucesivas, el Siegfried que hará el Teatro de la Maestranza de Sevilla según el montaje de Valencia, o un Parsifal en versión de concierto en el Real de Madrid. Feliz centenario.

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