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VALENCIA. No, no estamos hablando de bellezas picassianas que habiten en la piel cinematográfica de Almodóvar. Sino de patrones que se saltan el patrón artístico. A lo que vamos. Que la moda haya entrado en los espacios museísticos no es ninguna novedad. Muchos creadores han trabajado el tema de la moda como eje central de sus obras, o como principal nutriente de su vena artística. Y algunos diseñadores, los menos, han logrado exponer sus piezas textiles en las salas de los museos. La Valencia Fashion Week y el Arte, así en general, en anglicismos y en mayúscula, buscan su retroalimentación con el homenaje pictórico al "glamour" (o su más que particular idea del mismo) del artista valenciano, y miembro del comité organizador del certamen, Javier Calvo (1941).

La muestra, del 5 de septiembre al 11 de noviembre en el IVAM, recopila su trabajo de los últimos años en torno al mundo de la moda, y está formada por 44 pinturas y 35 dibujos en los que los vestidos de alta costura e imágenes icónicas de grandes fotógrafos le sirven como pretexto conceptual para crear un diálogo algo atávico entre geometría y moda. Y es esta marcada geometría la que le permite al artista valenciano sintetizar su imaginario con lo figurativo.

La relación de Javier Calvo con la gramática de la moda es dilatada, tanto en el campo de la práctica cuanto en al docencia. Ha sido profesor de Artes Plásticas y Diseño (Diseño de Moda) en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Valencia. Además, fue miembro de la dirección del Círculo de Moda de Valencia y actualmente es el responsable del dinámico vivero de diseñadores de la Valencia Fashion Week: la Zona D.

Así, el artista que ha tocado todos los palos pictóricos, del pop al brutalismo sin pasar por la casilla de salida, retoma la simetría más excesiva y seductoramente extravagante con la que alternó en los 60. Pero aún hay más. Partiendo de la perspectiva, Javier Calvo la trastoca incorporando tejido y objetos como un coleccionista que guarda retazos de lo que ha encontrado a lo largo del camino. Desde el punto de vista cromático evoca un mundo abstracto de colores en el que abundan los rosas, verdes, violetas, amarillos anaranjado y tonos más apagados como grises, azules y ocres. Pues eso.