VALENCIA. La austriaca Helga Schmidt, exintendente del Palau de les Arts, lo tiene claro. Sentada en la terraza del hotel las Arenas de Valencia, la jaula de oro donde se siente presa desde que el pasado 20 de enero fue detenida por la Policía, Schmidt mira al mar y dice:
—Después del registro estaba... ¿cómo se dice en español? Disturbada... Perturbada. Hoy sí puedo decir que he construido con mi documentación lo que sucedió. Hoy si lo veo bastante claro y estoy segura de que mi imputación fue diseñada sistemáticamente. Querían echarme y para ello me tenían que imputar. Fue una estrategia meditada.
A Schmidt el juez le acusa de los delitos de malversación de caudales públicos, falsedad y prevaricación. La que fuera intendente del Palau de les Arts, contratada por Eduardo Zaplana y apoyada por Francisco Camps, niega las acusaciones y hace hincapié en el absurdo, dice, de que se le acuse a ella de prevaricación.
—Ese es un delito que sólo puede cometer un funcionario. Yo no era funcionaria. Yo tenía un contrato de alta dirección.
Schmidt dice que sólo quiere que declarar, que hubo registro pero no interrogatorio, y se muestra convencida de que en cuanto hable ante el juez todo quedará aclarado y ella en libertad.
—Sólo quiere irme a mi casa y volver cuando me llame el juez. Pero me dicen que tengo que ir a firmar dos veces al mes. Y no estoy bien. Tengo que curarme. Lo que quiero es que me devuelvan mi pasaporte y que me eximan de tener que firmar. Cuando me llamen a declarar, vendré.
La austriaca asegura que el trato que recibió tanto de la Justicia como de la Policía durante el registro fue correcto. Aún así, al evocar aquel día, explica que para ella fue un shock ver entrar a una decena de personas en su habitación y escuchar como una de ellas le decía, a los pies de su cama, en alemán, "Policía criminal".
—Era el segundo día que podía andar desde hacía semanas. Estaba mala (Schmidt estaba recibiendo un tratamiento para una neumonía) y sólo el día antes había podido levantarme para andar unos metros.
En el centro de la acusación, la puesta en marcha de Patrocini de les Arts, una empresa privada dedicada a la captación de patrocinios para el complejo de la que ella formó parte brevemente de su consejo de administración, junto al entonces presidente del Consell Jurídic Consultiu, Vicente Garrido.
Sin embargo, la austriaca insiste en que tanto ella como el presidente del Consell Jurídic Consultiu sólo fueron a una reunión del consejo de administración de Patrocini como miembros sin derecho a voto y no cobraron ni un euro de esa empresa.
Técnicamente consta que pertenecieron a Patrocini de les Arts un año. Según ella, fue sólo un día. Es más, asegura que en cuanto fue informada de que la situación era irregular salió ipso facto de la empresa. Una empresa, insiste, que no fue creada por idea suya, sino a sugerencia de Presidència de la Generalitat y que contó con el visto bueno de la entonces consellera de Cultura, Trini Miró, y su secretario autonómico de Cultura, Rafael Miró.
La situación, insiste, ya era conocida en la Generalitat de ahí que no entiende que se haya decidido investigar algo que, desde su punto de vista, no tiene nada de delictivo.
—Ni yo ni Garrido estábamos como socios. Fuimos sólo al primer consejo de administración para conocer a los patrocinadores. Fue una reunión en la que hablamos de cosas como por ejemplo mi experiencia en el Covent Garden en la captación de patrocinadores. Fue Ana Jiménez cuando volvió de su excedencia, recién nombrada jefa del servicio jurídico, la que me dijo: "Pienso doña Helga que no debería ir más al consejo de administración de Patrocini porque un día podría caerle en la cabeza la incompatibilidad y puede haber un problema de conflicto de intereses". Yo dije: "¿Qué cosa?". Llamé a Patrocini y ellos nos explicaron que no había ningún problema, nos dijeron que según la ley no era así, pero yo decidí seguir el consejo de mi jefa jurídica y me fui de la empresa. Le expliqué mis motivos a Vicente Garrido y él me dijo que si yo me iba, él también se iba y que no volvería a asistir a ninguna reunión.
La empresa Patrocini siguió vinculada al Palau de les Arts y recibió 508.000 euros del complejo operístico, de los cuales buena parte fueron para un proyecto llamado Viva Europa que, fue pactado por Vicepresidència de la Generalitat, entonces ocupada por Vicente Rambla, con la empresa Patrocini. Schmidt recalca que Viva Europa fue impulsada desde la Unión Europea y la tenía que haber pagado la Generalitat, no el Palau de les Arts. "Pero me dijeron que tenía que abonarlo yo", en referencia en que al final fue el teatro de ópera el que pagó a Patrocini.
Un proyecto, Viva Europa, que además recuerda fue presentado por la entonces consellera Trini Miró y la portavoz Paula Sánchez de León. No por ella, que no habló en la rueda de prensa.
La otra acusación, la de encarecer la publicación de catálogos contratándolo con una empresa sin experiencia, insiste en que no era su responsabilidad.
—Todo lo relacionado con Patrocini estaba auditado por la Sindicatura de Cuentas y fue archivado. De repente, lo volvieron a sacar.
Vino la detención, el registro y, finalmente, la imputación. Una vez imputada, su despido era cuestión de días, si bien ella no comparte los argumentos de la consellera, María José Català, quien le aplicó la famosa línea roja del presidente Alberto Fabra.
—El día de San Vicente Mártir Català me llamó para decirme que el presidente le había encargado deshacer mi contrato. Yo le dije que podía dejarlo en suspenso hasta que declarase, que no era necesario deshacerlo porque no soy un cargo político, soy un cargo técnico. Pero ella me dijo que era orden del presidente. Me preguntó por Davide Livermore. Yo le dije: "Sabes perfectamente lo que pienso. Te lo propuse como director artístico". Eso fue lo que hice. Le propuse como director artístico porque para ser intendente se precisa dedicar mucho tiempo y él no lo tiene, él tiene una carrera como director de escena y no sólo en el Palau de les Arts.
Dolida, Schmidt lleva meses en el hotel las Arenas sin poder salir. Habla de su nieta, a la que no ha podido conocer, y de que lamenta que estos 15 años, en los que asegura haber trabajado "sin descanso", hayan tenido que concluir de una forma tan indigna. No quiere ni oír hablar de irse de Valencia unos días para luego volver, podría hacerlo, tiene permiso del juez, porque insiste en que lo que desea es quedarse en su casa en Italia para curarse y regresar sólo para declarar.
—Esperaba terminar una época de gran éxito al frente del Palau, tras hacer de este proyecto de Valencia una iniciativa de dimensión internacional, con una medalla y no con mi cabeza cortada.
Igualmente, reivindica su gestión económica y su trasparencia. Como ejemplo de la primera enseña unos papeles en los que tiene contabilizados los presupuestos aprobados y los reales, con el ahorro que ha realizado estos años. Asegura que el déficit de más de 34 millones de euros del que habla la Sindicatura es producto de la inclusión de determinados gastos contables, como los más de cinco millones de euros que el propio Palau de les Arts tiene que pagar a la Ciudad de las Artes y las Ciencias por el uso del edificio, y no producto de su mala gestión.
—La verdad va a salir. Fui una intendente de calidad, artística y económica. Voy a llevar estos papeles al juez —dice mostrando una tabla con los presupuestos —que demostrarán mi transparencia, mi calidad como gestora económica desde el principio.
Y guarda el papel junto a otros muchos con los que va y viene.
Otro ejemplo de su transparencia, dice, fue que ella misma facilitó las facturas de sus gastos a Esquerra Unida. Según informó en su día este partido político, durante el periodo que fue de 2005 a 2011 Schmidt gastó 391.261 euros en dietas y viajes. Unos gastos que Schmidt siempre justificó por la necesidad de ponerse en contacto con los mejores directores y cantantes del mundo.
En el fondo, su obsesión es su imagen y la que tengan los ciudadanos de ella.
—No quiero que los valencianos piensen que he sido una caprichosa y una despilfarradora. He demostrado que las producciones que hemos hecho ya algunas se han amortizado y dan dinero. El gasto fue siempre una inversión, no un despilfarro. Los grandes artistas se pagan acorde a la ley de mercado y son también una inversión porque las grandes figuras atraen a público y taquilla. La mediocridad no vende.
Schmidt, mientras espera a declarar, sigue con el tratamiento de su enfermedad oncológica. Va a La Fe y al Clínico. Acude también a Fisioterapia para tratarse de las secuelas del accidente que tuvo el año pasado en Viena. Pasa el tiempo leyendo los informes y la documentación de su caso, no habla de música, las más de 5.000 hojas que sacaron del Palau de les Arts los investigadores durante el registro. Habla con su amigo Zubin Mehta "con regularidad", que le pregunta por su estado de salud.
Para ella su tiempo en Valencia acabará cuando terminen el día 31 las representaciones de Narciso, la producción de la ópera de Scarlatti que ha dirigido en escena su sucesor y que se estrenará en el Teatro Martín y Soler el próximo 22 de mayo. Ese día terminará su periplo artístico en Valencia.
—Estoy muy cansada y quiero que todo esto acabe lo antes posible —dice.
Y mientras espera a que la llamen a declarar, pasa los días, en su habitación la mayor parte del tiempo, a veces sentada en la terraza de las Arenas, mientras van y vienen famosos por esa misma terraza (este domingo se encontraba Jorge Cadaval, de Los Morancos), personajes de medio pelo y turistas de posibles, familias de comunión y parejas de enamorados. No los ve. Está sola, asombrada de la maldad de sus enemigos ("me decía que era la mejor"), preguntándose delante de su Coca Cola sin hielo ni limón cómo ha podido acabar todo así.
¿Que esta señora no ha sido caprichosa y despilfarradora? A los que dejan comentario aludiendo a su "gran trabajo" realizado en la ópera de Valencia les diré una cosa. No hace falta ser Helga Schmidt para traer a los mejores artistas de la ópera a Valencia (si me dan a mi el dinero que le daban a ella para contratar les aseguro que les traigo a los mismo artistas de relumbrón, y de propina invito a un catering a todos los asistentes a la ópera). Y con la mitad del sueldo de ella, me conformaría, créanme. Otro dato: Si el reservar toda la fila de butacas en todos los vuelos realizados (incluyendo los vuelos no relacionados con el trabajo) para que pudiera viajar tranquila y sin agobios no es despilfarrar y ser caprichosa...¿cómo llaman a eso ustedes? Si el vivir en el hotel Las Arenas desde que aterrizó en Valencia hace ya más de 10 años no es de ser caprichosa y despilfarradora...¿cómo llaman a eso ustedes? Pero quizá esta mujer no tenga culpa de todo, y la responsabilidad deba recaer sobre la Fundació Palau de les Arts, cuyos dirigentes (apoyados y resguardados por los PPoliticuchos de turno) han reído la gracia y consentido todas las tonterías hasta que han tenido que "sacrificarla" para intentar ganar más votos...Pero ese, es cierto, ya es otro tema.
Buenas tardes: comparto totalmente el comentario de quien me precede.No tienen verguenza esta mujer se ha avejentado diez años con las humillaciones que está pasando y eso dificilmente se lo quite alguien.- Atte Alejandro Pillado Cadiz 2015
Mi solidaridad con esta señora que ha colocado a Valencia en el panorama mundial de la opera. Ignoro si lo que se ha publicado sobre sus caprichos es cierto o si su carácter es así o asá. No la conozco y pudiera ser que no la incluyera entre mis amigos. Pero los hechos son tozudos: su trabajo ha sido espectacular. Y realizado con un mínimo apoyo público. (Ahí están las subvenciones al Real de Madrid o el Liceo de Barcelona frente a la miseria al Palau para demostrarlo). Todo un linchamiento organizado por una banda de paletos sin escrúpulos. Que la señora Schmidt sepa que no todos los valencianos somos de esa calaña.y algunos le agrademos sinceramente su trabajo.
la verdad es que no me da mucha pena hablando desde la piscina del hotel las arenas.
De acuerdo con Pintoret en la opinión de gestión artística sobre H.Schmidt. Increible que aún no haya declarado ante el juez. Labor del periodista es saber en que se han utilizado de verdad los 500.000€ del ala que pagó Arts a Patrocini.
Lo más grave de la situación creada es la imagen cutre y gansteril que queda de la forma tan peculiar de "despedir a la gente"que se tiene en Valencia. A esta Sra. la quisieron despedir desde que el Presidente tomó posesión del cargo y ella, como es natural, no se dió por aludida...........hasta que pasó lo que pasó y que produce vergüenza ajena. Recemos para que el lunes que viene se acabe esta pesadilla PPera.
Doña Helga, es una gran profesional, su experiencia de gestión en el mundo operísticos, es innegable, cuenta con el reconocimiento y la amistad de los grandes directores y artistas del mundo. Ha situado a Valencia, dentro de la elite mundial de la Opera, comparable con los centros artísticos mas importantes (Nueva York, Viena, Venecia, etc), su gran error fue fiarse de una banda de personajes de la política local, cuyo único fin ha sido el expolio de todo lo público, han situado a nuestra Comunidad en el paradigma de la corrupción, y por desgracia se necesitara que pase una generación de valencianos, para que esto se olvide, llevaremos este estigma en nuestras espaldas durante muchos años. ¡¡¡Muchas gracias, Helga, como dice el refrán "QUE GRAN VASALLO, SI TUVIERA UN GRAN SEÑOR", saludos
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