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De Distrito 10 al club Polo 55

14/03/2012 Los empresarios Miguel de Vicente, los hermanos Aliño y Santi Martínez preparan un club de copas exclusivo para recordar sus andanzas en los 80
Fiesta nostálgica antes de la desaparición de Distrito 10

VALENCIA. Polo 55 Club nacerá en Valencia pasadas Fallas y lo hará para que puedan acceder los miembros del club que tengan carnet y sus amigos o los que hayan cenado en el restaurante. El objetivo: conseguir un lugar para tomar una copa y saber que te encuentras amigos de tu generación y de tu condición.

La idea parte de los empresarios Miguel de Vicente y los hermanos Aliño, del grupo de catering El Alto, Fernando e Ignacio, además del DJ Santi Martínez, reconocido por todos los que hicieron de Distrito 10 su discoteca del fin de semana en los 80.

Y es que tras organizar varias fiestas remember en Mar de Bamboo, ese restaurante gigante que ocupa los bajos del edificio más característicos de la dársena de Copa América, y que hoy sólo consigue llenarse bajo la luz de la luna estival y en las frías noches de invierno en las que hay una fiesta específica, vieron claramente que, alrededor de 4.000 valencianos que rondan la cuarentena y la cincuentena, demandaban un lugar en el que volver a verse.

El groso de los mismos eran los niños y las niñas de colegios como El Pilar, Esclavas, Guadalaviar, El Vedat, Guillem Tatay, el colegio Alemán y el Liceo Francés, básicamente que hoy son los padres de los niños de esos mismos colegios, algunos reconvertidos a Cumbres y otros ampliados al Caxton College o Edelweis, pero poco más.

Se trata por tanto, de los jóvenes que salían del colegio los viernes por la tarde con 15 años y conseguían entradas VIP rogándole a los relaciones públicas dirigidos por Carlos Llobet, en Distrito 10 y por Toni Cantó, en Pachá, para pasar el viernes tarde bebiendo San Franciscos. En verano Dreams Village y en momentos alternativos Metrópolis. Y los fines de semana acudían a Good Tabern o Cadillac en la plaza de Cánovas y adyacentes. Jugaban a los dados y al futbolín, se compraban empanadilla en el horno de Salamanca para merendar y hacían el resopón o la "recena" como dicen en Madrid, en el denominado 'horno de los colgados' de la Gran Vía.

Y lo hacían vestidos con sudaderas de amarras, vaqueros Levi's etiqueta roja de botones, hombreras gigantes de abrigos cosidas con imperdibles al sujetador, pelos cardados, maquillaje excesivo y pendientes de faralaes, y todo lo que acompañara a ese look ochentero tan kitch hoy.

Esos mismos, que antes lucían granos y hoy rellenos de colágeno, son los que llevan encontrándose los últimos dos años en varias fiestas remember que arrasan y cuelgan el sold out a pesar de los 50 euros por barba. Y esos son los que tendrán la tarjeta de Polo 55 Club, que no será un club de pijos, ni un club de ricos, pero sí un club de gente "educada, con las mismas aficiones, que les gusta una música determinada de una época determinada y que a pesar de tener obligaciones, les gusta salir con los amigos y no tienen un lugar en el que disfrutar porque hasta Polo 55 no había ninguno que los acogiera como en casa", según explica su precursor, Miguel de Vicente. Polo 55 será, por tanto, su Cánovas del siglo XXI, aunque con sede en la calle Polo y Peyrolón.

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