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Joan Romero: "Los intentos de fusión entre Bancaja y la CAM siempre han acabado en fracaso político"

CRUZ SIERRA / FOTOS: EVA MAÑEZ. 22/05/2010

VALENCIA. Afable y amistoso, sabe combinar el escepticismo hacia la clase política, la confianza en las instituciones y el Estado y el santo temor a lo que pueda llegar. Joan Romero (Albacete, 1953) cuenta con un extenso curriculo académico y es autor de numerosas obras, entre las que destaca 'La España inacabada'. Fue secretario general de los socialistas valencianos a finales de los 90 y candidato a la Generalitat, aunque dimitió antes de las elecciones, lo cual le acarrearía numerosas críticas. Experto en la economía de los territorios, cree que España "tiene solución" si madura democráticamente.

-¿La actual clase política sigue siendo un bien para la sociedad o ya está amortizada y la sociedad debe confomarse con asumirla como un mal menor, necesario técnicamente?
-No debiera ser así. Estamos a tiempo, y me refiero a Europa, de cambiar esa percepción. En España se percibe a la clase política como parte del problema. Yo me sitúo entre los ‘escépticos constructivos' y considero que la política es más necesaria que nunca como piedra angular del sistema democrático.

Ahora, bien, los políticos y los partidos políticos en España tienen que hacer mejor sus deberes. Las encuestas del CIS deberían hacerles pensar para que dejen de ser parte del problema a formar parte insoslayable de la solución. Y más en este momento, uno de los tres más difíciles desde la muerte de Franco, junto con la Transición, y la crisis económica del año 1993. Ésta, encima, es más profunda y sistémica.

-¿Conservan los gobiernos capacidad de gobernar y cambiar las cosas o son los grandes intereses corporativos y financieros transnaciones los que mueven, o frenan, la evolución de la sociedad?
-Precisamente en estos tiempos de crisis el pulso entre el Estado y los mercados cobra mayor protagonismo. La economía contra la política. Hasta hace muy poco yo estaba convencido que la economía había ganado ese pulso. Sin embargo y a causa de la recesión, estoy convencido de que la política ha recuperado espacio. Ahí tiene los grandes acuerdos plurinacionales, el G-20, Mercosur, los acuerdos regionales... Es precisamente desde la política donde se están resolviendo los problemas de la economía.

-Pues no parece que sea así en la Unión Europea, que está sufriendo fricciones nacionalistas muy graves...
-Es cierto. Y echo de menos liderazgos políticos claros. Me preocupa añorar a Miterrand, Khöl y a Felipe González.

-¿Le preocupa su añoranza?
-Sí, quiero decir que añorándolos estoy reconociendo que no encuentro personas de esa talla. Y Europa las necesita. Se están produciendo cambios muy radicales y rápidos, el centro de gravedad se desplaza hacia el Este, renacen los nacionalismos...

-Usted ha acuñado el concepto de ‘democracia dialogante' y lo ha ubicado en la izquierda europea. Pero la izquierda europea no hace más que perder, la última vez en el Reino Unido. ¿No le parece ese concepto algo utópico y poco práctico?
-La socialdemocracia se halla en una encrucijada y necesita un nuevo discurso, más adecuado a los cambios económicos, sociales y culturales que se están produciendo. La sociedad europea ha cambiado muchísimo, se ha fragmentado y se está individualizando. Ahí tiene, por ejemplo, el mercado laboral, donde existen los incluidos y los excluidos: o los fenómenos de la multiculturalidad, la inmigración... Digamos que se está perdiendo la lealtad a las propuestas de los partidos.

Ahora se presenta un excelente test en las próximas elecciones de Suecia, uno de los países con mayor cohesión social, para comprobar si la socialdemocracia es capaz de articular un discurso para mayorías, y también en las de Francia (lo del Reino Unido era lógico porque se hallaba al final de un ciclo). La derecha tiene un discurso más elemental, pero desde luego muy eficaz.

-Dice usted que la sociedad ha perdido lealtad hacia los partidos. ¿Es que no está preparada para entenderlos o cómo es esto?
-Hay mucho trabajo por hacer. Y España y la Comunidad Valenciana no es una excepción. Existen muchísimos matices. A nivel regional estamos acostumbrados a largos ciclos electorales. En Valencia no somos una excepción, fíjese en Andalucía o en Castilla la Mancha, cuesta cambiar de signo. Es preocupante, por ejemplo, que durante las últimas elecciones, en el 75% de los municipios con dirigentes imputados en alguna causa de corrupción, éstos volvieron a ganar por mayoría absoluta, lo que demuestra la incapacidad de la sociedad para castigar ciertos comportamientos. Todo ello refleja dos cosas, o bien que nos estamos aproximando a actitudes como las de Italia, o que aún deben pasar algunos años para perfeccionar nuestra cultura democrática, incluida la de exigencia de transparencia. El tiempo nos dirá cual de los dos diagnósticos es el correcto.

-¿Y no cree mejor que lo que la sociedad espera son unos líderes políticos decididos, honrados y eficaces?
-Sí. Los ciudadanos miran mucho a los gobiernos, especialmente en tiempos de crisis. Y lo políticos deben dar respuestas adecuadas. La gente ya no se implica tanto: delegan y exigen. Los jóvenes se involucran de otra forma, en plataformas, Internet... y lo prefieren a los partidos y sindicatos. De hecho, tenemos la primera generación de jóvenes que no tiene claro si les espera un futuro mejor que el de sus padres...

-Bien, ha puesto el dedo en la llaga. ¿Por qué los jóvenes rechazan a los partidos y a los sindicatos?
-Porque en Europa Occidental no han sido capaces de seguir el mismo camino que la sociedad. Son organizaciones cerradas, endogámicas, a las que se les paró el reloj en los años ochenta. Son incapaces de diseñar una estructura a medida de la sociedad.

-¿Qué deberían hacer en términos prácticos?
-Abrir espacios a la participación, crear redes sociales y mecanismos de consulta más porosos, cambiar el sistema electoral, convocar elecciones primarias, listas abiertas... En mi clase de la Universidad, los estudiantes carecen de una opinión favorable hacia la clase política, pero aquí y en Francia. Aquí se sigue hablando de la guerra civil, pero en Francia se hacen de la segunda guerra mundial...

-¿Y qué me dice del PPCV y del PSPV?
-Se me hace difícil disociarlos del PP y del PSOE estatales. Los dos han sido incapaces de rescatar la cultura política del acuerdo, esencial en este país. España tiene una textura federal en la que ambos partidos siempre serán gobierno y oposición simultáneamente en varios territorios. Y si no abandonan la estrategia de la polarización será imposible abordar las cuestiones urgentes y las importantes.

-¿En concreto?
-Las urgentes son la pérdida de confianza, la caída de la demanda, la reforma del mercado de trabajo y la fiscal, el saneamiento financiero (especialmente de los activos tóxicos inmobiliarios) y el de las cuentas públicas. Las importantes, el nuevo modelo productivo, la reforma del sistema de pensiones de cara a 2030, los costes desbocados del triángulo sanidad-farmacia-dependencia, la energía y la redimensión del gasto público. Si no se producen acuerdos entre ambos partidos, será imposible. Mire lo que le ha ocurrido al ministro Gabilondo, seguramente el político que ha mostrado una mayor voluntad de negociar. El PP lo dejó bien claro.

El problema, claro, no lo tienen ellos, sino los ciudadanos. A mí me preocupa el doble discurso del PP. En Madrid reclama legítimamente la contención del gasto público, y se lo pide al Gobierno. Hace bien y es necesario. Pero luego, en la Comunidad Valenciana, donde también sería aplicable ese discurso, actúa de forma diferente. También pienso que el Gobierno socialista debería mostrar una mayor voluntad de alcanzar acuerdos con la oposición.

-Pues no parece que vayan por ahí las cosas...
-En necesario insistir todas las veces que sea necesario y para eso están los medios de comunicación, los agentes sociales y los foros académicos. Ya sé que los primeros están muy polarizados, pero si se hace una lectura en horizontal de ellos y consigues abstraerte de su ideología, se observa que van en esa dirección. Por su parte, ahí están los informes de patronales (Cierval, CEV, AVE...), que están ofreciendo una doctrina importante.

-Y los foros académicos es como si hubieran dimitido de esta misión...
-Están dando señales positivas, como el informe sobre la Reforma del Mercado del Trabajo firmado por los 100 economistas.

-¿Qué opina del programa económico que ha presentado el PSPV y en cuya elaboración se dice que usted ha participado?
-No. Yo no he participado. Cuando estuvo finalizado me lo pasaron para que opinara. Creo que ha sido un esfuerzo interesante en el que se apunta la dirección que tendría ese partido si ganara las elecciones. Destacaría dos aspectos, el del saneamiento de las cuentas públicas que propone y el conjunto de medidas, no muy detallas por cierto, para la recuperación de los sectores productivos en línea con las propuestas de las patronales.

-¿No le parece grandilocuente, sin apenas concreciones?
-Es posible, pero tenga en cuenta que el conservador David Cameron casi pierde las elecciones en el Reino Unido por detallar demasiado sus propuestas. Perdió nueve puntos en los sondeos por hacerlo...

-¿Qué opina de la ya seguramente fracasada por tercera vez fusión entre la CAM y Bancaja? ¿quién o qué ha fallado ahora?
-Ha sido en todas las ocasiones un fracaso político. La Comunidad Valenciana ha puesto en evidencia que no quiere un proyecto político de comunidad, ni un hilo conductor, ni un proyecto. No piensa en ‘nosotros'. Existe algún tipo de brecha invisible, un obstáculo antiguo, o histórico, que no lo hace posible. Yo fui actor privilegiado en la anterior y pude comprobar que no había voluntad. Comprendí que a cada solución se le ponía un problema y que dos o tres personas fueron la clave en la frustración de un proyecto que hubiera sido muy benéfico para los intereses de la Comunidad. Pero han primado los intereses provincialistas.

En cuanto al intento actual, carezco de suficiente información como para afirmar que sigue siendo conveniente. Me falta especialmente un dato: el volumen de activos tóxicos inmobiliarios que tienen ambas. Sin este dato no puedo determinar si la suma de las dos puede o no crear un problema mayor.

-¿No le desespera el mal funcionamiento del Estado de las Autonomías?
-No y no somos ninguna excepción. En este caso, al menos, España no es diferente. Este tipo de desencuentros entre regiones ocurre a nivel mundial en los países de corte federal. Tampoco hay evidencias empíricas de que la descentralización sea peor, tal y como señala desde la London School Andrés Rodríguez Pose. Es más difícil gobernar un Estado descentralizado que uno centralizado, es obvio, pero el balance es positivo.

Otra cosa distinta es que aquí esté funcionando mal. Están fallando elementos de cultura política. La coordinación y cooperación entre regiones no se puede decretar. Tampoco tenemos un senado territorial, un error de los ‘padres de la Constitución', como me decía uno de ellos, Jordi Solé Tura. Fallan las conferencias de presidentes y las sectoriales funcionan según el humor del ministro de turno. Eso no es cabal. En otros países se creado organismos federales que ayudan a solucionar estos problemas. A nosotros aún nos falta tiempo pero creo que lo conseguiremos.

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1 comentario

Josep Bodí i Quilis escribió
27/05/2010 14:19

La música me la se, però i, la lletra. Qui escriu la lletra per a solucionar la situació política actual?

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