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Pablo Calatayud: "Hemos sacado un vino blanco especial criado en tinajas de barro bajo tierra"

Plaza Privada / MARÍA COSTA. 15/01/2011
VALENCIA. A Pablo Calatayud, ingeniero agrónomo, viticultor y propietario de la Bodega Celler del Roure donde se crian vinos como Les Alcusses o Maduresa, emprender le viene de familia. Al acabar la carrera supo que quería ser viticultor en las tierras de su abuelo en Moixent. Empezó de cero, en 20 hectáreas de terreno y con el asesoramiento de una familia de viticultores artesanales del Priorat Catalán. Hoy con el doble de hectáreas embotella 200.000 caldos cada año. Para él y su familia, 2011 es un año de despegue e investigación con vinos blancos y una bodega del siglo XIV donde el vino crece en tinajas de barro enterradas en tierra. Su pasión: el trabajo. Lo último, una asociación de viticultores y productores de Les Terres dels Alforins. Espera la llegada de su primera hija y se relaja tocando el Bombardino en la banda de música del pueblo.

 

-¿Sin tabaco el vino sabe mejor?
-Para mi sí porque no fumo, pero si se lo preguntas a los fumadores probablemente dirán lo contrario.

-¿En crisis se consume más vino?
-Dicen que sí, pero nosotros nos hemos encontrado con que tenemos que animar su venta en el mercado.

-¡Qué raro! ¿por qué?
-Eso nos gustaría saber. Llevamos diez años durante los que no hemos tenido que hacer nada. Ahora, entre que hemos incrementado la producción y los clientes compran la mitad no hemos tenido más remedio que desarrollar ingeniería de ventas.

-¿Sacando nuevos caldos?
-Si. Además era el momento. Hemos sacado un vino blanco especial 'Cullerot' que ha sido criado en tinajas de barro enterradas en la tierra.

-¿Son los únicos que hacen esto?
-Lo hacían en el siglo XIV en Moixent y hemos comprado la finca donde se realizaba y que cuenta con una galería subterránea con 97 tinajas de barro de 700 y 2.000 litros cada una enterradas bajo tierra. Mucha producción.

-¿Y qué hacen con las barricas de roble?
-Las seguimos utilizando. La idea es generar un proceso de crianza alternativo al tradicional. Los buenos vinos del mundo está comprobado que tienen que pasar un año en roble.

-¿Hay vinos buenos y malos?
-Actualmente es difícil encontrar malos vinos. La mayoría son correctos, eso sí con 5 euros te encuentras un tipo de vino y con 20 euros otros.

-¿Dónde aprendió más, en el campo, en la facultad o en la mesa?
-Estudiar ingenería agrónoma me ayudó a conceptualizar y a ordenar las prioridades. Más que el campo o la mesa es preferible contar con buenos asesores. No es lo mismo plantar una vendimia al año y a base de ensayo y error aprender que encontrar expertos que te transmiten sus conocimientos. Así lo hicimos con una familia del Priorato Catalán que contratamos durante cinco años y nos ayudaron. Tenían la misma filosofía que nosotros. Pequeñas hectáreas y viñedos que se cuidaban con mucho cariño.

-¿El vino es una tradición familiar en su casa?
-No. Teníamos una finca agrícola de mi abuelo. Me encanta el campo y al acabar la carrera quise emprender mi propio proyecto. El espíritu emprendendor persigue a mi familia. Mi padre ha montado granja de vacas, fábrica de envases, fábrica de muebles... Empecé plantando viñas para vender la uva a otros, pero acabé montando una bodega.

-¿Cuál es el secreto del éxito de Les Alcusses y Maduresa?
-El que siguiendo las pautas que nos dieron hemos obtenido vinos de calidad y que cuando empezamos a vender el mercado era muy receptivo a nuevos vinos.

-¿En qué piel está más a gusto en la de viticultor, bodeguero o enólogo?
-En la de viticultor. Y no es una frase hecha. Se suele decir que el vino nace en el campo, pero poca gente se compromete con el viñedo. En el vino hay muchas frases hechas que ayudan a vender, pero sólo ayuda de verdad cuidar la vid. Los viñedos actualmente están muy estropeados porque se ha especializado durante muchos años en vinos a granel y de ahí no salen filigranas. Con malas uvas es difícil hacer buen vino.

-¿En un mundo global cómo se puede ser singular?
-Con variedades autóctonas y que no utiliza todo el mundo. Al principio tuvimos que usar variedades francesas porque las nuestras estaban muy estropeadas, pero hemos aprendido a desarrollarlas y elegir entre ellas las más especiales.

-¿En su camino a la fama qué papel jugó EE UU?
-El viaje fue más rápido. De todos modos fue casualidad que Robert Parker, un crítico norteamericano, nos puntuara muy bien Les Alcusses (88 puntos) y eso hizo que la producción se vendiera en una semana. Sin Parker hubieramos ido más lentamente.

-¿Qué opina de los famosos que se meten en alcoholes?
-Perfecto y demuestra que el vino es un proyecto atractivo para mucha gente. Nosotros estamos muy a gusto como estamos y no está en nuestro horizonte contar con ningún 'artista'.

-¿En su mesa quién elige el vino?
-Depende. Muchas, mi mujer. Nos encanta probar vinos de todas partes del mundo porque amplía nuestra cultura y vemos lo que hace la competencia.

-¿El precio del vino siempre lo marca el mercado?
-Bueno, aprovechando la bonanza, algunas firmas se han subido a la parra y han puesto los vinos carísimos.

-¿Aparte del suyo cuál es su vino preferido?
-Tengo querencia por los del Priorat, por aquello de que fueron nuestros padres. También los del Bierzo y del sur de Francia. Me gusta ir a bodegas especializadas e ir probando.

-¿El vino sabe mejor sólo o acompañado?
-Acompañado y no sólo de personas también se saborea mejor en las comidas.

-¿Sus vinos también saben a praderas verdes mecidas por la luna y bañadas por los rayos de los pinos al amanecer o se necesitan varios tragos para verlo así?
-Hay de todo. Personalmente respeto a los que lo vean así, pero para mi esta literatura es muy snob y en cierto modo me espanta. Hace veinte años parecía que los únicos que disfrutaban del vino eran los que eran capaces de soltar todo ese rollo. Menos mal que hoy no es así.

-¿Sus vendimias son como en las películas, todos felices y cantando? si es así me apunto...
-¡Qué va! Pero sí que es manual, por lo que priorizamos el factor humano. Hoy muchas bodegas recurren a la mecanización y nosotros hemos renunciado totalmente. Creemos que haciéndolo a mano ofrecemos más calidad. Somos 20 personas para hacer 200.000 botellas y en vendimia 60 personas, pero no cantamos. Tampoco no lo pasamos mal.

-¿A qué teme más, a la competencia o a la climatología?
-A ninguna de las dos. No creo a los agoreros que nos anuncian que el cambio climático hará desaparecer a los viticultores del sur. Si llevamos dos siglos haciendo vino no vamos a dejar de hacerlo porque suba un grado el clima. A la competencia hay que observarla. Es cierto que los vinos industriales se van a parecer cada vez más a los artesanales y los pequeños productores tenemos que ser vanguardistas ofreciendo nuevas vías de diferenciación y que el consumidor entienda que nuestro vino vale la pena.

-¿La vida cotidiana es tranquila en Moixent ?
-No tengo mucho tiempo para darme cuenta. El vino es un producto completo. Igual estoy viajando por el mundo y participando en ferias, que preparando el campo... Además ahora voy a ser padre... Estoy muy volcado en la creación de una asociación de viticultores de esta zona... También cuando puedo toco el bombardino en la banda del pueblo.

-¿Con qué uva empezó el año?
-No recuerdo, porque al comer tantas durante la vendimia no puedo probarlas el resto del año.

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